Diego Trujillo: “La risa es mi mecanismo para decir lo que pienso”

Diego Trujillo presenta la segunda temporada de “Elogio a la estafa”, una “stand up comedy” que narra cómo los seres humanos son engañados en las distintas etapas de la vida. La obra se presenta en el Auditorio Skandia.

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20 de noviembre de 2019 - 02:00 a. m.
Diego Trujillo se ha alejado de la televisión para dedicarse a la comedia. / Cortesía
Diego Trujillo se ha alejado de la televisión para dedicarse a la comedia. / Cortesía

¿Cómo afronta esta nueva temporada?

Hay gran diferencia entre estrenar y hacer una segunda temporada, una de ellas es que con la segunda se está más seguro con el producto y la solidez del show. Eso le da a uno tranquilidad, y eso se manifiesta en el escenario. Cuando la hacemos nos liberamos de toda la tensión.

¿Tiene algún cambio esta segunda temporada?

Sí. He realizado cambios a lo largo del camino, eso es lo más bonito del teatro y de la experiencia en vivo, porque siempre hay cierta retroalimentación que tiene que ver con la reacción del público, que ayuda al surgimiento de nuevas ideas y ajustes a las que no funcionan. Además, escribo cosas nuevas.

¿Qué hace cuando parte del diálogo no tiene la acogida que esperaba?

Hay comentarios que no funcionan y que simplemente están mal escritos o mal planteados. En cambio hay otros en los que me empeño en decirlos en el escenario, porque tienen un mensaje, debido a que parte de lo que hago es hacer humor con sentido. Y me interesa que la risa sea un mecanismo o instrumento para decir lo que pienso sobre algún tema, en este caso acerca de la estafa; entonces hay textos que no puedo quitar.

¿Considera que es un lujo dejar algunas partes del guion?

Sí, en la mayoría de los casos lo es, pero cuando hablo de políticos en la obra no produce el efecto que uno pensaría de una stand up, que es risa permanente, en esos momentos hay silencios que me permiten construir un discurso, que después genera una reacción. Siempre estoy abierto a la crítica y soy el primero en quitar lo que no funciona.

¿Cuándo empezó a escribir “Elogio a la estafa - Stand Up Parody”?

Empecé a mediados del año pasado. Un empresario de Medellín nos pidió a cuatro comediantes que escribiéramos un monólogo de quince minutos sobre estafa, y me pareció muy interesante el tema, entonces comencé a escribir y me salió una gran cantidad de material, que daba para hacer un show de una hora o más, y desde ese momento me propuse escribir este proyecto. Me demoré seis meses en escribirlo y dos meses en montarlo.

¿Fue más fácil para usted hacer “Qué desgracia tan infinita” o “Elogio a la estafa”?

No diría que más fácil, sino que con Elogio a la estafa ha fluido mucho más, porque la experiencia que tengo escribiendo mis propias obras me ha permitido conocer mis ritmos, saber qué necesito para empezar a escribir y no voy disparando a ojo cerrado, además de concretar las ideas y lo que se debe hacer para que sea producto.

¿Qué le indica que la obra ya está lista?

Cuando termino un texto lo sé, pero eso no significa que el proceso haya terminado; luego se lo paso a unos lectores para que lo lean y me hagan observaciones, que acojo y le hago modificaciones; después hago el proceso de montaje, en el que realizo una apuesta en escena frente a un público escogido por mí, que me deja una retroalimentación que me ayuda a reescribir lo que no funciona.

¿Por qué se ha alejado tanto de proyectos televisivos?

Hace mucho tiempo no actúo para televisión. La última vez que hice una novela para ese formato fue hace como cuatro años. La televisión se me ha venido yendo de la vida.

Cuando está haciendo sus papeles en televisión, teatro o en “stand up”, ¿es un actor o está siendo usted mismo?

En las “stands up” es cuando más estoy yo, porque esa es la esencia, que sea la persona más que el actor, pero en términos generales tiene que ser el actor desnudo hablando y burlándose de sí mismo frente al público, para que los demás se rían de ellos mismos.

¿Es distinta la retroalimentación del público cuando hace una obra y una “stand up comedy”?

Hay una diferencia, y es que el público sabe diferenciar a un comediante que está haciendo una stand up de un actor que está representado a un personaje, y se sabe porque con el comediante interactúan y con un actor no lo pueden hacer.

¿Qué ha encontrado en el teatro?

Lo que encontré fue poder romper con la timidez. Cuando me paraba en un escenario podía hacer y decir lo que fuera sin sentir que estaba siendo juzgado, eso fue lo que me fascinó del teatro y la actuación, porque podía expresar mis sentimientos.

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