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Luis Fonsi asumió el tránsito de intérprete a cantautor. Ese sendero fue recorrido de forma paulatina, sin afanes pero a un ritmo constante teniendo en cuenta anécdotas, saberes y pasiones. Cada porción de ese periplo tuvo una banda sonora especial aportada por los siete trabajos discográficos, que sirvieron de antesala al nuevo material inédito en el que el artista, nacido en Puerto Rico, desarrolla su labor creativa.
Su primer álbum apareció publicado en 1998. No escribió ninguna de las canciones y el repertorio fue seleccionado por completo por la casa disquera. Le impusieron el productor y cuando ya estaba todo listo simplemente le dijeron: “ya, ya puedes entrar al estudio a grabar”. Para el segundo registro tuvo no solo voz sino voto, le permitieron convocar algunos de los músicos de confianza y lo dejaron incluir una de sus creaciones.
Ese impulso adquirido se vio reflejado en el tercer trabajo musical, en el que pudo participar con cuatro canciones y hasta propuso nombres de instrumentistas que quería que lo acompañaran en la producción. Lo complacieron también.
“A partir del cuatro trabajo tuve muy claro cuál era mi finalidad como persona y como músico y tomé la decisión de que quería ser un cantautor. Eso pasó en el 2005 y ahí dije que estaba preparado para dejar el intérprete atrás y asumir un rol más protagónico en la música. Conozco a muchos artistas que están girando mientras los compositores crean por ellos. En mi caso ya no es así, y eso me hace sentir muy bien”, cuenta Fonsi, quien para el lanzamiento de su disco 8 trató de implementar nuevas rutinas y solicitó que le barajaran de nuevo las cartas para salirse de sus dominios y dejarse sorprender por el vaivén de lo novedoso.
El verdadero nombre del músico puertorriqueño es Luis Alfonso Rodríguez y aunque nació en San Juan, pasó su infancia y gran parte de la adolescencia en Orlando, Estados Unidos. Allí estudió en la Universidad Estatal de la Florida y mientras sus compañeros disfrutaban de sus ratos libres a punta de las manifestaciones más ruidosas del rock y de los exponentes más consolidados del rhythm and blues, él hacía hasta lo imposible por adquirir los discos recientes de Luis Miguel, Juan Luis Guerra y Franco De Vita.
“Cuando llegué a Orlando no había en la radio estaciones en español en FM y durante la adolescencia no es cool ir en el carro escuchando AM. En público oía lo de mis amigos, pero en mi casa les seguía la pista a mis artistas latinos favoritos. Recuerdo incluso que me dejaron utilizar el estudio de grabación de la universidad para hacer una maqueta y grabé una canción en inglés y otra en español”, relata Luis Fonsi.
Su paso por la universidad influenció buena parte de sus primeros registros. Comenzaré (1998), Eterno (2000) y Amor secreto (2002) son el resultado del encuentro entre la formación académica de la música y el carácter espontáneo de los denominados sonidos populares. No se arrepiente, ni mucho menos, de lo que hizo durante esos años de exploración pero hoy se siente más seguro y con una propuesta artística mejor estructurada.
“Yo siento una diferencia muy grande entre el primer disco y el nuevo material. Salí de la universidad a estudiar música clásica y eso se sintió mucho al comienzo en la técnica. Eso se ha ido diluyendo. Antes se trataba más de cantar, yo quería que la gente me escuchara y enamorar al público con la voz, ahora quiero conquistarlos a partir de lo que encuentran en el contenido”, dice el puertorriqueño que realizó la mezcla y la remasterización de su álbum 8 en los famosos estudios Abbey Road, en Londres.
El primer sencillo de este registro se llama Corazón en la maleta. Se trata de una coautoría con Claudia Brant y a la postre se transformó en un ejercicio valioso para Luis Fonsi, quien estaba acostumbrado a componer en la soledad y empleando la guitarra como instrumento principal. Fue una especie de desahogo y una terapia en dúo que, sin duda, va a arrojar muchos otros resultados sonoros.
“Corazón en la maleta apareció como sencillo y no sé muy bien por qué. Yo no pienso mucho en términos de marketing, yo me dejo seducir por la parte musical. Cuando uno graba un disco, siempre hay una canción que se convierte en el ancla, en el núcleo del álbum. Esa canción rompe con la fórmula involuntaria de lo que han sido mis anteriores sencillos, que son románticos y llevados al pop-rock. Este tema es mucho más movido y con otro tipo de energía. Con él yo quería expresar: soy el mismo Fonsi de siempre con baladas cortavenas pero ahora tengo una nueva vestimenta y quiero ir mucho más allá”, concluye el músico que define su disco 8 como la reunión de múltiples nacionalidades. El pianista es británico y jamaiquino; el guitarrista es canadiense; el baterista es francés y el productor es sueco radicado en Londres. Es una fusión europea con esencia latina aportada por Luis Fonsi.
jpiedrahita@elespectador.com