Rap Bang Club y Norick se elevan en un culto sombrío al rap andino

El dúo bogotano vuelve a sorprender junto al integrante del colosal Rapper School, en una producción audiovisual novedosa e intachable en la que se sumen entre conjuros para liberar el poder del hip-hop del continente.

Redacción Música.
17 de agosto de 2017 - 11:30 p. m.
Karin B., Norick y Pezcatore. / Rap Bang Club.
Karin B., Norick y Pezcatore. / Rap Bang Club.

El Rap Bang Club parece estar dispuesto a reformar varias de las maneras de presentar el rap en Colombia. El dúo bogotano, conformado por Pezcatore y Karin B., lleva un año largo sorprendiendo con una propuesta que ha hecho de las colaboraciones y la innovación audiovisual -a cargo de la productora RinoFilms- su soporte, sin dejar de lado un mensaje sensato. El RBC es una agrupación que nació en medio de la dinámica del mundo digital, en la que las plataformas digitales y en especial YouTube representan una nueva ventana a todos los públicos. De ahí su interés por que el contenido que suben en su canal sea impecable; interés que los ha movido a buscar cómo empalmar con sus colegas nacionales y del continente. Bogotá y Medellín, en Colombia, Perú, Venezuela, España, son las banderas que ya tienen en su lista de colaboraciones mediante cyphers, cada uno con más detalles visuales y mejor ambientado que el anterior. Con esos videos de cyphers (encuentros de MCs en los que cada uno lanza rimas preparadas o improvisadas y demuestra su flow frente a cámaras), y sus sencillos, este colectivo pide pista entre las próximas grandes ligas del hip-hop de habla hispana.

Su más reciente trabajo es su segundo sencillo. Lo lanzan siete meses después de su debut en este sentido, con “Never grow up”, una canción lúcida con un video flamante, en el que dijeron presente de manera oficial. En medio de los dos sencillos entregaron un buen catálogo: una canción cada uno, un cypher del dúo, otro en Medellín con Mr. More, Prodemm, Young Pablo, Fly So High jugando de local, y otro más con el limeño Norick y el malagueño Foyone grabado en Bogotá.  

“Murderah”, nombre de la publicación, fue concebida de manera trepidante y es resultado de una apresurada producción en un estudio misterioso. Casi tanto como el resultado:

Los tres raperos expían sus temores y desasosiegos invocando el poder infalible del hip-hop. En el culto, y con ayuda de los cientos de elementos que emplean, dejan sus culpas y hasta sus errores para recibir el aliento de la música. “La idea era reinventarnos y ese es nuestro ejercicio constante. “Murderah” es el resultado de la fusión de todos los cambios que hemos querido conseguir y llevar a cabo, desde lo visual hasta lo sonoro. Es una nueva cara del Rap Bang Club que nos agrada bastante”, comenta Karin B. sobre el nuevo trabajo.

El rap es oscuro, tétrico. Y no solo en su letra. El beat que escogieron tiene matices de dub y hasta del hoy tan en disputa trap, pese a que esos visos sonoros no son del todo nítidos. Los ecos, reverberaciones y en general los sonidos opacos complementan el concepto musical y hacen de la canción un fármaco para los amantes de la música introspectiva.

Jamás se notará, pero la canción fue hecha en solo tres de los cinco días que pasó Norick en Bogotá. Así las cosas, la producción se trasladaría hacia la magia audiovisual, hecha por completo en el estudio Zenit Audio, gran responsable del efecto final que transmite la canción. En el lugar, según cuenta el dúo, se respira un ambiente muy similar al que se puede percibir desde el otro lado de la pantalla. Las luces, la humareda y los efectos hicieron a los tres cantantes sentirse en un verdadero santuario, que les permitió desenvolverse como devotos de ese ritual.

“Pudimos llegar a concretar ideas muy abstractas que teníamos. Todos nos salimos de nuestra zona de confort y ese fue el resultado”, asegura Pezcatore, quien alaba la experiencia de haber logrado otro trabajo con un nombre capital del rap latino. Al artista peruano lo describe como “un tipo bastante talentoso y ducho, con una trayectoria larga y laureada”, que fue un gran soporte durante las maratónicas jornadas de producción.

RBC continuará marcando la diferencia en la música de Bogotá. Es su gran meta. Hasta ahora, el único “pero” ha sido del público que no deja de pedirles conciertos desde cientos de rincones del país. Pero con lo bien rodeado que se encuentra el grupo, más los padrinos que han halado su nombre hasta otras capitales del rap del continente, muy posiblemente el nombre del grupo esté próximamente en los carteles más apetecidos de una industria musical cada vez más desconcertada por el hip-hop en español.

 

fgarcia@elespectador.com

Por Redacción Música.

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