¿Y si J Balvin y La Pestilencia sí están preparando una colaboración?

J Balvin es el único reggaetonero que puede poner en duda a San Juan de Puerto Rico como capital del género. De la mano de Balvin y otros exponentes, Medellín es desde hace un buen tiempo la cuna de los “palos” que más se han bailado en las discotecas de Latinoamérica. Es tal el boom del reggaetón en la capital antioqueña que grandes artistas boricuas, quienes tuvieron la batuta hace unos años, hoy viven o visitan constantemente la ciudad para grabar, ofrecer conciertos y buscar colaboraciones. Es el responsable, en gran medida, de que cada vez más músicos fijen sus ojos en Medellín y en el reggaetón para darle un aire a sus sonidos. Un fenómeno que, sin embargo, no es propio de Medellín. O que lo digan Nicky Jam y Silvestre Dangond, Daddy Yankee y Luis Fonsi, o Ricky Martin y Wisin & Yandel: el reggaetón es cada vez más atractivo para hacer colaboraciones.

Algo parecido parecen estar teniendo entre manos J Balvin y La Pestilencia, una de las bandas de punk rock con más historia en Colombia. El pasado fin de semana, el Instagram de J Balvin se convirtió en epicentro de cientos de rumores por una historia que subió el reggaetonero en la que, en principio, aparece bajándose de su jet privado a su llegada a Los Ángeles. Pero el final de la publicación fue lo sorpresivo: un sonriente Dilson Díaz, vocalista de La Pestilencia, esperando a Balvin.

Tras la publicación, los haters de redes sociales se fueron lanza en ristre contra ambos músicos. Los puristas criticaron lo que consideraron como un hecho evidente, un proyecto musical conjunto entre los artistas. Otros afirmaron que simplemente son amigos y se encontraron en Estados Unidos. Y los más optimistas afirmaron que habían viajado juntos y que por eso apareció Díaz al final del video. Fue el propio J Balvin el que se encargó de aclarar qué estaba pasando.

“Saludos. Estamos acá grabando nuestro álbum. Se llama ‘Reggaerock’, una combinación muy explosiva para todos esos haters. Esperen lo mejor del ‘reggaerock’ o ‘rocktón’. Eso es lo nuestro”, publicó minutos más tarde un J Balvin que en ningún momento chistó sobre su afirmación. Sin embargo, a su lado Dilson Díaz no paraba de reír con el video que grababa su colega. Ese video fue, para muchos, la confirmación de una inusual colaboración de músicos en Colombia. Para otros fue todo lo contrario y aseguraron que la risa de Díaz ratificaba que era solo una broma y ganas de “picar” a, como dijeron, “todos esos haters” (como ya ha hecho el reggaetonero en su perfil).

Seguramente las semanas se encargarán de darle la razón a uno u otro bando, pero, más allá de si resulta, ¿qué pasaría si en verdad un reggaetonero y una banda de rock realizan una colaboración? ¿Por qué no? ¿Solo funciona si viene de afuera? Ejemplos los hay, y por montones, aunque quizás esta sería la primera fusión entre rock duro y reggaetón. El fondo de la controversia es el mismo en el que lleva enfrascado el país durante años, y que no les ha permitido a muchos artistas arriesgarse a innovar e intentar algo diferente por miedo a la reacción. Y no tanto de sus fans, sino más bien sus contradictores. Es el reflejo de por qué siguen existiendo tantos prejuicios en cuanto a la transformación de la música… pero solo de los artistas de Colombia. ¿O por qué esa misma polémica no se armó con las fotos de J Balvin y Skrillex o Jennifer López, que fueron solo unos días antes?

No es el primer caso de una rechifla anticipada a una colaboración de dos géneros o artistas diferentes. Hace varios meses Afaz Natural, fuerte exponente del reggae y hip hop de Medellín, tuvo, literalmente, que preguntarles a sus fans qué pasaría si hacía una nueva versión de su canción más conocida “Quizás” con un gigante del reggaetón. Sin mencionar de qué artista se trataba, de inmediato recibió una avalancha de reprobaciones; muchos hasta "amenazaron" con dejar de apoyar su carrera si lo hacía. Al final no ocurrió y el reggae perdió una oportunidad de oro para expandir sus fronteras más allá de los mismos dos o tres artistas que históricamente han representado el género. Y ni hablar de lo que ocurrió con la presentación de Compadres Recerdos, una banda que fusiona metal y reggaetón, en la última edición de Rock al Parque: abucheos e insultos de quienes, sin haberlos escuchado, ya tenían preparada su arremetida. 

J Balvin es el único reggaetonero que puede poner en duda a San Juan de Puerto Rico como capital del género. De la mano de Balvin y otros exponentes, Medellín es desde hace un buen tiempo la cuna de los “palos” que más se han bailado en las discotecas de Latinoamérica. Es tal el boom del reggaetón en la capital antioqueña que grandes artistas boricuas, quienes tuvieron la batuta hace unos años, hoy viven o visitan constantemente la ciudad para grabar, ofrecer conciertos y buscar colaboraciones. Es el responsable, en gran medida, de que cada vez más músicos fijen sus ojos en Medellín y en el reggaetón para darle un aire a sus sonidos. Un fenómeno que, sin embargo, no es propio de Medellín. O que lo digan Nicky Jam y Silvestre Dangond, Daddy Yankee y Luis Fonsi, o Ricky Martin y Wisin & Yandel: el reggaetón es cada vez más atractivo para hacer colaboraciones.

Algo parecido parecen estar teniendo entre manos J Balvin y La Pestilencia, una de las bandas de punk rock con más historia en Colombia. El pasado fin de semana, el Instagram de J Balvin se convirtió en epicentro de cientos de rumores por una historia que subió el reggaetonero en la que, en principio, aparece bajándose de su jet privado a su llegada a Los Ángeles. Pero el final de la publicación fue lo sorpresivo: un sonriente Dilson Díaz, vocalista de La Pestilencia, esperando a Balvin.

Tras la publicación, los haters de redes sociales se fueron lanza en ristre contra ambos músicos. Los puristas criticaron lo que consideraron como un hecho evidente, un proyecto musical conjunto entre los artistas. Otros afirmaron que simplemente son amigos y se encontraron en Estados Unidos. Y los más optimistas afirmaron que habían viajado juntos y que por eso apareció Díaz al final del video. Fue el propio J Balvin el que se encargó de aclarar qué estaba pasando.

“Saludos. Estamos acá grabando nuestro álbum. Se llama ‘Reggaerock’, una combinación muy explosiva para todos esos haters. Esperen lo mejor del ‘reggaerock’ o ‘rocktón’. Eso es lo nuestro”, publicó minutos más tarde un J Balvin que en ningún momento chistó sobre su afirmación. Sin embargo, a su lado Dilson Díaz no paraba de reír con el video que grababa su colega. Ese video fue, para muchos, la confirmación de una inusual colaboración de músicos en Colombia. Para otros fue todo lo contrario y aseguraron que la risa de Díaz ratificaba que era solo una broma y ganas de “picar” a, como dijeron, “todos esos haters” (como ya ha hecho el reggaetonero en su perfil).

Seguramente las semanas se encargarán de darle la razón a uno u otro bando, pero, más allá de si resulta, ¿qué pasaría si en verdad un reggaetonero y una banda de rock realizan una colaboración? ¿Por qué no? ¿Solo funciona si viene de afuera? Ejemplos los hay, y por montones, aunque quizás esta sería la primera fusión entre rock duro y reggaetón. El fondo de la controversia es el mismo en el que lleva enfrascado el país durante años, y que no les ha permitido a muchos artistas arriesgarse a innovar e intentar algo diferente por miedo a la reacción. Y no tanto de sus fans, sino más bien sus contradictores. Es el reflejo de por qué siguen existiendo tantos prejuicios en cuanto a la transformación de la música… pero solo de los artistas de Colombia. ¿O por qué esa misma polémica no se armó con las fotos de J Balvin y Skrillex o Jennifer López, que fueron solo unos días antes?

No es el primer caso de una rechifla anticipada a una colaboración de dos géneros o artistas diferentes. Hace varios meses Afaz Natural, fuerte exponente del reggae y hip hop de Medellín, tuvo, literalmente, que preguntarles a sus fans qué pasaría si hacía una nueva versión de su canción más conocida “Quizás” con un gigante del reggaetón. Sin mencionar de qué artista se trataba, de inmediato recibió una avalancha de reprobaciones; muchos hasta "amenazaron" con dejar de apoyar su carrera si lo hacía. Al final no ocurrió y el reggae perdió una oportunidad de oro para expandir sus fronteras más allá de los mismos dos o tres artistas que históricamente han representado el género. Y ni hablar de lo que ocurrió con la presentación de Compadres Recerdos, una banda que fusiona metal y reggaetón, en la última edición de Rock al Parque: abucheos e insultos de quienes, sin haberlos escuchado, ya tenían preparada su arremetida.