Daniel Hernández, el alma de la fiesta

El “bartender” mexicano, que se ha dedicado a servir en los eventos de Hendrick’s Gin, dice que lo que más le apasiona del oficio es que su vida es una aventura constante.

El Espectador
22 de marzo de 2019 - 02:00 a. m.
Antes de ser “bartender”, Daniel Hernández fue mesero en México. / Cortesía
Antes de ser “bartender”, Daniel Hernández fue mesero en México. / Cortesía

¿De dónde nace la idea de ser “bartender”?

Trabajaba yo como mesero en una pequeña cantina, recuerdo que ya desde el principio me gustaba mucho el trabajo de los cantineros. Tiempo después, un amigo me regaló mi primer libro de cocteleria; lo vi todo en una sola noche, desde ahí decidí que quería ser bartender.

¿Cómo fue el proceso de querer dedicar su vida a las barras, los bares y los licores?

Mi primer acercamiento nace de la necesidad de conseguir un trabajo bien pagado o donde pudiera hacer dinero suficiente para mantenerme. Una de las grandes limitantes fue que en esos momentos, por razones de fuerza mayor, tuve que dejar la escuela. Comienzo como mesero, con el paso de los meses me voy enamorando del bar, la energía del bartender, la manera en la que él controla la fiesta por medio del flujo del alcohol, poder tomar un trago con los clientes, poder hablar con chicas lindas todas las noches, escuchar a las personas y aconsejarlas. Ser bartender es ser el alma de la fiesta.

¿Qué es lo que más disfruta del oficio?

En realidad creo que no hay una parte de este trabajo que odie; mi vida es una constante aventura en estos momentos. Todos los días conozco gente nueva, aprendo cosas nuevas. Hoy día ya no me limito solo a aprender cosas de bar, trabajo con chefs, con diseñadores, a veces con gente muchísimo más preparada.

En su experiencia, ¿qué hace que este whiskey Monkey Shoulder sea distinto a los que se encuentran hoy en el mercado?

Para empezar, podrás notar que tenemos un look muy distinto a otros productos, creo que sabemos combinar muy bien este estilo cool incluso un poco desalineado, pero sin perder el estilo.

¿Cómo fue su experiencia haciendo el diplomado en mixología en la Bartending School of Ontario en Toronto?

Increíble, me dejó muchos momentos muy lindos, me dejó muchos amigos, incluso frustraciones, ya que tuve que repetir mi examen final tres veces, la tercera era la vencida, si no lo pasabas a la tercera ya no lo podías volver a presentar, pero sobre todo mucho aprendizaje.

¿Qué le dejó en su vida profesional haber trabajado en el St. Regis México City, uno de los hoteles más prestigiosos?

Creo que en realidad todo comenzó aquí, si no hubiera entrado ahí, jamás hubiera conocido a estos dos grandes chefs, a las personas que me llevaron a un proyecto nuevo o vieron potencial en mí, a mis dos mejores amigos. Trabajar aquí me dejó conocer a gente talentosa que me impulsó a crecer.

¿Qué ha sido lo más complicado de ser independiente en este negocio?

Comencé desde cero; en esos momentos no tenía trabajo. Fue una época mala, no sabía ser responsable de mí mismo, salía demasiado a fiestas. Un día me llama un bartender y me pide que le ayude a cubrir un evento, el peor evento que he trabajado en mi vida: no había nada, no compraron el alcohol correcto y ese ha sido el momento más difícil para mí.

¿Por qué aceptó ser el embajador de la marca Monkey Shoulder?

Este era un puesto que tenía años esperando. Cuando empiezo a trabajar con William Grant como bartender para los eventos de Hendrick’s Gin, estaba intentando ser más responsable, y en un momento incluso capacito a bares como una especie de embajador no oficial. Pasa el tiempo, y el esfuerzo rindió frutos y me vuelvo el embajador oficial de la marca.

Por El Espectador

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