Darío Ortiz: “Los artistas colombianos estamos condenados a migrar o morir”

El ibaguereño, que salió del país en 1995, participa con ocho obras que hablan sobre la pintura y su relación con la historia del arte antiguo y contemporáneo.

El Espectador
05 de junio de 2019 - 02:00 a. m.
Darío Ortiz describe su obra como “humanocéntrica”, porque no se centra en paisajes, animales u objetos, sino en humanos. / Cortesía
Darío Ortiz describe su obra como “humanocéntrica”, porque no se centra en paisajes, animales u objetos, sino en humanos. / Cortesía

¿Cómo llegó a la Bienal de Venecia 2019?

Participé en el 2017 en la Bienal de Pekín y uno de los curadores europeos de la bienal fue Vincenzo Sanfo, quien parece que había conocido mi trabajo en la Florida años antes. De ahí me hizo la invitación para su proyecto en Venecia.

¿En qué pabellón participa?

Hago parte de una curaduría en el Pabellón de San Marino, cuyo curador, Sanfo, muestra la versatilidad del mundo del arte, en el cual la pintura figurativa se asocia al lenguaje multimedia y a la experimentación. Ese sentido polisémico, que une varios lenguajes, es una de las características fundamentales de la Bienal desde sus orígenes.

¿Cómo describe su obra artística?

Mi trabajo nace en la mente y luego se hace imagen. Es una idea llevada a la tela, por eso es una ficción. Utilizo la figura para decir lo que quiero y el resultado a veces puede ser más realista que en otros. La apropiación que hago de la pintura antigua es solamente una parte de mi trabajo y con ello pretendo desafiar la temporalidad impuesta por la lectura moderna de la historia y sus políticas culturales hegemónicas.

Venecia organiza la bienal de arte más importante. ¿Qué significa para usted estar presente?

Es muy importante. Soy consciente de lo atípico de mi trabajo dentro del arte contemporáneo y de lo difícil que puede ser darle una lectura correcta. Pero muestra también el posicionamiento que se ha alcanzado con lo que se ha realizado en México y Oriente en la última década. Con decirte que este año regreso nuevamente a la Bienal de Pekín.

En el siglo pasado fue un personaje muy presente en los medios colombianos, pero este siglo está más ubicado en México y España. ¿Por qué?

Desde 1995, la mitad del tiempo la he pasado fuera de Colombia. Florencia y Miami en los 90, luego Nueva York, Madrid y ahora Ciudad de México. La razón es muy simple: hay poco que hacer en Colombia. Para que te hagas una idea, nuestro país, con casi 50 millones de habitantes, tiene los mismos museos de arte que una ciudad pequeña como Guanajuato, en México, con menos de 200.000 habitantes. Todas las galerías de arte en Bogotá son una calle de las galerías de Nueva York. Los artistas colombianos estamos condenados a migrar o morir.

¿Qué opina del arte colombiano?

El arte colombiano está pasando por un momento inmejorable. Desde los años cincuenta no tenía un período tan floreciente. No hay evento importante en el mundo del arte que no cuente hoy en día con la presencia de un colombiano. El movimiento bogotano es solo la punta de un iceberg. Hay muchos artistas colombianos que tienen éxito en el extranjero y ustedes en la prensa colombiana ni se enteran.

En medio del “boom” del arte contemporáneo, ¿por qué apostarle a una obra que rescata los valores tradicionales de la pintura?

Yo no le apuesto a ninguna tradición; mi trabajo es contemporáneo o no estaría en Venecia. Además, ¿cuál tradición? En Colombia no ha habido tradición de pintura, han sido unos cuantos nombres educados afuera. Nunca hubo academias en el sentido europeo del término; ni siquiera hoy hay una sola pinacoteca que merezca ese nombre. A cada uno de nosotros nos ha tocado inventarnos la pintura. Además, qué cosa más aburrida sería rescatar la pintura académica o las fábricas de ángeles volando y de retratos mentirosos de monarcas y papas. Pintar figurativo hoy es un acto de rebeldía y el arte contemporáneo lo hacemos los rebeldes.

Este año vuelve a exponer en Colombia, en el Museo Rayo. ¿Cuándo fue la última vez que exhibió su obra en el país?

Mi última individual en Colombia fue en el 2013. Este año expongo en Cartagena, Roldanillo, Ibagué y Medellín. En el Museo Rayo hay una docena de pinturas cuya curaduría hizo Miguel González, eligiendo las que por cierta complejidad de composición y de confrontación histórica podían mostrar el trabajo por el que he sido más conocido.

¿Qué lo mantiene unido a Colombia?

Todo. Salí de Colombia, pero Colombia no ha salido de mí.

Por El Espectador

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