“Custodia compartida”, la ópera prima de Xavier Legrand

Luego de producir su galardonado cortometraje “Antes de perderlo todo”, el joven director francés opta por contar una historia de largo aliento.

El Espectador
05 de abril de 2019 - 02:00 a. m.
Xavier Legrand ganó varios premios, incluyendo cuatro Clermont Ferrand en 2013 y el César 2014 al mejor cortometraje con “Antes de perderlo todo”. /  Cortesía Cine Colombia
Xavier Legrand ganó varios premios, incluyendo cuatro Clermont Ferrand en 2013 y el César 2014 al mejor cortometraje con “Antes de perderlo todo”. / Cortesía Cine Colombia

Como en “Antes de perderlo todo”, en “Custodia compartida” se acerca a un drama social, ¿por qué?

No quería hablar de esto de manera noticiosa. Solo quería sensibilizar al público sobre este drama, con las herramientas de un tipo de cine que siempre me ha fascinado, como el de Hitchcock, Haneke o Chabrol; un cine que involucra al espectador jugando con su inteligencia y con sus nervios. El miedo está en el origen de Custodia compartida. El miedo a un hombre preparado para cualquier cosa, para encontrar a la mujer que quiere separarse de él y escapar de su extrema violencia.

Usted habla de “La noche del cazador”, de Charles Laughton, y “El resplandor”, de Stanley Kubrick, como sus principales fuentes de inspiración para abordar este tema, ¿es eso cierto?

Tres películas me guiaron para escribir el guion: Kramer vs. Kramer, La noche del cazador y El resplandor. Luego me olvidé de ellas al momento de filmar, pero me ayudaron a pensar temas que quería tratar y a encontrar los estados de ánimo de los personajes.

¿De qué manera empleó y trabajó los géneros cinematográficos?

Primero estudié mucho. Investigué a un juzgado de asuntos familiares, entrevisté a abogados, policías y trabajadores sociales y también hablé con grupos de hombres violentos. Un tema tan delicado requiere ser muy fiel a la realidad, evitando caer en la trampa del simple documental o del drama social que solo deriva en noticia. Invirtiendo el punto de vista de la historia, pude resaltar la tensión cotidiana. Adopté una dramaturgia en la que seguimos a un “héroe”: Antoine, pero desde el punto de vista de los diferentes obstáculos que debe superar para lograr sus fines: la jueza, su hijo y su exesposa.

Empieza la película de forma casi documental, con una escena de la pareja frente a la jueza, ¿por qué?

Quería crear la tensión y la carga emocional de este momento al filmarlo en la intensidad de su duración y poniendo el foco en el lugar de la jueza. Los personajes se ponen de frente, presentados por sus respectivos abogados. ¿A quién creerá el público? ¿A qué tipo de defensa es sensible? El espectador está inmerso en la incertidumbre, debe construir su propia idea. La película le muestra lo que pasa a continuación, lo que la jueza no verá.

¿Qué lo llevó a explorar el mismo tema de la complejidad social, de la violencia en sus dos primeras películas?

Ya tenía Custodia compartida en mente cuando filmé Antes de perderlo todo. Este es un tema que me afecta como ciudadano y probablemente no se le aborde lo suficiente. Mi cortometraje me llevó a todas partes en Francia, a veces al extranjero, para mostrarlo en las escuelas con el fin de debatirlo y sensibilizar a los jóvenes sobre este tema. Yo quería seguir cuestionándome la naturaleza de esta violencia, sobre la dominación del hombre, sobre la pareja, la locura de la posesión y, como soy un apasionado de hechos diversos, sobre la familia como corazón del cual se derivan la mayoría de los crímenes que están siendo rastreados.

¿Cómo fue el trabajo realizado con la parte de sonido, un componente vital de la cinta?

Casi no hay música en la película. La tensión proviene del uso de sonidos de la vida cotidiana y su alivio, el eco en un apartamento, el destello de un coche, un reloj, una alarma. Lo decidí desde el comienzo, la dramaturgia sonora estuvo presente desde el guion. No busco inclinar la historia hacia un clima fantástico, sino capturar el crujido de una realidad que provoca ansiedad. Fue igual para la puesta en escena, no busqué efectos espectaculares, sino la repetición de los mismos encuadres en lugares que visitamos varias veces.

Los actores lograron transmitir esa carga emocional, ¿cómo los eligió y cómo los dirigió?

Escribí con Léa Drucker en mente. Para mí, ella se fusiona con el personaje de Miriam, porque es una mujer para la cual la tormenta ya ha pasado y sabe que debe reconstruirse rápidamente. Léa trabajó mucho sola antes del rodaje y le di poca orientación psicológica. En cuanto al trabajo con Thomas Gioria y Mathilde Auneveux, tuve que proceder de formas muy diferentes. Para Thomas esta era su primera experiencia como actor, y para mí era muy importante que él entendiera cuál es la verdad del trabajo del actor y diferenciara la realidad de la ficción, sobre todo porque su interpretación es muy difícil, su personaje pasa por situaciones extremas.

Por El Espectador

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