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                                                                                                                              Rodolfo Aicardi: Un Elvis magangueleño

                                                                                                                              A propósito de la publicación de su biografía y del estreno de la serie “Loquito por ti”, del Canal Caracol.

                                                                                                                              CARLOS VIVES / ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

                                                                                                                              Marco Tulio Aicardi Rivera, “Rodolfo Aicardi”, nació el 23 de mayo de 1946 en Magangué, Bolívar, y murió el 24 de octubre de 2007, en Medellín. / Archivo

                                                                                                                              Yo nací en los años en que la carrera del gran Rodolfo Aicardi comenzaba a despegar, su particular timbre de voz y la música de las orquestas que lo acompañaban; hoy son una indeleble banda sonora en toda Colombia e Hispanoamérica. Ellos fueron los creadores de un sonido que nuestro país exportó en los años sesenta y transformó, sin siquiera imaginarlo, la música en otros países de habla hispana, como México y Argentina, tan solo para hablar de dos grandes potencias de la divulgación musical. (Lea: Hijos de Aicardi dicen que padre murió maltratado).

                                                                                                                              Pero para entender la vida y la obra de este personaje hay que entender sus orígenes. Rodolfo es de Magangué, es decir, ribereño, pero por tratarse del Río Grande de la Magdalena, técnicamente es costeño, y piensen ustedes, nosotros los costeños somos vistos por la gente del interior como seres un poco exóticos, extrovertidos, bullangueros, confianzudos, en suma, diferentes; entonces, para entenderlo, imaginemos a Rodolfo llegando a Medellín a sus quince años, cargando pocas cosas en su maleta, pero con su inmenso carisma de costeño, con su hablar bolivarense, con su juventud avasalladora y su arsenal de canciones, historias y personajes macondianos, tropicales, aprendidos bebiendo del seno del gran río grande. Y llegó a Medellín, a la metrópoli, a irrumpir en los corazones, a despertar la fantasía, la imaginación, pero especialmente la alegría de los habitantes del Valle de Aburrá.

                                                                                                                              Elvis magangueleño. ¿Se dan cuenta? ¡Es de Magangué! Y para entenderlo aún más, y entender el fenómeno de este personaje, que puede ser el mismo fenómeno de mi música pero en momentos diferentes, hay que saber que la industria de la música colombiana en esos años sesenta pasaba por un gran momento de creatividad y de nuevos sonidos. Claro, no era poca cosa el acervo folclórico del que se nutría la industria, y parafraseando al gran pensador Alvin Toffler yo le llamo la segunda ola, es decir, la industrialización de la música tropical, las primeras proyecciones eléctricas de las cumbias y de los vallenatos, un sonido nuevo para generar ritmos e historias que hasta ese momento eran parte de los sagrados altares del folclor. No sobra recordar que hasta entonces solo se llamaba música colombiana a la música del interior. (La música de los diciembres).

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Todos estos relatos que componen esta bella historia bailable, musical y hasta poética de un personaje que cambió el curso sonoro de un país se pueden encontrar en las líneas que vendrán a continuación escritas por Diego Londoño, un periodista y escritor que, más que letras, ve música en cada una de estas historias. Este es un texto que se le adeudaba a la gente, a cientos de fanáticos que gozaron con Rodolfo, su voz y sus canciones; y a las nuevas generaciones que, aunque no lo presenciaron en vivo, lo sienten presente a través de su música en cada festividad. Los dejo entonces con una gran historia llena de matices jocosos y divertidos y otros tremendamente conmovedores que configuran la radiografía de nuestro Elvis magangueleño: Rodolfo Aicardi.

                                                                                                                              * Prólogo, cortesía Penguin Random House Grupo Editorial

                                                                                                                              Rodolfo Aicardi no ha muerto

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Por eso este no es un texto para eruditos musicales, aunque podría serlo. Más allá de eso, es una historia para la gente, de la misma manera que la construyó Rodolfo Aicardi a través de su voz, cantando historias de la calle, de la realidad de la vida, del rico, del pobre, del triste, del feliz. Todos de una u otra manera con un lugar en esa voz impulsadora de pasiones y alegría desbordada. En pocas palabras no se alcanzaría a definir su grandeza, menos su vida y sus canciones. Y precisamente por eso nace este libro, como un homenaje a uno de los músicos colombianos más importantes en la historia. Como un agradecimiento a la música y a la vida de Rodolfo Aicardi, hoy y siempre inmortal. 
                                                                                                                              Diego Londoño, autor de la biografía.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Marco Tulio Aicardi Rivera, “Rodolfo Aicardi”, nació el 23 de mayo de 1946 en Magangué, Bolívar, y murió el 24 de octubre de 2007, en Medellín. / Archivo

                                                                                                                              Yo nací en los años en que la carrera del gran Rodolfo Aicardi comenzaba a despegar, su particular timbre de voz y la música de las orquestas que lo acompañaban; hoy son una indeleble banda sonora en toda Colombia e Hispanoamérica. Ellos fueron los creadores de un sonido que nuestro país exportó en los años sesenta y transformó, sin siquiera imaginarlo, la música en otros países de habla hispana, como México y Argentina, tan solo para hablar de dos grandes potencias de la divulgación musical. (Lea: Hijos de Aicardi dicen que padre murió maltratado).

                                                                                                                              Pero para entender la vida y la obra de este personaje hay que entender sus orígenes. Rodolfo es de Magangué, es decir, ribereño, pero por tratarse del Río Grande de la Magdalena, técnicamente es costeño, y piensen ustedes, nosotros los costeños somos vistos por la gente del interior como seres un poco exóticos, extrovertidos, bullangueros, confianzudos, en suma, diferentes; entonces, para entenderlo, imaginemos a Rodolfo llegando a Medellín a sus quince años, cargando pocas cosas en su maleta, pero con su inmenso carisma de costeño, con su hablar bolivarense, con su juventud avasalladora y su arsenal de canciones, historias y personajes macondianos, tropicales, aprendidos bebiendo del seno del gran río grande. Y llegó a Medellín, a la metrópoli, a irrumpir en los corazones, a despertar la fantasía, la imaginación, pero especialmente la alegría de los habitantes del Valle de Aburrá.

                                                                                                                              Elvis magangueleño. ¿Se dan cuenta? ¡Es de Magangué! Y para entenderlo aún más, y entender el fenómeno de este personaje, que puede ser el mismo fenómeno de mi música pero en momentos diferentes, hay que saber que la industria de la música colombiana en esos años sesenta pasaba por un gran momento de creatividad y de nuevos sonidos. Claro, no era poca cosa el acervo folclórico del que se nutría la industria, y parafraseando al gran pensador Alvin Toffler yo le llamo la segunda ola, es decir, la industrialización de la música tropical, las primeras proyecciones eléctricas de las cumbias y de los vallenatos, un sonido nuevo para generar ritmos e historias que hasta ese momento eran parte de los sagrados altares del folclor. No sobra recordar que hasta entonces solo se llamaba música colombiana a la música del interior. (La música de los diciembres).

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Todos estos relatos que componen esta bella historia bailable, musical y hasta poética de un personaje que cambió el curso sonoro de un país se pueden encontrar en las líneas que vendrán a continuación escritas por Diego Londoño, un periodista y escritor que, más que letras, ve música en cada una de estas historias. Este es un texto que se le adeudaba a la gente, a cientos de fanáticos que gozaron con Rodolfo, su voz y sus canciones; y a las nuevas generaciones que, aunque no lo presenciaron en vivo, lo sienten presente a través de su música en cada festividad. Los dejo entonces con una gran historia llena de matices jocosos y divertidos y otros tremendamente conmovedores que configuran la radiografía de nuestro Elvis magangueleño: Rodolfo Aicardi.

                                                                                                                              * Prólogo, cortesía Penguin Random House Grupo Editorial

                                                                                                                              Rodolfo Aicardi no ha muerto

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Por eso este no es un texto para eruditos musicales, aunque podría serlo. Más allá de eso, es una historia para la gente, de la misma manera que la construyó Rodolfo Aicardi a través de su voz, cantando historias de la calle, de la realidad de la vida, del rico, del pobre, del triste, del feliz. Todos de una u otra manera con un lugar en esa voz impulsadora de pasiones y alegría desbordada. En pocas palabras no se alcanzaría a definir su grandeza, menos su vida y sus canciones. Y precisamente por eso nace este libro, como un homenaje a uno de los músicos colombianos más importantes en la historia. Como un agradecimiento a la música y a la vida de Rodolfo Aicardi, hoy y siempre inmortal. 
                                                                                                                              Diego Londoño, autor de la biografía.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Ver todas las noticias
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