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Secretos de seda

De la mano de Eric Raisina, Camboya lucha por reconstruir las legendarias tradiciones que llevaron al país a producir la seda más fina del mundo.

Marcella Echavarría,Siemp Reap / Camboya

03 de mayo de 2010 - 04:20 p. m.
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Eric Raisina combina a la perfección el savoir fare francés con el picante de África y la serenidad de Asia. Nació en Madagascar, se educó en Francia y ha cultivado un estilo ‘afroasiaque’ único. Es un obsesionado por las texturas y desde hace poco más de dos años se dejó seducir por Camboya, su seda y la cultura khmer. Está comprometido con el desarrollo local y es abanderado de la preservación de las tradiciones que casi desaparecieron durante los años del Khmer Rojo, uno de los regímenes más violentos de la historia y que cayó hace 31 años.
Su atelier es uno de los destinos secretos de Siemp Reap, la ciudad patrimonio donde se encuentra Angkor Wat, la antigua capital del Imperio Khmer y uno de los complejos religiosos más grandes del mundo.

Sibarita, viajero y excelente cocinero, Raisina logra con la seda un mélange de efectos de plumas, esponjas, raffia, terciopelo, pieles y encajes que sólo se pueden apreciar al sentirlos. Su paleta de color va de lo sicodélico a lo sereno; adora los blancos, los cremas y el negro, el color que generalmente usa.

Eric Raisina empieza a ser una marca con fuerza y contenido. Produce para Yves Saint Laurent, Armani, Hermès, Lacroix, Loulou de la Falaise, los hoteles Aman y presenta sus colecciones en pasarelas internacionales. Para ver su propuesta en todo su esplendor, vale la pena una visita, sólo con cita previa, a su atelier en las afueras de la ciudad, en la vía que conduce hacia los templos, donde vive, trabaja e investiga junto con 24 artesanos khmers, quienes elaboran todas las piezas a mano con técnicas ancestrales.

“La sericultura en Camboya es tan antigua como los templos de Angkor Wat y mucho más refinada que la de los países vecinos. Lo increíble, y lo que me llamó la atención la primera vez que vine al país, es ver cómo cada casa tiene su propio telar y que todos los miembros de la familia lo usan para hacer sus sarongs ceremoniales. Eso sin contar con los motivos hechos en ikat, que recrean los relieves de los templos de Angkor Wat”, dice Raisina, quien admira los diseños de Artisan d’ Angkor, Tendance Khmer y Kashaya.

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Su principal material prima es la seda dorada originaria de Camboya, a la que califica como única, así como a las técnicas de telar y tejido que hacen parte del estilo de vida de la gente en el campo. “Crean diseños especiales, como el Hol, que se obtiene con teñidos y nudos para lograr distintos colores formando flores, paisajes, animales, personas o templos”, explica el diseñador.

De vuelta al pasado

Por décadas, la seda khmer no tuvo competencia en el mundo. Su suavidad y durabilidad la hacían única, especial y codiciada por reyes y emperadores. Pero el régimen del Khmer Rojo, liderado por Pol Pot, y que cobró la vida de casi dos millones de personas entre 1975 y 1979, destruyó el país, el hábitat de los gusanos de la seda morera y dio el primer paso hacia el fin de una tradición ancestral. “Este fue, sin duda, el momento más difícil de la seda en Camboya; cuando los extremistas quemaban las casas y sus telares para luego matar a las personas”, expresa Raisina.

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Durante los años sesenta la producción anual de seda en Camboya llegó a 150 toneladas. Después de la guerra, cayó a seis toneladas y sólo se lograron contabilizar unas 15 hectáreas de morera. El plan del Gobierno es aumentar esta cifra con el fin de pasar de 2.000 especialistas en sericultura a 6.000 y exportar cerca de 25 millones de dólares en cinco años. Asimismo, se espera que los 20.000 tejedores con los que cuenta el país asuman el reto, se profesionalicen y garanticen la calidad y el cumplimiento de los pedidos, sobre todo en épocas de cosecha de arroz. Para este fin, se han creado asociaciones como el Cambodian Silk Forum y el Khmer Silk Village Association.

“Es un esfuerzo significativo, pero en la visión de Camboya hacia el futuro hace falta tener en cuenta el elemento de novedad, diseño e innovación. También hay que enfocarse en los emprendedores y no sólo en los campesinos de base, quienes se olvidan de la seda tan pronto llega la cosecha de arroz”, señala Raisina, quien asegura estar enfocado en las versiones modernas de la seda sin perder el tradicional sentido del color y los diseños khmers. “Mi propósito es encontrar un balance entre dos mundos. Sería muy triste no lograr piezas de seda a la altura de los templos de Angkor Wat”, concluye.

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Caminos de seda

La seda dorada sólo se produce en las provincias de Takeo, Siem Reap, Banteay Srei y Meanchey, al noreste de Camboya. Es en el pueblo de Phnom Srok en donde se produce la seda más famosa y en la que unas 500 familias están dedicadas a la producción de la misma.

En Camboya, los textiles guardan todo un universo de significados, diseños y colores. Manifiestan el rango dentro de la sociedad, el género y hasta la ocasión. Además de la seda, los textiles tradicionales de Camboya son el hol, la krama, el sarong o sampot y el phamuong.

El hol es una tela muy elaborada con ikat, la técnica que caracteriza al país y que consiste en amarrar y en sacar partes de la tela para lograr cubrir sólo algunas secciones con ciertos colores. También se refiere al estilo de tejido y suele tener símbolos de estatus, riqueza, poder y prestigio.

La krama es bastante común en el país y la usan hombres y mujeres para cubrirse la cabeza, como toalla, alrededor de la cintura o para cargar cosas. Las hay en algodón y seda y la combinación más común es rojo y blanco o azul y blanco.

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El sarong, por su parte, es un pedazo de seda con distintos estampados que se pone alrededor de la cintura y se usa para estar en casa. Y el phamoung es una tela de seda sólida que se usa como falda y tiene una franja de contraste en la parte de abajo.

El legado de Kikuo Morimoto

El japonés Kikuo Morimoto lleva 25 años dedicado a la investigación de la seda dorada y a recuperar una de las tradiciones más antiguas del mundo. En 1996 creó el Instituto para los Textiles Tradicionales Khmer, en Siem Reap, desde donde promueve el renacimiento de la industria de la seda como alternativa económica rural, elemento de cohesión cultural, fuente de identidad, integración, sostenibilidad y calidad. “En todos estos años de trabajo estimo que sólo hemos alcanzado un 70% de la calidad que existía en el siglo pasado pero seguimos buscándola. Esta es una tradición de más de 4.000 años y su legado se ve reflejado en las esculturas de Angkor Wat”, dice Morimoto.

Su proyecto ha recreado un poblado de sericultura tradicional donde cerca de 200 familias siguen los procesos ancestrales de sembrado, recolección, elaboración, teñido y fabricación de telares y utensilios y realización de producto terminado.

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Morimoto también lidera el “Proyecto Sabiduría del Bosque”, que se enfoca en trabajar para reconstruir y preservar el hábitat de la morera, semillas, plantas y raíces que se usan para las tinturas naturales de uno de los mayores secretos del mundo.

Por Marcella Echavarría,Siemp Reap / Camboya

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