El pereirano que es “pura comedia”

Su familia dice que desde pequeño era un payaso, hablaba mucho y hacía reír, y en ese talento encontró un oficio para toda la vida. Aunque él no ríe con facilidad, ha encontrado la clave para hacer sonreír a los demás.

El Espectador
07 de febrero de 2018 - 03:00 a. m.
Franko Bonilla y otros comediantes estarán en temporada con “Clandestinos”, todos los miércoles de febrero  /Mauricio Alvarado - El Espectador
Franko Bonilla y otros comediantes estarán en temporada con “Clandestinos”, todos los miércoles de febrero /Mauricio Alvarado - El Espectador
Foto: MAURICIO ALVARADO

Su apodo “pura comedia papá”. ¿De dónde viene?

Nació sin buscarlo. Sentado frente al computador hace cinco o seis años, estaba hablando con un familiar lejano por internet, contándole los proyectos que tenía, y el hombre desde el otro lado me dijo: “Ah, bueno, hermano. Usted siempre ha sido pura comedia papá”. Cuando me puse a leer de nuevo el texto me di cuenta de que es una frase sonora y con recordación, entonces decidí firmar así.

¿A usted qué lo hace reír?

Muy pocas cosas, no río con facilidad. Prefiero hacer reír a los demás. Una exnovia sí lograba hacerlo, me cogió como el punto débil para sacarme la risa. Creo que de las pocas cosas que río con honestidad es de las realmente casuales y espontáneas, porque lo preparado no me gusta, y ella era una espontaneidad que en donde quiera que estábamos salía con cosas que me hacían reír. Pero Franco Bonilla, por lo general, no ríe.

¿Entonces para sus shows también busca hacer reír con cosas espontáneas?

Claro que sí. De hecho, dentro del gremio de los comediantes me caracterizo por la improvisación, me la paso hablando con el público en el escenario y no me impongo un tema en especial, sino que hablo de las cosas que van sucediendo.

¿Cuál es su truco para hacer reír?

Hablar de lo que nos pasa a diario, en un lenguaje normal, coloquial y sentido. Respeto a muchos comediantes que usan lenguajes más exclusivos, pero prefiero hablarles de tú a tú a las personas, ponerme a la altura del público y ser un parcero más.

¿Para usted ha sido fácil dedicarse a la comedia?

Fácil no, porque desmeritaría el oficio, esto necesita disciplina, trabajas hasta diez o quince horas al día porque hay que sentarse a escribir la comedia. Requiere lo mismo que cualquier profesión.

¿Cuánto tiempo se demora creando un “stand up”?

Puede ser alrededor de seis meses. Comienzas a coleccionar ideas, andar con una libreta de apuntes las 24 horas del día porque no sabes en qué momento se te venga a la cabeza una imagen que después llevas al escritorio y comienzas a hacer todo el trabajo de elaboración de la comedia para luego plasmarlo en el escenario.

¿Qué le dijo su familia cuando le comentó que se quería dedicar a ser comediante?

“Yo sí sabía. Este chino habla hasta por los codos, es un payaso”, dijo mi mamá. No pensaba que fuera a vivir de eso, decía que los que cuentan chistes no ganan dinero, hasta que la primera vez me gané $300.000 por hablar diez minutos y tuvo otra perspectiva. Pintaba para eso desde muy pequeño, porque no podía quedarme callado, pero luego me di cuenta de que si lo hacía bien podía cobrar, y ya llevo 16 años de vivir de eso.

Aunque su mamá se refirió a “contar chistes”, para usted es importante una diferenciación entre ser comediante y contar chistes.

Claro, la diferencia es mucha, son dos formas distintas de hacer humor. Hay una diferencia teórica grandísima, el chiste es algo más sencillo, el stand up no necesariamente va de inmediato a la risa, es ante todo una reflexión y una crítica de un tema que quieras hacer. Detrás de la reflexión debe estar el humor. Tomas un tema, pones tu posición, lo elaboras como comediante y eso debe hacer reír, es un proceso un poco más complejo.

¿Sobre cuáles temas le gusta reflexionar?

Sobre todo lo que viva el ser humano. Lo que comemos, la forma de vivir de cada uno de nosotros y cómo utilizamos la naturaleza. Todo se convierte en la posibilidad de hacer humor desde que se ponga el punto de vista en la reflexión.

Para sus presentaciones no pueden faltar las gafas.

Son unas gafas formuladas, pero desde que me las recetaron, hace un año y medio, comencé a usarlas y me dio el antojo de coleccionar marcos. Ahora tengo 16. Me gusta usar un marco verde que se convirtió en un referente gráfico.

Por El Espectador

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