Viviana Hurtado y “Boja-acá”, la belleza detrás de los escombros

La artista y docente presenta esta puesta en escena de danza que rinde homenaje no al horror, sino a la tradición y a las costumbres del pueblo chocoano.

Hans Vargas Pardo (Cali)
21 de octubre de 2019 - 02:00 a. m.
Viviana Hurtado cree que la danza es una buena estrategia para sensibilizar a muchos, salir de sí mismo y mirar a los otros. / Álvaro Cristancho
Viviana Hurtado cree que la danza es una buena estrategia para sensibilizar a muchos, salir de sí mismo y mirar a los otros. / Álvaro Cristancho

¿Qué es “Boja-acá”?

Boja-acá es una obra de danza experimental y un relato danzado de memoria histórica. Como diría Jesús Abad Colorado, un laboratorio de paz que invita a la reflexión y la esperanza de devolverle los símbolos a la comunidad y se llama así y no Bojayá, porque de esta manera están “acá” con nosotros en nuestro corazón.

¿Qué representa para el público traer a la memoria hechos tan trágicos como los ocurridos en Bojayá, Chocó?

Siempre defenderé a Boja-acá como una obra que rinde homenaje no al horror sino a la tradición y a las costumbres del pueblo Bojayá porque hay que tejer desde lo artístico la belleza que se esconde detrás de los escombros. Eso se hace a partir de la reconstrucción del material simbólico que hay en los que haceres de sus gentes y de sus creencias, que también fueron masacradas con ese cilindro bomba que explotó en la iglesia en que se resguardaban los niños. Bojayá como comunidad fluvial depende de su río, el Atrato, que adquirió su nombre por la trata de esclavos y comercio ilegal. También demandaría una dignificación; por eso mi escogencia de la música y por eso la historia se cuenta a través del viaje en ese río, sus amores, a lo que se dedicaban, cuentan de su infancia, narran la fuerza de su mestizaje, el poder de la unidad en medio de la pérdida, y cómo perdonar a quienes desmembraron a un Cristo en ese estado de inconsciencia.

¿Qué diferencia a “Boja-acá” de otras obras que también recrean el tema de la violencia?

Boja-acá es una obra que busca nuevas preguntas relacionadas con el mundo simbólico de nuestras gentes y está buscando apoyar a la actual amenaza de un símbolo por el que se ha luchado mucho, la paz. Si se extermina esa palabra porque solo era por un periodo, ¿qué acontecerá en nosotros como sujetos de lo simbólico, en qué creeremos? ¿En la guerra, en el no perdón? La paz nos confronta con nosotros mismos y eso no nos gusta, porque nos compromete a esfuerzos, a aceptaciones, a empezar de cero a replantear la vida y a hacerle reingeniería a nuestra propia conducta, a hacer ejercicios para sanar dolores y a renunciar a un materialismo al que estamos adictos. Boja-acá es una obra de danza que habla desde la belleza sus historias en cuentos de bogas, pero recuerda que antes de la masacre Bojayá ya había sido olvidada, como aún lo está, eso también es violencia, solo que más silente. Es una obra para que no haya más olvido.

¿Usted, como docente, cómo considera que se debería preparar a los jóvenes para asumir su rol en medio de una sociedad violenta?

Definitivamente cambiar la pedagogía de los correctivos, la manipulación y el fenómeno de la competencia. Las temáticas dentro del aula deben enfocarse más hacia la resolución de conflictos, la convivencia y el trabajo en equipo. El Ministerio de Educación debe apoyar la capacitación del docente. Mi esperanza está que en Colombia se tome en serio la educación artística para el arte y no solo a través de ella, porque eso es utilitarismo. El arte es tan magno que ama, es compasivo, es sensible, espiritual, es bondadoso y entiende de misericordia y busca elevar al ser humano a su mayor altura; es un regalo de Dios, para ser tratado como asignatura de relleno.

Por Hans Vargas Pardo (Cali)

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