Un planeta de música y pasiones

PARA LA OREJA DE VAN GOGH, hacer música sin pensar en lo que funciona comercialmente es la clave del éxito. La banda española se presenta en Bogotá y Medellín el 15 y 17 de noviembre.

Juliana Gil Gutiérrez - @juliigil
13 de noviembre de 2017 - 02:00 a. m.
A La Oreja de Van Gogh le gusta probar nuevas melodías, aunque no sean lo que el público espera.
A La Oreja de Van Gogh le gusta probar nuevas melodías, aunque no sean lo que el público espera.

Álvaro Fuentes, Haritz Garde, Leire Martínez, Pablo Banegas y Xabí San Martín son La Oreja de Van Gogh, quinteto de San Sebastián, en el País Vasco, que lleva veinte años haciendo música. Fueron cuatro cuando Amaia Montero —su exvocalista, aquella que cantaba Rosas, París y Muñeca de trapo— dejó el grupo para dedicarse a su carrera como solista después de estar casi diez años con la banda. En 2007 llegó Leire Martínez con una voz de tonalidades profundas y matices que España conoció en el Factor X, para entonar las letras de las melodías que acompañaron al pop español por una década y crear nuevos sonidos con el grupo.

La Oreja de Van Gogh estará en Colombia con su tour Planeta imaginario, promocionando su séptimo álbum de estudio, pero sin dejar a un lado las canciones que les han permitido atravesar barreras con su música como Rosas, La playa y Jueves.

Se tardaron cinco años para sacar un álbum con nuevas canciones, pero sienten que en ese período tuvieron más música que nunca, con tres años intensos llenos de escenarios, conciertos y público, hasta que volvieron a España para sentarse a componer.

Cuando van a escribir se encuentran en un salón de ensayo en San Sebastián y reúnen las ideas que les han propuesto, pero sólo ellos componen. Su objetivo es hacer la música que les nace, la que responde a su necesidad personal de contar historias “sin intentar contentar a nadie”.

Leire Martínez, su vocalista, lleva una década con la banda interpretando canciones inmortales del pop en español. Comenzó a cantar cuando estaba pequeña: sus papás le inculcaron la pasión por la música. No le gusta un solo género y puede pasar un día entero escuchando R&B y al siguiente salsa, jazz o góspel.

Tiene la certeza de que ama la música y, aunque no sabe por cuánto se dedicará a ella, en sus planes está la posibilidad de que, al terminar la gira del disco Planeta imaginario, que comenzó en 2016, vuelvan a sentarse a componer con el grupo en aquel salón de ensayos donde los instrumentos y sus notas son la mejor forma de comunicarse.

El Espectador habló con Martínez, una mujer que tiene la música entre sus pasiones, pero que nunca pensó que pudiera vivir de las canciones que interpreta.

Tienen una carrera de 20 años. ¿Hacer música para satisfacer sus necesidades ha sido el secreto del éxito durante tanto tiempo?

El hecho de que el proyecto sea verdad es porque somos nosotros, más que nada, y que eso que nos hace genuinos sea lo que a la gente le atrae. Es la forma de hacer canciones, de no intentar parecerte a alguien o repetir lo que existe. Si intentáramos contentar al público, buscando los ritmos que están de moda, dejaríamos de ser nosotros.

¿Cuándo descubrió que lo suyo era la música?

Sinceramente, ni siquiera ahora lo sé. Creo que la vida es larga; la música es una de mis pasiones, pero tengo más. Y el día de mañana, cuando nos hagamos viejos y la gente no quiera saber de nosotros, veremos qué pasa conmigo. Todavía no termino de creerme que vivo de ella. Jamás me llegué a plantear que iba a acabar aquí. Nunca terminé de creer que una de mis pasiones pudiera hacerse realidad y al día de hoy todavía me cuesta hacerlo.

¿Qué es lo más emocionante de dedicarse a ella?

Cuando te subes al escenario y tienes público delante es uno de los momentos más mágicos que se dan. Sonar, ver la reacción de la gente y cómo les llega lo que estás cantando. Es el momento en el que todo tiene sentido.

¿Cuáles son las voces que le gustan?

Me gustan muchas voces, sobre todo aquellas que me resultan de verdad, que intentan no imitar y logran ser auténticas con sus propias características. En general, me gusta la gente que me hace sentir.

Amaia Montero, Ana Torroja o Rosana: ¿con cuál de ellas se quedaría?

Son tres mujeres bien distintas con voces también muy diferentes. Reconozco que, por un tema de nostalgia de mi propia infancia y juventud, era muy fan de Mecano. Forma parte de mi historia musical, por lo tanto, Ana Torroja es para mí un referente de la música en español y de mi país. Sin desmerecer ni a Amaia ni a Rosana, porque son cantantes maravillosas, muy personales también, y únicas.

¿Qué otros artistas influenciaron su carrera musical?

No sabría decirte. Yo no me dedico a la música porque me gustara Mecano, sino porque en mi casa a mis padres les gustaba mucho, y a través de ellos me llegó esa pasión. Me motivaron para que comenzara historias musicales; ese fue el comienzo y de ahí todo se fue dando. Fui creciendo y teniendo relación con más gente a la que le gusta, tuve mis primeras experiencias en grupos y pasaron más cosas.

¿Qué sigue para La Oreja de Van Gogh?

Todavía le queda tiempo a la gira. Tendremos conciertos en España hasta finales de 2017, y probablemente el año que viene, por lo menos durante los primeros cuatro o cinco meses, seguiremos con la gira. Sentimos que aún le queda vida al tour, seguimos centrados en los viajes, en los conciertos, en cada show. Cuando pasemos esa etapa del año podremos pensar en nuevas historias y en nuevas canciones.

Por Juliana Gil Gutiérrez - @juliigil

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