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Vic Deal: un rap que no presume de calle

El rapero de Turbo, Antioquia, presenta “La costa nostra”, su cuarto trabajo discográfico, un álbum influenciado por los sonidos característicos de la costa oeste de Estados Unidos, con el que confirma su camino impredecible en la música.

Sara Kapkin
08 de noviembre de 2020 - 02:00 a. m.
l nombre real de Vic Deal es Víctor Hugo Ortiz y sus cuatro álbumes son: “Uno, dos” (2012), “1986” (2014), “De ego tripas” (2017) y “La costa nostra” (2020). / Archivo particular
l nombre real de Vic Deal es Víctor Hugo Ortiz y sus cuatro álbumes son: “Uno, dos” (2012), “1986” (2014), “De ego tripas” (2017) y “La costa nostra” (2020). / Archivo particular

Nadie, ni siquiera él mismo, se imaginó que iba terminar siendo rapero; pero hoy, después de cuatro trabajos discográficos —Uno, dos (2012), 1986 (2014), De ego tripas (2017) y La costa nostra (2020)— y casi diez años de carrera, resulta más extraño imaginarse a Vic Deal haciendo cualquier otra cosa, incluso ejerciendo como diseñador gráfico o en una banda de hardcore.

Pero el camino hasta convertirse en uno de los raperos más valorados de la creciente escena colombiana ha sido, más que largo, un asunto de paciencia. “Yo, desde que tengo recuerdos, he sentido fascinación por la música, y es una vaina de todos mis hermanos y es por mi papá, mi mamá. Ellos siempre han escuchado música. El gusto empezó por ahí”.

Víctor Hugo Ortiz nació en Turbo, Antioquia. Allí, a orillas del mar, vivió con su familia hasta los cinco años. El incremento de la violencia en el municipio motivó la decisión de su familia de irse. Primero a Medellín, por un año, luego a Barranquilla, y años después, de nuevo, a la capital antioqueña.

En Barranquilla, por uno de sus mejores amigos, José Ignacio de Castro, conoció el skate, y por el skate conoció, primero el punk y el ska, y luego el hardcore y el rap, cuando ya vivía en Medellín. A fin de cuentas, es el skate el que ha traído a Víctor hasta aquí, hasta donde apuntan los reflectores que lo señalan como uno de los protagonistas del rap colombiano.

“Cuando yo llegué a Medellín estaba como muy de moda ser barrista o ser muy valija o creerse pillo y esas vainas, y yo no sentía que encajaba con eso. En el hardcore encontré personas que me abrieron los brazos, un lugar al cual yo pertenecía, como que encajaba”.

El hardcore fue quizás el puente que le permitió unir la vida que llevaba en Barranquilla con la que empezaba a vivir en Medellín, una ciudad nueva, diferente, desconocida y con un historial de violencia único que había revolcado todo y modificado las formas de ser, de pensar y hasta de hablar.

Más de diez años y varias bandas después —Contra, I.A.N., Sin Mirar Atrás y Burning The Fallen—, Víctor Hugo Ortiz se alejó del hardcore y emprendió el camino del rap. “Yo no sé, yo sentí como un llamado a explorar en el rap. No tenía ni idea de nada, por fortuna cuando uno tiene un firme propósito, la vida pone las vainas en su sitio, entonces nada, di con los que eran, con los más empeliculados y ahí empieza ya como toda la historia en serio. Ver a The Equation Beats y al Arkeólogo, y entenderles su película me motivó”.

Pero el rap de Vic Deal no puede pensarse sin el hardcore. Este estilo de sonoridad le dio a Víctor Hugo Ortiz un lugar en Medellín, y ese lugar particular en el que encajó y que sentía propio es lo que caracteriza hoy su rap y le ha dado un espacio importante en la escena. Un rap desparpajado, que rebosa de humor, y un humor tan filudo y sagaz que roza los límites de la insolencia. Un rap que no presume de calle, hace alarde de su sobriedad (Vic mantiene la tradición straight edge del hardcore: una filosofía que se opone al consumo de drogas y alcohol y procura una vida sobria y consciente), y fija sus relatos más en el contexto que lo rodea que en lo que anhela. Un rap que pinta a los que están en medio, al promedio, a los que resisten en un mundo que repite hasta el cansancio que hay que soñar, que los sueños se cumplen y la pobreza es mental.

“Antioquia es muy conservadora y siento que acá la gente compra el libreto de hacer vida muy fácil, pues como que ya te endeudas por un apartamento, te compras un carro y ya sos exitoso y tenés hijos… como muy libreteado. Allá cada quien, pues… Pero yo crecí en el hardcore y siempre he sido muy crítico de los roles de la persona en la sociedad, de mi rol, de si tengo que hacer lo que los otros esperan de mí y yo creo que por ese lado yo he ido en contracorriente. Yo creo que nadie se imaginaba que yo iba a iba a terminar haciendo rap, ni yo”.

La costa nostra, su más reciente lanzamiento, es quizá la culminación de ese primer ciclo que empezó en 2009, cuando quiso probar en el rap y un amigo suyo, Daniel Restrepo Vélez, el Ruso —hoy ingeniero de grabación, mezcla y máster de Afterclass, el sello que fundaron al lado de Luis7Lunes y Maco Maat— le grabó su primera maqueta en un improvisado estudio en su habitación, y terminó con el lanzamiento de cuatro trabajos discográficos que la han permitido a Vic Deal consolidarse como rapero y encontrar su estilo, su identidad, su lugar.

Y desde ahí, desde ese espacio en el que se siente tan cómodo y confiado de su propuesta y su habilidad, publicó La costa nostra, un disco influenciado por el G-funk y los sonidos de la costa oeste de Estados Unidos, que busca dar protagonismo a su propia costa. Un disco que hace honor a Turbo, el lugar donde nació, su costa; a Medellín, que vive en ese limbo entre lo montañero y lo tropical, y a los raperos de aquí, de los que aprendió y a los que admira, y destaca siempre Alcolirykoz, No Rules Clan, Luis7Lunes...

Fueron tres años los que Vic Deal dejó pasar hasta el lanzamiento de este álbum. Tres años en los que puso a sonar su nombre cada vez más y más duro, participando en otros proyectos: produjo El armador del sol, de Luis7Lunes; Un ep de Maat, de Luis7Lunes y Maco Maat y algunas canciones de Pantone, de No Rules Clan, y en todos esos proyectos también intervino con versos. Colaboró también con Aven Rec e hizo coproducciones con DJH-Ignorancia Sofisticada. Y este año lanzó Out of Earth, el tercer EP que pública bajo el seudónimo de Bopscat.

“Es un proceso de aprendizaje como de nunca acabar, pero mientras uno no desista las cosas se van poniendo en su lugar”, dice Vic Deal, quien se mantiene tranquilo, constante, firme. Su carrera en el rap avanza como en la patineta, impulsada por él mismo.

Por Sara Kapkin

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