Una ventana para unir el circo y el teatro

Érika Ortega creó La Ventana Producciones hace 10 años como un laboratorio de formación y creación artística. Ha dirigido seis producciones y lidera procesos de transformación social a través de sus obras.

El Espectador
21 de noviembre de 2017 - 09:07 p. m.
 Érika Ortega Cortez estudió actuación en la Academia Superior de Artes de Bogotá (ASAB). / Mauricio Alvarado - El Espectador
Érika Ortega Cortez estudió actuación en la Academia Superior de Artes de Bogotá (ASAB). / Mauricio Alvarado - El Espectador

¿Por qué creó La Ventana Producciones?

Fue un proyecto que comenzó hace diez años con Juan David Villa –él, payaso y psicólogo; yo, actriz– cuando quisimos empezar a explorar un espacio creativo entre el circo y el teatro. Convertimos La Ventana en un laboratorio permanente donde empezamos a indagar en el circo como el lugar de la metáfora para que las puestas en escena puedan tener ese componente de espectáculo y adrenalina que sólo el circo propone.

¿Por qué unió el mundo del circo con el teatro?

Tuve la inquietud de cómo los artistas de circo pueden trascender el espectáculo, ahí empecé un trabajo para convertirlos en artistas escénicos que puedan interpretar un texto, recrear un personaje. Después de diez años hemos abierto mucho más el camino haciendo procesos de transformación social por medio del arte.

¿Cómo se han complementado?

El circo lo tiene todo, da herramientas que el teatro puede tomar y transformar a través del uso de la metáfora. El circo me encanta porque me da posibilidades de construir imágenes poderosas. Una escena de un par de enamorados puede cambiar si se hace sobre una cuerda desafiando la gravedad porque uno de ellos está suspendido y el otro en el piso. Le da como un 3D al teatro.

¿Cómo logra contar una historia a través de estas dos disciplinas?

Es un camino muy personal, aquí no hay ninguna fórmula que funcione. Con Las tías, que es la obra que tenemos en temporada, el camino que les propuse a las actrices fue que pudieran indagar en las disciplinas del circo y ver cómo podían transformar las emociones del personaje realizando actividades físicas de alta exigencia, como las telas. Esto permitió que los artistas se apasionaran y descubrieran que no sólo el cuerpo es lo primordial en una puesta en escena.

¿Cuál ha sido la fórmula que usted ha encontrado para poder hacer teatro y circo al tiempo?

Para mí es importante encontrar en el texto metáforas, es la herramienta para poder hallar la técnica del circo que puede llegar a envolver esa metáfora. Por medio de ellas encuentro las formas expresivas que tienen los elementos del circo.

¿Por qué apostó por hacer transformaciones sociales a través del arte y el circo?

Tomé la decisión cuando pequeña. Pertenecía al grupo de teatro del colegio, me vine para Bogotá, descubrí la Academia Superior de Artes de Bogotá (ASAB), que es de donde soy actriz profesional. Trabajé en diferentes obras hasta que me encontré con Juan David Villa y armamos La Ventana como sueño en común. Ahora estamos en zonas veredales y vemos que se necesita demasiado, pensamos que este tipo de proyectos le devuelven un poco de vida a la gente. Estamos convencidos de que el circo y el teatro ayudan a formar personas, crear gente sensible y en paz.

Una de las metas de La Ventana es crear procesos de transformación social...

Nuestra meta es mostrarles a los chicos cómo por medio del arte pueden convertirse en entornos protectores, huir de grupos delincuenciales y del consumo de drogas. Un niño que empieza a hacer malabares, aprende a ser constante, a darse cuenta de que las cosas no son fáciles y proponerse metas como dominar la técnica con tres peloticas. El cuerpo es el templo para desarrollar sus sueños, habilidades para la vida y capacidades ciudadanas.

¿De dónde viene “Las tías”, la obra que está en temporada?

Tengo una familia muy particular, quería partir de unos personajes muy específicos de mi entorno para crear un relato que pudiera revindicar ese valor del hombre en el amor. Es una historia de unas tías que han sido marcados por hombres machistas, maltratadores y que engañan, quienes desarrollan un profundo odio por ellos y se quedan solteronas, pero su sobrina –Karime, mi personaje– llega a decirles que se casará.

 

Por El Espectador

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