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Quantic: el inglés que reúne lo mejor de la música colombiana

Will Holland llegó a Colombia por primera vez en 2006, una estancia que se tradujo en numerosos proyectos y colaboraciones con artistas de todas partes del país.

Alfred Davies

04 de abril de 2018 - 09:00 p. m.
Will Holland, Quantic, es uno de los creadores de Ondatrópica. / Getty Images
Foto: Getty Images for Annenberg Found - Chris Weeks
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Al atardecer del sábado del Festival Estéreo Picnic de 2018 llegó el momento de un manifiesto contemporáneo de los sonidos tropicales y tradicionales colombianos. Ondatrópica puso a vacilar al público bogotano.

El grupo reúne a leyendas colombianas de varios géneros de la música nacional, entre ellos un inglés: Will Holland, más conocido como Quantic, responsable de la formación, junto con Mario Galeano, de Frente Cumbiero. Ondatrópica es sólo uno de los varios proyectos de Holland en Colombia.

El DJ, productor y músico inglés llegó en tierras colombianas por primera vez en 2006, un viaje en el que empezó una relación profunda con el país, su música y su gente.

Creció en una familia que, según el músico, “daba mucho valor a las cosas del pasado”. Vivían en una vieja casa renovada en un pueblo del condado de Worcestershire, Inglaterra. “Mi casa familiar era de hecho dos casas viejas y pequeñitas unidas; en una parte había una casa normal y en la otra mis padres tenían toda su música, con varios instrumentos. Se aseguraron de que yo los tocara todos”, recuerda Holland.

Durante su juventud se interesó en varios estilos musicales, del metal al northern soul, pero al principio de su carrera el productor se hizo conocer por el funk y el soul. Holland afirma que el interés por la música de América Latina ya estaba “permeando”, gracias a su pasión por la música estadounidense: “El principio de los años 70 era una época muy interesante. Había un crisol de músicos latinos que tocaban con músicos de jazz de Nueva York, había una linda sinergia de distintos estilos. Mi interés por esta música abrió mi mente a la música latina”.

Fue en una ferretería en un mercado de San Juan, Puerto Rico, que el inglés empezó a conectarse con la música colombiana. Viajaba frecuentemente al país con el productor Nickodemus y arriba de la ferretería del barrio de Santurce, el dueño, un extrabajador de Columbia Records, tenía discos de todas partes de América Latina. “Veía todos estos sellos discográficos de Colombia y Venezuela, y me di cuenta de que estos países estaban produciendo mucha música”.

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Primeras experiencias en Colombia

Durante su primer viaje a Cali, en 2006, se alojó en la casa del abuelo de un amigo cineasta. “Era un hombre viejo, muy chévere, un judío-húngaro. Tenía alzhéimer y me hablaba en yiddish, húngaro, alemán y español. ¡No entendía nada! Pero era un momento muy chévere estar allí”.

El temperamento colombiano se quedó grabado en su memoria. Todavía recuerda un viaje en camioneta a una viejoteca. “Mucha gente decía que Colombia era muy peligroso, que Cali era muy peligroso, pero mi experiencia fue lo contrario. Había tensión intensificada en algunas partes, ¡pero recibí una acogida intensificada! Todo el mundo fue muy acogedor”.

Cali, colaboraciones y el Sonido del Valle

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Esta estancia en Cali se convirtió en permanente en 2007, cuando instaló un estudio analógico, llamado Sonido del Valle, donde llegaron a buen puerto varios proyectos musicales y colaboraciones.

Holland habla apasionadamente del país donde vivió durante siete años y de su cultura musical. “Lo bueno de Colombia es que, generalmente, no hay discriminación sobre el origen de una canción, una buena canción es una buena canción y ya. En la música colombiana hay todas estas canciones conocidas que tienen influencias haitianas, cubanas, brasileñas o peruanas, pero se aceptan como colombianas. Aquí hay una aceptación de la diferencia”, afirma el inglés.

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En 2012, antes de los Juegos Olímpicos de Londres, Holland recibió una propuesta que no podía rechazar. “Estaba trabajando con Mario Galeano en Frente Cumbiero, quien tenía un contacto en el British Council. Estaban buscando una representación colombiana y nos dijimos que sería una muy buena oportunidad de crear un grupo pancolombiano de distintas edades”.

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Así nació el proyecto de Ondatrópica. “La idea era que a Mario y a mí nos gustaba una gran variedad de estilos de todas partes de Colombia, y sentíamos que se olvidaban muchos artistas de la vieja escuela de la escena musical colombiana”.

Ese mismo año grabaron su primer disco en los estudios emblemáticos de Discos Fuentes, en Medellín. “Una gran experiencia”, según Holland, particularmente la oportunidad de trabajar con Mario Rincón, ingeniero durante la época de oro de Discos Fuentes, “clave en esa sesión”.

En el concierto de Ondatrópica durante el Festival Estéreo Picnic, Holland tocó el acordeón, un instrumento que compró por primera vez en Montería en su luna de miel con su exmujer, una caleña.

Aprendió a tocarlo en Barranquilla, con la ayuda de Aníbal Velásquez, una de las leyendas de la música colombiana. Holland explica su interés por el instrumento así: “El cancionero colombiano es muy diverso, enorme, con muchas canciones de diferentes territorios y épocas, su origen es mestizo. Me parece chévere que el acordeón venga de todos estos territorios y que pueda interpretar todas estas distintas ideas”.

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Quantic y el Pacífico

El más reciente disco de Quantic se llama Curao, una colaboración mágica con Nidia Góngora, la cantante timbiquireña. El Pacífico es una región que apasiona mucho al inglés, de la cual habla muy sincera y respetuosamente cuando le pregunto si Góngora tuvo dificultades para convencer a ciertos miembros de su comunidad del valor de hacer música tradicional en un contexto diferente.

“La música rural del Pacífico nunca ha sido apoyada por ninguna industria musical, aparte de ciertos músicos que tenían oportunidades a través de Discos Fuentes en Medellín, como Peregoyo y su Combo Vacaná. Hay una tendencia a ser muy protector de esta música. La gente de la región del Pacífico ha sido marginada en la cultura colombiana durante muchos años. Prefiero que la gente valore las cosas, que me diga ‘esta música es especial, hay reglas’. Mucha de esta música es sagrada y tiene valor espiritual y hay que respetar eso”, asegura Holland.

Nuevas oportunidades en Nueva York

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Se fue de Colombia a Nueva York hace unos años, en busca de nuevas oportunidades, una decisión que no estuvo exenta de dificultades. “Cuando salí de Colombia creo que tuve una crisis de identidad. Siento que estoy comprometido con este país. Me encantan los colombianos, el país y su cultura. A veces puede ser un país difícil, hay mucha historia contradictoria, mucho sentimiento contradictorio, pero lo adoro”.

“Que ahora las canciones sean populares en Colombia me alegra mucho”

Su partida, sin embargo, no significa una ruptura con Colombia y su música. “Siento que tengo todavía una relación profunda”, continúa, “y ahora soy más feliz. Hay mucha música que hice aquí que no era muy conocida en este país. Era más conocida en el Reino Unido. Tal vez sonaba algunas veces en Radio Nacional, pero la gente no la escuchaba en Spotify. Pero ahora hay un público, no es tan grande, pero sí hay gente escuchando. Hice mucha música pensando: eso está muy chévere, a mí me gusta mucho, pero no sé si la escucharán. Tradition in Transition o Dog with a Rope, por ejemplo, eran discos con una idea más alternativa. Que ahora las canciones sean populares en Colombia me alegra”.

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Por Alfred Davies

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