Royal Blood, los herederos de la realeza rockera

El dúo británico, que se presenta por primera vez en Colombia este domingo, es parte de la cuota rockera del Estéreo Picnic. Con una propuesta poco convencional ha logrado ascender a la cima del género en cinco años.

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esteban dávila náder
25 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.
 En 2013 Mike Kerr, dueño de la voz y el bajo, unió su talento a las virtudes del baterista  Ben Thatcher. Ellos dos son los genios de Royal Blood.   / Getty Images
En 2013 Mike Kerr, dueño de la voz y el bajo, unió su talento a las virtudes del baterista Ben Thatcher. Ellos dos son los genios de Royal Blood. / Getty Images
Foto: Getty Images for KROQ - Kevin Winter
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La primera vez que los escuché fue en la radio, como se escucha por primera vez a todas las bandas que rompen con lo común, que se hacen recordar por su música y que gritan que el rock no ha muerto. Cuando le pedí a un amigo que los escuchara, no me creyó lo que le dije al terminar: “Lo mejor es que son sólo dos tipos, un bajo y una batería”. Se río, “viejo, eso es una guitarra”.

Es comprensible. Un ensamble tan sencillo, pero tan poderoso, como ese es muy común en el jazz y en el blues, del que toman algo de inspiración, pero se presenta como todo un animal exótico, casi que único, en el mundo del hard rock. Hay que verlos, así sea en video, para comprobar que los riffs estridentes y los punteos agudos provienen, efectivamente, de un bajo de cuatro cuerdas en manos de un cantante que contrasta por su voz suave, melodiosa.

Su historia es sencilla y tan progresiva, enérgica, ruidosa y acelerada como la música que tocan. Corría 2013 cuando Mike Kerr, dueño de la voz y el bajo, volvió a Inglaterra de sus vacaciones en Australia. En el aeropuerto lo esperaba Ben Thatcher, el batero, para recogerlo. Son amigos desde la adolescencia y ya están llegando a los 30 años.

En el camino a casa, escuchando los riffs que Kerr había creado durante su viaje, decidieron montar una banda llamada Royal Blood, nombre que el cantante ya había usado durante su estadía en Australia. Esa misma noche, cuentan en las entrevistas que han dado, escribieron cuatro canciones que tocaron al día siguiente en un bar de Brighton, Inglaterra. Se tenían fe, y con buena razón.

Fue en uno de esos toques de bar que el destino golpeó a la puerta: entre el público se encontraba Matt Helders, baterista de Arctic Monkeys, quien no necesitó más que un simple gesto, utilizar una camiseta de Royal Blood durante la presentación de su banda en el Festival Glastonbury, en junio de ese año, para apadrinarlos.

Desde allí el ascenso fue meteórico. En noviembre de 2013 lanzaron su primer sencillo, Out of the black, acompañada en el lado B por Come on over, ambas pesadas, contundentes. Ese mismo mes los Arctic Monkeys los anunciaron como teloneros para dos shows en 2014, pero antes de eso, en diciembre, la BBC los nominó para el reconocimiento Sound of 2014, que resalta a los artistas más prometedores de cada año.

Luego llegaron a un segundo sencillo (Little Monster), un EP con las tres canciones conocidas y una cuarta (Hole), visitas a varios festivales en Europa, e incluso en Estados Unidos, y, en agosto de 2014, el primer álbum, de nombre homónimo, logrando quedarse por varias semanas en el Top 5 de Inglaterra. Lo lograron sin componer una sola balada, únicamente recurriendo a las revoluciones y la estridencia de las que ya hemos hablado y a letras cargadas de desafío, desengaño y desamor.

Con tanto, no es de extrañar que Dave Grohl, de los Foo Fighters, y Jimmy Page, de Led Zeppeling, a quienes el dúo citan como algunas de sus influencias junto a Nirvana, Queens of Stone Age y The White Stripes (que solían usar la combinación de bajo y batería en algunas de sus canciones), se encuentren entre sus filas de fanáticos. Quizá se deba a que, más que un reencauche del hard rock clásico, logran que su sonido sea una evolución bien lograda del mismo.

Ahora, con un nuevo álbum, How Did We Get So Dark, completamente fiel a la esencia de su primer trabajo, sin rayar en lo repetitivo, e incontables presentaciones en los festivales más importantes del mundo, incluido Rock in Río, Royal Blood llega para presentarse este domingo en el Festival Estéreo Picnic de Bogotá.

En una época donde se ha vuelto a dar al género por muerto, los británicos son una chispa que demuestra lo contrario, porque su juventud, letras y ritmo los convierten en auténticos herederos de la realeza del rock británico, e incluso del mundial. A la capital, como a cada tarima, llegarán a demostrar que su éxito repentino no es casualidad. Por lo menos mi amigo y yo estamos convencidos de ello.

Por esteban dávila náder

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