Cada diciembre, en las novenas de aguinaldos y en los coros infantiles de colegios y parroquias, hay un villancico que aparece sin falta: Tutaina Tuturumaina. Su melodía es sencilla, el estribillo es fácil de recordar y, aunque todos lo cantan, pocos saben realmente de dónde salió o qué significan sus palabras.
Con el paso del tiempo, este tema se ha convertido en uno de los más representativos de la Navidad en Colombia, aun cuando su origen no es del todo claro.
¿Cuál es el origen de ‘Tutaina Tuturumaina’?
Lo primero que se debe tener claro es que se trata de un villancico antiguo, cuya autoría no está registrada. No hay una fecha exacta de origen ni un creador reconocido, lo que es común en muchas canciones que se han transmitido durante siglos de manera oral.
Lo que sí se sabe es Tutaina Tuturumaina que pertenece a ese repertorio navideño que se fue formando en América Latina desde los tiempos coloniales, cuando las celebraciones religiosas incluían cantos sencillos para que todos pudieran participar.
Una de las características más llamativas del villancico es su estribillo —“Tutaina Tuturumaina”—, que no tiene un significado literal. Es un conjunto de sílabas rítmicas creado únicamente para acompañar la melodía.
Este tipo de estribillos eran habituales en los cantos religiosos de la época porque permitían que niños y adultos se sumaran sin dificultad. La repetición también hacía más fácil que el villancico se quedara en la memoria y pasara de generación en generación.
Con el tiempo, canciones como esta empezaron a mezclarse con costumbres locales. Los misioneros que llegaban a diferentes regiones del continente solían adaptar melodías europeas e incorporarlas a ritmos y formas propias de los pueblos que encontraban. Por eso, algunos villancicos que hoy se consideran tradicionales tienen un aire festivo y cercano.
En Colombia, Tutaina Tuturumaina ganó fuerza sobre todo durante el siglo XX. Su inclusión en las novenas impresas, que circulan ampliamente en el país desde hace décadas, terminó de consolidarlo como uno de los villancicos más cantados en los hogares colombianos.
También ayudó el uso constante del tema en colegios, parroquias y eventos comunitarios de fin de año, donde los coros infantiles lo adoptaron en sus repertorios.
Hoy, la canción no necesita explicaciones para seguir vigente. Su melodía sencilla, su letra repetitiva y su ritmo alegre hacen que sea uno de los primeros villancicos que aprenden los niños. Además, se asocia directamente con los momentos familiares de diciembre, lo que la convierte en un símbolo emocional más que en una pieza cuyo origen sea relevante para el público.
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