Oh’laville, la vida de una banda independiente

Tras una prolongada ausencia en los escenarios, la agrupación estará presente el 18 de diciembre en el Teatro Libre de Chapinero, en Bogotá, donde exhibirá su más reciente álbum: “Soles negros”.

Renata Rincón
18 de diciembre de 2019 - 02:00 a. m.
La banda está conformada por Mateo París, Luis Lizarralde, Andrés Sierra y Andrés Toro. / Cortesía
La banda está conformada por Mateo París, Luis Lizarralde, Andrés Sierra y Andrés Toro. / Cortesía

Los integrantes de Oh’laville se conocen desde el colegio y son prácticamente hermanos. Saben lo que significa una mirada, un tono de voz y un silencio. Todos estudiaron música profesionalmente, pero también una carrera alternativa que les ha permitido sobrevivir económicamente mientras perseveran para continuar activos en la adversa industria musical.

El baterista Luis Lizarralde estudió derecho y lo ejerce en un sello discográfico internacional. Andrés Toro, guitarrista, y Mateo París, vocalista, estudiaron administración de empresas y diseño gráfico, respectivamente. Juntos tienen varios emprendimientos y principalmente viven del mercadeo digital. A diferencia de sus compañeros, Andrés Sierra, el bajista, está dedicado a la música. Colabora con varios grupos, es profesor y también trabaja en la tienda de discos RPM Récords, ubicado en la Zona Rosa de Bogotá.

Tomar en serio a Oh’laville fue una decisión consensuada y radical. Graduados de un colegio en el cual los motivaron a cultivar año tras año su vocación musical, la cosa se formalizó luego de ser una de las bandas distritales ganadoras de la convocatoria de Rock al Parque en 2013. Al ver el entusiasmo que generó esta experiencia, entendieron que para llegar a algún lado con el grupo tendrían que tomar decisiones drásticas y buscar trabajos que se acomodaran a la vida del músico. Necesitarían tener tiempo para componer, disciplina para ensayar y libertad para viajar, características poco afines con la estabilidad económica.

A medida que fueron creciendo en popularidad, también vinieron nuevas responsabilidades. Oh’laville se convirtió en un proyecto tan organizado como cualquier emprendimiento. Reuniones con proyecciones anuales, planeación de cada lanzamiento, cada concierto, cada viaje. Repartición de tareas, definición de roles entre ellos y contratación de otras personas cuando fuera indispensable.

A su cerrado núcleo, se han sumado quienes apuestan por ellos en la producción de las canciones, de los álbumes, de los videos, en las comunicaciones y en las giras. Desde el comienzo saben que los últimos que recibirán dinero de lo que gane la banda serán ellos, y también son conscientes de que esto puede tardar muchos años. La única forma de seguir vivos como grupo es tener clara su pasión primaria, la de la música por la música y nada más.

Cualquier entrada monetaria se irá en las cuentas de las grabaciones, en el pago de los técnicos, de los transportes, los afiches, las locaciones, los discos y, ahora, en la inversión del vinilo que editaron de Soles negros, su más reciente álbum. También el presupuesto se irá en ir a las ciudades en las que el público para estas expresiones musicales es ínfimo, pero leal.

Sería mentira decir que todo es trabajo. Estar juntos es un disfrute y siempre hay espacio para la fiesta y la relajación. Logran mantenerse alegres y en la mayor armonía posible entre las implicaciones que tiene el cumplimiento de las decenas de tareas administrativas y el desgaste físico y emocional que implica ser músicos independientes y hacer todo por medio de la autogestión, sin el respaldo de una gran discográfica.

Entre los miembros de Oh’laville hay camaradería y cariño, pero también diferencias, disgustos y momentos difíciles. Pero, por encima de las dificultades, ninguno pierde de vista el objetivo mayor de componer canciones, de traducir en partituras sus vivencias y emociones y, de puertas para afuera de su núcleo de colaboradores, de ofrecer el mejor espectáculo posible a quienes los ven en vivo.

En el Bogotá Music Market de 2016 fueron escogidos para presentarse en un showcase, una presentación de unos pocos minutos ante un público especializado y exigente. Los cuatro recuerdan que salieron al escenario como leones, con fuerza y seguridad, y con la convicción de que su show sería contundente. Lo fue, les ganaron a reconocidas agrupaciones del país, más acordes con lo que busca el mercado musical de las músicas colombianas, y muchas con más años de recorrido y experiencia. Desde allí, son de las bandas favoritas de los otros músicos, de varios periodistas musicales, de los empresarios que les expresan su fanatismo sin tapujos y de una fanaticada intensa y fiel que crece.

(Lea: Oh’laville, la banda telonera de Vetusta Morla en Bogotá)

El camino aún es largo y tienen toda la energía y disposición para recorrerlo. Ya cuentan en su hoja de vida con el Festival Estéreo Picnic, el Día del Rock, el Concierto Radiónica y han sido teloneros de Vetusta Morla de España en el teatro Jorge Eliécer Gaitán y del legendario guitarrista Slash en el Movistar Arena.

En cuanto a las fronteras, este año tocaron por primera vez en Ecuador y alistan su cuarta visita a México, con el apoyo de Beca de Circulación para Giras Internacionales del Idartes, país que visitaron por primera vez de una forma inesperada. Morat, un grupo distante musicalmente, pero de amigos y seguidores de Oh’laville, los invitó a abrirles uno de sus conciertos en el Auditorio Nacional de Ciudad de México hace un par de años, ante miles de personas.

No obstante, muchas veces han sido pequeños conciertos los que les han dado la mayor satisfacción. Por ejemplo, el de finales de septiembre, cuando Oh’laville desafió la lluvia en el Festival Hermoso Ruido. En el aguacero descomunal que cayó en Bogotá, la banda logró reunir a un numeroso grupo de fanáticos a la intemperie. También, en una esfera distinta, la de la creación artística, fueron la primera agrupación de su género en ser invitada a musicalizar una selección de imágenes editadas desde el Archivo Histórico Cinematográfico Colombiano. Un recital corto y ante menos de 200 personas en la Cinemateca de Bogotá. Logros que pueden parecer pequeños en el inmenso mar de la industria musical, pero que representan grandes pasos para ellos como banda.

El siguiente desafío es hoy miércoles 18 de diciembre en el Teatro Libre de Chapinero, en Bogotá, cuando harán su primer concierto solos en un teatro, luego de años de bares y festivales, toda una hazaña para cualquier independiente. Allí, con un show de luces meticuloso y una puesta en escena llena de novedades, presentarán completo su disco Soles negros. Una oportunidad para ver el ensamble que logran estos cuatro amigos, que han logrado conformar una unidad a través de la música.

Por Renata Rincón

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