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"El cuerpo es un empaque que hay que cuidar"

Luly Bossa habla de ‘¿Y si me caso qué? Las rayas que me hacen tigre’, la obra de teatro en la que utiliza experiencias propias y ajenas para enfrentarse a su vida personal.

El Espectador
08 de febrero de 2013 - 10:00 p. m.
La barranquillera Luly Bossa asegura que su obra es “una lección de vida”. / Óscar Pérez
La barranquillera Luly Bossa asegura que su obra es “una lección de vida”. / Óscar Pérez

¿De qué momentos de su vida son los que decidió hablar en ‘¿Y si me caso qué? Las rayas que me hacen tigre’?

Es una reflexión de una persona que luego de vivir un tiempo en Estados Unidos vuelve al país y se da cuenta de que nada ha cambiado, que siguen las mismas guerras de siempre y la misma corrupción. Además habla de los sapos que una mujer besa esperando que se conviertan en príncipes. Al final, con el público matamos el fantasma del hombre con el que aparezco en el video que se difundió hace unos años en el que yo mantenía relaciones.

¿Qué reacción ha tenido el público?

He tenido mujeres entrando al camerino con el “ojo aguado”, diciéndome que se sienten muy identificadas y se reconcilian con muchas cosas.

¿Qué se le complicó en la obra?

Confrontarme, porque estoy frente al público y me burlo de mí, y llegar al punto en que me río de todas las circunstancias por las que he pasado cuesta un poco.

¿Qué la impulsó a hacer este trabajo?

Ya era hora. Germán Quintero me tuvo que convencer de que lo podía hacer, yo no estaba muy segura del producto y él me estaba pidiendo que escribiera esto hace muchos años.

¿Cuál es el mensaje?

Despertar un poco la solidaridad de género e involucrar a la gente en la humanidad de un “tigre” que está pintado por muchas experiencias y decisiones que ha tomado. Todos somos tigres marcados por las rayas de la vida.

¿Por qué Germán Quintero dirigió la obra?

Siempre hemos tenido una buena amistad; es muy profesional, tiene un historial artístico y es una persona muy bien formada. Además, me ayudó a entender muchas cosas de mi historia. Era un reto muy fuerte y yo necesitaba a una persona con experiencia.

Uno de los temas que toca en su obra es el de la virginidad. ¿Qué les recomienda a las mujeres que están pensando en iniciar su vida sexual?

Es muy difícil hacerles entender eso a las niñas. Tienen que tener en cuenta que el cuerpo es un empaque que hay que cuidar y no hay que permitir que lo cojan como una caneca de basura. Hay que tomarse las cosas con más calma.

¿Cree que es necesario romper los tabús?

Depende de la persona y el tabú que se quiera romper. En mi caso, no quise romper un tabú porque mi video fue algo público y que ya todo el mundo conocía. Lo único que quiero es dar una lección de vida.

¿Se volvería a grabar?

No, y de hecho ese es uno de los mensajes de la obra: ¡que ni de fundas lo hagan! Uno no sabe con quién está.

¿De qué se arrepiente?

Si no me hubieran pasado cosas de las que me arrepiento, no tendría la posibilidad de enseñarle a la gente a levantarse, porque soy una experta en levantarme de los golpes. Me arrepiento de entregarles mi confianza a personas que no la merecían.

¿Cuál fue el momento más difícil de su vida?

En la época del escándalo por el video en el que aparezco teniendo relaciones con un hombre, tuve que esconderme de la prensa que me pedía mi versión, y los años posteriores, al darme cuenta de lo sola que estaba, la muerte de mi mamá fue muy dura.

¿Y cómo sería su príncipe azul?

Que no sea colombiano. Quiero estar con personas que no tengan esa preconcepción y no quieran juzgarme.

¿Cuál es su encanto?

(Risas) Tal vez mi sentido del humor y la transparencia.

¿Qué cambiaría de usted?

Podría decir que la sensibilidad, pero por eso me pagan.

Por El Espectador

 

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