“La felicidad es arbitraria”

El escritor colombiano, autor de otras obras como “El Inquilino”, narra en su nuevo libro la historia de un niño que, a causa de una enfermedad, pierde gradualmente la motricidad y la capacidad de comunicarse con los demás.

Jorge Consuegra
23 de febrero de 2016 - 04:18 a. m.

¿Cuál es la idea central de su novela “Juego de niños”?

Recuperar ciertos momentos de la infancia para narrarlos y de esa manera confrontarlos. En general, mitificamos la infancia como un momento plagado de felicidad, pero si bien es cierto que la hay, también lo es que descubrimos el dolor, la soledad, la traición, la violencia y la muerte. Esto hace que la infancia esté llena de luces y sombras.

¿Cómo surgió la primera idea de su novela?

Con un recuerdo que pujaba desde las entrañas por salir, el recuerdo de un niño/viejo, un muchacho que a causa de una enfermedad ha perdido gran parte de su motricidad y tiene dificultades para expresarse verbalmente y se ve abocado a ver el mundo desde sus limitaciones. Esa experiencia marcó mi idea de que la felicidad es arbitraria, o por lo menos esporádica. De igual manera, que el mundo de los seres humanos está configurado con base en diferencias y que no hemos aprendido a convivir con ellas. Somos soberbios y torpes y seguimos creyendo que el universo es sólo nuestro, desde nuestra única perspectiva.

¿Cuánto tiempo invirtió en el proceso de creación, redacción y corrección?

Soy muy lento, corrijo mucho, tengo muchas dudas. Me tomó cerca de cuatro o cinco años ajustarla a su debido tamaño.

¿Allí hay trozos de su vida?

Sí, hay trozos de mi vida hecha a trozos. Pero obviamente esos pedazos de vida en la novela ya están doblemente modificados. Por una parte, la memoria siempre viene editada por la imaginación, el paso del tiempo acomoda los recuerdos a su antojo. Y segundo, el necesario ajuste del recuerdo a las necesidades de la ficción. Es decir, la memoria es sólo materia prima de la imaginación.

¿Es una novela para todo tipo de lectores o para lectores especializados?

No existe ninguna dificultad ni conocimiento especializado que haga más fácil o comprensible mi novela. Sólo la disposición inicial del lector a sumergirse en un mundo y a jugar con unas convenciones que le propone el autor. Quizá la única recomendación es que el lector ingrese sin prejuicios al universo de mis niños y sus travesuras.

¿Es una novela para reflexionar sobre la vida, la infancia y las alegrías?

Pienso que sí, aunque la reflexión es un acontecimiento indisoluble del placer de la lectura, no una obligación ni mucho menos el propósito principal de la novela. Esta quiere principalmente narrar un mundo y unos personajes que lo habitan y le dan vida, y desde allí conmover y sí, hacer pensar al lector, en este caso, sobre su propia infancia.

¿Cómo ve el resurgimiento de la novelística colombiana?

No creo que haya un resurgimiento, creo que la novela siempre ha estado ahí para bien o para mal. Lo que tú llamas resurgimiento es tal vez más mercadeo, promoción, atención de los medios, visibilidad de ciertos autores, aunque, como siempre, allí el equilibrio es desequilibrado.

¿Sus primeras lecturas de infancia fueron con qué autores?

Tengo como una huella imborrable un libro de historias de horror y crimen titulado Historias que mi madre nunca me contó, una antología magistral de Alfred Hitchcock. Después Salgari, hasta desembocar en la adicción total con El túnel de Ernesto Sábato.

¿Cómo logró entrar al mundo de las letras: escribiendo cuentos o poesía?

No estoy muy seguro de haber ingresado ya, pero si es así, se lo debo a las formas breves: el cuento y la novela breve.

¿Ha intentado alguna vez escribir teatro?

Jamás.

Por Jorge Consuegra

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar