Frank Harb y la salud del tenis colombiano

Por más de 20 años, Colsánitas ha apoyado a los principales deportistas y ha consolidado su torneo de tenis femenino como uno de los más importantes de Suramérica.

El Espectador
04 de mayo de 2018 - 02:00 a. m.
Frank Harb es vicepresidente comercial de Colsánitas. / Cortesía
Frank Harb es vicepresidente comercial de Colsánitas. / Cortesía

¿Cómo una compañía de medicina prepagada se convierte en un actor protagónico del tenis colombiano?

Se unen varias cosas: pasión, amor por Colombia, deporte y salud. Son cosas que van de la mano y que le dieron nacimiento al tenis de Colsánitas. Nació con semilleros y de ahí surgieron figuras como Fabiola Zuluaga, Santiago Giraldo, Alejandro Falla, Mariana Duque, Robert Farah y Juan Sebastián Cabal. Son muchos años de dedicación, las cosas que se planean a largo plazo y se hacen bien desde el comienzo terminan bien. Y ese es el caso del tenis colombiano.

¿Cuál es el principal objetivo del patrocinio de Colsánitas a los deportistas?

Se quiere colocar al tenis colombiano en la élite mundial. Estamos retomando lo que en algún momento hicimos y pausamos: apoyar a las semillas y nuevas generaciones que vienen, como personas, deportistas y profesionales que son. Es el caso de Emiliana Arango y María Camila Osorio.

¿Cómo surgió esa relación?

Empezó por pura casualidad. Nosotros creíamos que definitivamente para generar la imagen que buscábamos como empresa de salud, lo mejor era probar que hacíamos las cosas bien. Tanto en el ámbito de la salud como en el profesional. De ahí nació la idea y nos aliamos con Uriel Oquendo, quien tenía la Academia Colombiana de Tenis. Poco a poco nos apersonamos de la academia y tuvimos el apoyo de las principales personalidades de este deporte.

Y así nació también la Copa Colsánitas, el torneo de tenis femenino más importante de Suramérica.

Así es, al comienzo ninguno daba un peso por ella. Fue saliendo poco a poco hasta que se convirtió en lo que es hoy en día. El certamen cumplió este año 26 ediciones como torneo profesional y 21 como adscrito a la WTA.

En Colombia no es muy fácil formarse en el tenis. Por ejemplo, Emiliana Arango partió a Estados Unidos en busca de mayor competitividad…

Yo creo que no hay una sola manera de hacer las cosas. Lo que hizo Emiliana Arango de entrenarse en Estados Unidos para foguearse con más figuras, eso está muy bien. Pero, por ejemplo, María Camila Osorio, de la misma edad, tiene a Alejandro Falla como entrenador y cuenta con un programa especial para que se siga formando. En el futuro los resultados hablarán por sí solos. Esperemos que ambas los consigan, así hayan utilizado caminos diferentes.

¿Qué diagnóstico hace de la cultura tenística del país? Los buenos resultados han hecho que la gente se interese más por este deporte. ¿Cree que aún falta más apoyo?

Definitivamente, hice la primera Copa Colsánitas y se nota la diferencia con esta edición. Ya viene más gente. Hace 25 años uno les pedía a los medios que apoyaran a los tenistas. Ahora es el público el que quiere saber de ellos.

¿Qué ha sido lo más duro y lo más gratificante del apoyo de Colsánitas al tenis durante estas dos décadas?

Lo más difícil, cuando los pelados se descorazonan. Y lo más lindo, la sonrisa que llega por los triunfos. Eso paga todo.

Por El Espectador

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