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Sting y Shaggy, más allá del álbum “44/876”

La relación del británico con el “reggae” está consolidada desde los años en los que experimentaba con la banda “The Police”. De ahí que su encuentro con el jamaiquino esté dando frutos sonoros, como la gira que los trae a Bogotá.

Juan Carlos Piedrahíta B.

19 de octubre de 2018 - 09:00 p. m.
Sting y Shaggy dicen que la unión para realizar el álbum “44/876” no estaba planeada. Todo ha sido un accidente a partir del “reggae”. / AP
Foto: Getty Images - Daniel Knighton
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Sting no nació para ser tercero. Su mayor logro durante la adolescencia quedó no en segundo sino el tercer plano. En la actualidad pocos recuerdan que este escuálido rubio llegó en una competencia atlética, en su natal Wallsend, Inglaterra, después de los dos que siempre se roban las miradas, el primero por triunfador y el segundo porque no le alcanzó el impulso y debió optar por una carrera rumbo al olvido.

Sin duda, Gordon Matthew Thomas Sumner, nació para ser mucho más que el tercero en pisar la línea de llegada en un discretísimo 100 Yard Sprint National Junior Championship, y su nombre tendría reservado un lugar importante en los escenarios del mundo, no como una figura del deporte sino como una estrella dentro del firmamento musical. Sin embargo, las actividades caracterizadas por el gran despliegue físico le dejaron nada menos que el sobrenombre de Sting.

Con este alias, que en castellano significa “aguijón”, jugó en la segunda división del Newscastle y también comenzó a destacarse como bajista y cantante en bandas de jazz, como Phoenix Jazzmen y la Newcastle Big Band.

En uno de los múltiples toques aficionados, subió al escenario portando orgulloso una camiseta negra con rayas naranjas que hacía parte de su indumentaria tradicional del entrenamiento futbolístico. Al ver ese llamativo vestuario, uno de sus compañeros le dijo que parecía una abeja, y desde entonces, Sting es Gordon Sumner tan solo para los incómodos trámites legales.

A kilómetros de distancia de la exigente competencia física, pero con las melodías en su poder, el inglés con ascendente irlandés pensó en la gestación de un cuarteto en el que estarían también el baterista Stewart Copeland y los guitarristas Andy Summers y Henry Padovani, quien desertó a los pocos meses de iniciado el proyecto. Con este obligado formato de trío, el rock logró potencializar su instrumentación básica (guitarra, bajo y batería) y The Police basó su propuesta en la herencia del punk de finales de la década de los 70.

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Con esta configuración estándar, Sting mostró sus habilidades como investigador musical y lo que comenzó siendo un regalo para un público exclusivo y alternativo, terminó siendo un imán capaz de atraer al público masivo. Con el paso de los años, muchos de los sonidos que despertaron interés en él, fueron parte esencial de una infraestructura que se iba amoldando a su propia exigencia. Por eso, dentro de los álbumes del colectivo The Police se pueden encontrar temas cercanos al jazz, una de las primeras influencias del artista.

Esa experimentación se mantiene desde los ya lejanos 70 con The Police, y durante estos 30 años de historia como solista, en los que Sting se ha dedicado a consolidar su nombre y a demostrar que el carisma mostrado durante tanto tiempo como frontman no es un engaño. Lo ratifica no solo el hecho de sus ventas millonarias, sino también su participación en películas como Quadrophenia, de sus colegas del grupo The Who, La prometida, Julia y Julia y las aventuras del Barón Munchausem.

En más de seis décadas de existencia (nació el 2 de octubre de 1951), la vida le ha hecho un guiño a Sting, pero él también le ha devuelto una sonrisa planteando interrogantes sociales, cuestionando decisiones políticas, burlándose de su personalidad y estableciendo alianzas que lo han hecho más grande.

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Una de las más sonadas en el último tiempo es la que consolidó con el jamaiquino Shaggy. Esa unión no estaba planeada; según Sting, coincidir para este disco fue algo accidental, por decir lo menos. Los dos artistas ya habían hablado algunos meses atrás sobre el video de una de las canciones, Don’t Make Me Wait, que lleva varios meses en Youtube y tiene un registro importante de reproducciones.

Desde ese momento, Sting pensó que era una excelente idea convocar al talento de uno de los artistas más reconocidos en el mundo del reggae, como Shaggy, quien ganó en 1995 un Grammy por su álbum Boombastic. De esta fusión binacional, Jamaica e Inglaterra, surgió el nombre del álbum 44/876, que tiene como significado la unión de sus prefijos telefónicos. “No creo que la gente se vaya a sorprender de que Sting haga reggae, pues The Police estuvo muy influenciado por esta clase de música. Puede que en papel veas las dos palabras y sea una loca combinación, pero cuando lo piensas no lo es tanto”, comentó en entrevista Shaggy.

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Ahora a Sting y a Shaggy los une mucho más que un discado telefónico, están asumiendo el reto de derribar las fronteras de la música y lo han hecho con una gira, con una amistad por ahora sólida, en la que el afán por sobresalir se queda en el camerino.

Sting & Shaggy. Domingo 21 de octubre en el Movistar Arena (Bogotá). Información y boletería: www.tuboleta.com

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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