Fernando Ramírez, el caldense que es ejemplo para Iberoamérica

Será galardonado en el Festival Gabo de Periodismo con el Premio Clemente Manuel Zabala a un editor colombiano ejemplar. Cree que la sala de redacción debe ser una tertulia permanente.

El Espectador
29 de septiembre de 2017 - 04:00 a. m.
Fernando Ramírez es un convencido de que se puede hacer un buen periodismo desde las regiones .    / José Fernando Tangarife - “La Patria”
Fernando Ramírez es un convencido de que se puede hacer un buen periodismo desde las regiones . / José Fernando Tangarife - “La Patria”

¿Qué significó para usted entrar a “La Patria”?

Venía de la universidad y no había trabajado en periodismo. Tener la oportunidad de ejercerlo era una maravilla para mí, sobre todo en una ciudad cercana a mi pueblo, Pensilvania.

¿Por qué eligió el periodismo?

Estaba entre el periodismo y la filosofía, pero encontré periodismo nocturno. Al tiempo que estudiaba, trabajaba. Fui mensajero y laboré en una bodega.

¿Cuál ha sido el momento más difícil de su carrera?

El asesinato de Orlando Sierra, mi jefe. Uno nunca espera eso. Era el guía de todos nosotros y que las fuerzas corruptas que él denunciaba lo asesinaran frente al periódico, fue difícil. Me tocó asumir la redacción. Tuve que lidiar con los sentimientos de dolor y rabia que teníamos todos y sacar el periódico adelante.

¿Qué legado le dejó Orlando Sierra?

No hay que transigir con el poder, hay que denunciarlo como sea.

¿Recuerda momentos gratificantes?

Son muchos. Cuando a un ciudadano le solucionan un problema que denunciamos a través del periódico, o en el momento que a uno de los periodistas lo buscan de otro medio importante y se lo llevan porque se hizo acá ¡Es lo mejor! Es la mayor gratificación que uno recibe en este oficio: conocer gente agradecida con un periódico como La Patria, que es de la comunidad.

¿Por qué eligió quedarse en las regiones?

Se puede hacer buen periodismo desde la región, con calidad de vida para uno. Aquí, en La Patria, me han dejado hacer un periodismo serio, honesto, duro e investigativo. Vivo en una ciudad que tiene calidad de vida, donde puedo ver a mi familia, tengo los fines de semana y se pueden hacer cosas.

¿Cuál es la misión más importante de un editor?

Hay que inspirar a los periodistas para que desarrollen lo mejor de sus talentos. No todos tienen los mismos y no muchos se dan cuenta de lo que tienen. Es uno el que debe guiarlos en ese camino.

¿Qué significa ser elegido como el editor ejemplar de este año por el Premio Clemente Manuel Zabala?

Mucha alegría y susto, porque no me esperaba una cosa de este tamaño. Creo que es una responsabilidad muy grande, porque si no me lo merezco hay que buscar que me lo merezca.

¿Cree que se lo merece?

Hay mucha gente que se lo merece, personas que trabajan silenciosamente en las regiones. De pronto yo soy más bulloso.

¿Por qué “trabajar silenciosamente desde las regiones”?

Porque el periodismo es para mostrar las satisfacciones y los problemas de la gente, no para mostrar a los periodistas.

¿Cree que se ha perdido ese valor?

Mucho. Estamos en una época del “yoísmo” en el periodismo, donde la gente cree que importa lo que le pasa a quien escribe una crónica y no a la gente que está en ella. La cámara se fija en el periodista y no en los problemas de las personas sobre quienes se cuenta una historia. Cada día hay mucho más de eso.

¿Cuál es su mensaje para los periodistas y los editores?

El periodismo de calidad se puede hacer desde las regiones. La redacción tiene que ser una tertulia permanente, no de dictadores o editores que se imponen, sino de personas que trabajan de la mano con cada uno de sus compañeros.

Por El Espectador

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