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“Mis mejores canciones las hice en Bogotá”: Pipe Peláez

El artista estrena su nueva canción “Vestirte de amor”, un adelanto de su próximo disco, que reunirá los sonidos del vallenato, el pop y género urbano en sus composiciones halagadoras y entrañables.

El Espectador
03 de marzo de 2016 - 04:04 a. m.

“Vestirte de amor” es, además, el nombre de lo que será su siguiente álbum. ¿Qué tanto se parece esta canción a lo que vamos a escuchar en el disco?

La canción como tal no se parece mucho al resto del álbum. El álbum viene muy dinámico. Van a apreciar canciones muy románticas como las que hemos hecho en nuestros últimos discos. También habrá una cuota de vallenato por parte de Manuel Julián en la ejecución del acordeón y de pop.

¿Por qué escogió “Vestirte de amor” para presentar su nuevo álbum?

Es una canción llena de magia, con un mensaje muy claro. Fue la canción perfecta para refrescarnos en nuestro propio sonido y propuesta. Después de probar y probar, logramos tener una mezcla muy interesante de nuestro género vallenato con el género urbano y el pop. Eso es Vestirte de amor, llevar un mensaje halagador a través de tres géneros que funcionan muy bien en nuestro mercado latino.

Ha mencionado que con esta canción quería buscar un concepto. ¿Cuál es ese concepto?

Ser un poco más universal, más abierto. En cuanto al lenguaje de los temas, seguir manejando el lenguaje cotidiano y amoroso, positivo y halagador, no lastimero. Estamos desarrollando una propuesta pensando en que nos puedan escuchar en cualquier lugar del mundo. La nueva generación del vallenato tiene el reto de traspasar fronteras.

Hay una particularidad en este disco y es que fue grabado entre Bogotá, Barranquilla y Miami. ¿Por qué optó por estos tres lugares?

En Miami queríamos vivir la experiencia de ver qué tal se sentía trabajar donde graban los grandes artistas latinoamericanos; utilizar una ingeniería de sonido al estilo americano, estudio, micrófonos, así que aprovechamos una gira que realizamos por Estados Unidos a finales de 2015 y grabamos allí en bloque. Los detalles y todo lo que fue pulir toda esta gran labor lo hicimos entre Barranquilla y Bogotá.

Además de trabajar en el disco, tiene entre manos un recital de manera muy íntima con piano y guitarra, instrumentos muy cercanos a usted desde niño.

El formato recital es como el hijo consentido mío. Esta gira la comenzamos el año pasado con recitales y la culminaremos este semestre. Voy con guitarra, piano y recursos audiovisuales casi inéditos, contando de dónde nacen mis canciones. Llevo diez años en esta carrera, pero como compositor son 23 años, así que hay mucha tela por cortar y lo que más me gusta de este formato es que me permite vivir la magia del teatro. Allí me conecto con el público, improviso. Hoy nos presentaremos en el Teatro Colsubsidio de Bogotá.

¿Encuentra algo nuevo en su canciones a través de este formato?

Por supuesto, el sólo hecho de volver a ese punto de partida de cuando nacieron las canciones me llena de mucha nostalgia. Bogotá es importante para mí, viví 12 años aquí y me trae mucha nostalgia. Inicié haciendo música en el barrio Claret y no hay un rincón de esta ciudad donde no haya estado voleando guitarra y poniendo serenatas, pero sobre todo trabajando.

Bogotá es una ciudad que lo inspira.

Sí. Soy un costeño medio atípico. Lo que siempre me gustó de esta ciudad fue su lado bohemio. Recuerdo que en las primeras partes donde viví tuve la oportunidad de ir a una parranda vallenata, pero al mismo tiempo mis amigos músicos me llevaban a ver todos los actos culturales que se realizaban en las universidades, porque me encanta todo tipo de expresiones culturales. Me inspira componer más en lo gris, lo oscuro, en la lluvia. Mis mejores canciones las hice en Bogotá.

¿Qué hace que el compositor y arreglista salte como representante de su propio nombre?

Fue un proceso que se fue dando poco a poco. Soy interprete como resultado de lo que he podido hacer como compositor. Me aferré al movimiento que venía dándose con otros colegas cantautores. Cuando empiezan a pasar fenómenos como el del maestro Iván Ovalle, Alfonso “Chiche” Maestre, Fabián Corrales, que iniciaron en el mundo del disco. Kaleth Morales fue un detonante para la figura del cantautor. Con él mi proceso se disparó.

¿Qué recuerda de su infancia en Maicao?

En mi barrio todo se jugaba en torno a la arena, porque muy pocas calles estaban pavimentadas, entonces improvisábamos a jugar fútbol, boliche, trompo. En el colegio me creía Tom Sawyer con mis amigos, era de los que se metían en el monte con una cauchera a cazar aves. En la adolescencia jugué mucho fútbol, recorrí prácticamente todo el país jugando, pero cuando llegó la guitarra, a los 14 años, las cosas cambiaron.

Luego estudió comunicación social. ¿Por qué eligió esa carrera?

En ese entonces a nosotros nos premiaban por los resultados del icfes. Era bastante aplicado y llegué a Bogotá a estudiar comunicación y música al mismo tiempo. Finalmente la música ganó. Todas las actividades de mi vida las he realizado con la música.

¿Cuál es el sentimiento que tiene frente a sus primeros álbumes?

Mucha nostalgia, porque recuerdo los sucesos que marcaron mi vida. Hace quince años no amaba como amo ahora. Hace quince años no creía tanto en mí, no sabía pedir perdón ni reconocer mis errores, porque el orgullo predominaba.

En sus discos hay canciones suyas y de otros compositores que son llevados a su lenguaje. ¿Cómo le aporta su estilo a las canciones de ellos?

Cuando me hablan de Omar Geles, Tico Mercado debo mencionar que somos hermanos de la música. Ellos saben que trato de ser lo más precavido al trabajar con un tema de ellos y de vez en cuando trato de meterle una palabra, una frase, pero siempre dentro de un término de relación de colegas. Eso mismo pasa con canciones como Vestirte de amor, que es una canción de un compositor nuevo, Rafael Simón Meza, con quien fue un placer sentarme a trabajar.

Hay dos discos dedicados a la amistad” Entre amigos” y “Felipe Peláez y sus amigos”. ¿Qué significa para usted la palabra amistad en el entorno vallenato?

Hermanada. El vallenato más que un género es un estilo de vida. Me siento afortunado porque la mezcla de Felipe Peláez como guitarristas, compositor e interprete son etapas que creo que las hemos venido quemando consecuentemente en la vida, y ese respaldo lo he conseguido en mis amigos. Haber grabado más de 9 discos con los hermanos Zuleta, haber trabajado con Juancho Rois, haber sido guitarrista de Diomedes Díaz y de Jorge Oñate, descubrir artistas como Silvestre Dangond, Peter Manjarres es lo que verdaderamente cabe rescatar en esta pregunta.

¿Con canciones como “Loco” entendió desde el principio el éxito que podía tener cada una de sus composiciones?

No. Me guío por una corazonada. El equipo de trabajo es consciente de que estábamos desafiando la tradición del género. Hicimos Loco y no le metimos acordeón, sino un piano, caja y guacharaca. Pero aun así hemos tratado de mantener la cuota en nuestros discos, un 30% experimental y un 70% vamos a la fija, con un acordeón y con una letra que hable de amor tradicional. Cuando hicimos El amor más grande del planeta, ese tema barrió con todo lo que había en el álbum.

De los artistas que ya no nos acompañan, ¿cuál es al que más extraña?

Diomedes Díaz.

Por El Espectador

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