Jean-François Riche: “Mi oficio consiste en que el espectador pase un buen rato”

En “El emperador de París” presenta su visión de Eugène-François Vidocq. La película es protagonizada por Vincent Cassel, un actor con quien ha tejido una relación basada en la confianza.

El Espectador
10 de octubre de 2019 - 02:00 a. m.
Jean-François Riche dirige “El emperador de París”, filme que se estrena hoy.  / Cortesía
Jean-François Riche dirige “El emperador de París”, filme que se estrena hoy. / Cortesía

¿Qué sabía sobre Eugène-François Vidocq antes de leer el guion?

Había leído sus memorias y había visto la serie con Claude Brasseur. Como aficionado de la historia, particularmente del período que va de la revolución al Imperio, conocía el contexto. Vidocq nació durante la monarquía de Luis XVI y murió durante el Segundo Imperio, así que vivió la Revolución francesa, por la que luchó en Valmy y Jemapes, luego en el Directorio, el Consulado y el Primer Imperio, la Restauración, Louis-Philippe y la Segunda República; todas estas épocas le aseguraron una vida muy intensa.

El protagonista, Vincent Cassel, dice que al descubrir el libreto tuvo una sensación de certeza…

Siento lo mismo. Cuando se me presenta un proyecto, primero busco los argumentos para rechazarlo. Aceptarlo es dedicar tres años de mi vida, por ello esto no es trivial. Pero aquí, el personaje, un exconvicto que se convierte en policía, la época en que se desarrolla y el libreto me sedujeron.

¿Cómo trabajó en la adaptación con Eric Besnard?

El guion de Eric estaba tan estructurado como pocas veces se puede encontrar. Solo propuse introducir elementos de contexto histórico y realismo que no estaban presentes. El Imperio es un momento apasionante y evocarlo a través de un personaje conocido me permitió sumergir a la audiencia en esa época. Vidocq pasó por todos los estratos de la sociedad, lo que me permitió abordar el aspecto social, que era importante para mí. Quería que cada personaje fuera aplastado por otro, como en las muñecas rusas, puedes salir de una camisa de fuerza pero te encuentras en otra, porque siempre hay alguien que te domina. La primera toma de la película muestra la prisión y las tierras bajas; la última, el poderío del Imperio. Una gran brecha, al igual que su carrera.

¿Qué sensación le gustaría que el público experimentara al ver la película?

La de participar en una aventura. Un viaje en el tiempo. Mi oficio consiste ante todo en que el espectador pase un buen rato. Trabajé en una fábrica durante cinco años, trabajé en la seguridad y en un supermercado y todavía recuerdo las películas que veía entonces, las que me contaron historias que todavía están impresas en mi memoria, aventuras que viví con todos sus personajes. Era Mad Max y buscaba gasolina en el desierto. Era Rocky y me entrené golpeando la carne a las seis de la mañana. Saltaba por la ventana del tren para huir al Círculo Rojo. Participaba en la revolución con los proletarios de octubre. Yo fui el hombre que mató a Liberty Valance. Esto es el cine. Una inmersión. Si puedo contribuir a eso estaré muy feliz. Dos horas de diversión... puede no parecer mucho; pero es mucho.

Le gustan los personajes que se revelan en la acción. ¿De qué manera se da esto en el caso de Vidocq?

Es un hombre que dice que no. Asume su destino con sus propias manos, dice que no al determinismo social. Me gusta que un personaje se enfrente a una situación donde la necesidad es ley. Pero la acción solo me interesa si la transforma. Vidocq está huyendo, tratando de liberarse. Pronto surge la pregunta del precio a pagar. Para recibir su carta de salvación, se compromete a ayudar a la Policía. Se da cuenta de que su efectividad corre el riesgo de encerrarlo en este papel. Lo que equivale a dejar una prisión por otra.

Por El Espectador

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