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“Me he autocensurado, porque quiero seguir viviendo”: Róbinson Díaz

El actor colombiano es Picho y Pucho. Afirma que a pesar de su pasión por el humor gráfico, no dejaría la actuación para dedicarse de lleno a dibujar.

Jorge Consuegra
11 de noviembre de 2015 - 03:40 a. m.

Puros monachitos, como los de cualquier niño. Rayaba mucho las paredes.

¿Sus papás lo castigaban cuando rayaba las paredes con esos monachitos?

¡Claro! ¡Rayaba las paredes a la lata! Por eso me castigaban.

En lugar de hacer las tareas, ¿hacía más dibujos que tablas de multiplicar?

No. Rayaba más las paredes. Ya en el colegio, cuando estaba en bachillerato, lo que hacía era dibujar a los profesores.

¿Copiaba los dibujos de las historietas?

Miraba muchas historietas, me encantaban, pero no, no copiaba, nunca he copiado, ni aún a estas alturas me gusta copiar.

¿Cuáles historietas fueron sus preferidas?

Casi todas, como por ejemplo Condorito, Arandú, Kalimán, Tarzán, todas las que salían en los periódicos dominicales y en los diarios, como El Mago Hedor. Después encontré a Quino y a Fontanarrosa y ahí la cosa me cambió, la perspectiva me cambió completamente.

¿Cuando adolescente les hacía las tareas de dibujo a sus compañeros?

Sí, y a mis hermanos.

¿Cobraba por hacerles las tareas?

No, nunca lo hice.

¿Con sus dibujos se burlaba a veces de sus profesores o sus condiscípulos?

Sí, especialmente me gozaba haciéndole dibujos al profesor de matemáticas.

¿A qué edad pensó que podía llegar a ser un buen humorista gráfico?

Todos los días lucho por serlo.

¿En qué medio publicó sus primeros monos?

En el periódico de Envigado que se llamaba Señorial… ¡Ah, no! Ahora que recuerdo, mis primeros dibujos fueron en El Humanista del Inem, donde estudié. Allí dejé mis primeros muñequitos y luego sí fueron publicados en el pueblo, allá en Envigado. Más tarde aparecieron en El Mundo de Medellín.

¿Recuerda especialmente algunos de esos muñequitos?

Todos me han dejado recuerdos especiales y me emocionaba mucho cuando los veía publicados. Eso era muy especial para mí.

¿Qué temas abordó en esos años, cuando empezó a dibujar en serio y en serie?

Cuando empecé estaba ese mundo del narcotráfico, la política, el gobierno de Gaviria.

Viendo los años actuales, ¿ha sentido de alguna forma el peso de la censura?

La verdad es que no me he dado cuenta.

¿Se ha autocensurado en alguna ocasión? ¿Por qué?

Sí, claro que me he autocensurado, porque quiero seguir viviendo.

¿Qué dibujaba cuando niño?

Puros monachitos, como los de cualquier niño. Rayaba mucho las paredes.

¿Qué hace cuando no llega la musa de la inspiración?

Me doy una vuelta, cambio de ambiente.

¿Se siente igual de bien en la actuación que frente a una página en blanco?

Sí. Lo que pasa es que en la actuación uno está con el cuerpo entero y en la caricatura uno está pendiente de lo que hagan la mano y el cerebro.

¿Por qué el mote de Picho y Pucho, y a veces Argonayerbe?

Por qué Picho y Pucho, no sé. Ahora estoy trabajando con otros dos humoristas que son Pucheros y Argonayerbe, porque me gusta mucho lo que escriben, entonces decidí trabajar con ellos porque no me las sé todas, no las tengo todas, y también tengo mucha carga de trabajo por el lado de la actuación. Me gusta dibujar mucho, buenas ideas, y ellos son muy buenos, tienen muy buenas ideas, son excelentes creativos.

¿A qué humoristas gráficos internacionales admira especialmente?

El que más me gusta es Fontanarrosa, porque conjuga todo, humor e inteligencia. Me encanta.

¿Dejaría la actuación para dedicarse a ser caricaturista?

No.

Por Jorge Consuegra

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