Niños felices en las aulas

Un colegio en La Vega abrió sus aulas a proceso de transición en los niños más pequeños y, de esta manera, vio cómo sus estudiantes empezaron a disfrutar más de sus clases. Un programa de Bancolombia fue el mecanismo de transformación.

El Espectador
14 de agosto de 2016 - 08:02 p. m.
Niños felices en las aulas

Sonia Ulloa ya suma 20 años como docente. Así que cuando llegaron al colegio a hablarle a ella y a sus compañeros acerca de un programa para favorecer el paso de los niños desde transición hacia primaria, lo vieron con incredulidad. Sonia es docente del colegio Ricardo Hinestroza en La Vega, un municipio de Cundinamarca con 18 mil habitantes.
 
“Ya habíamos hecho parte de programas que eran una cosa en el papel y otra en la práctica. Pero igual, participamos. En ese momento nos sentíamos maniatados porque el pénsum para los niños de transición era muy académico y estábamos enviándolos a primero de primaria con muchas dificultades. La ventaja de este proyecto fue que nos dejaron desahogar de las dudas e inquietudes, de los problemas que teníamos y empezamos a construir lo que nosotros veíamos y las necesidades en los niños. Eso nos impulsó a un modelo a partir de nuestras vivencias. Fue un proceso muy bonito porque nosotros aportamos”, cuenta esta maestra, quien se refiere a Transiciones Exitosas, el programa bandera de Bancolombia dedicado a la primera infancia.  
 
“Ya empezamos a hacer trabajo mancomunado con los Centros de Desarrollo Infantil, CDI, que reciben a los niños más pequeños y los grados de transición y primero. Hacemos visitas a sus sedes con los niños, ellos vienen, estamos en constante intercambio de información. Queremos que el ambiente sea similar para que la brecha no sea grande”, explica Sonia con respecto al programa que busca facilitar el paso de los niños entre las diferentes instituciones que los acogen en sus primeros años de vida escolar. La transición se hace a través de currículos pensados en la formación de la primera infancia, en espacios seguros y diseñados especialmente para ellos y en un ambiente de acogida que los reciba con amor.
 
Y los cambios se empezaron a notar. Los niños quieren ir a estudiar, disfrutan de que su profesora encienda el proyector y los ponga a ver una película (muchos de ellos vienen de hogares rurales donde no tienen esta opción). La película es material para juegos posteriores, actividades que no les hacen ver el aprendizaje como una sucesión de tareas pendientes, sino como un día más de juegos.”Ellos pueden jugar y no se dan cuenta de lo que están aprendiendo, pero en ellos es evidente todo lo que aprendieron”, concluye Sonia.
 
El programa promueve un modelo en el que tanto niños como docentes van creando un proceso para el paso de una institución a otra en sus primeros años, que les permite adaptarse a los nuevos espacios sin traumatismos, acompañados por sus maestros y padres. Por eso, incluyen el juego para hacer más ameno el aprendizaje. Además, se enfoca en la adecuación y disposición de los entornos y espacios físicos, para ejecutar acciones pedagógicas que durante el proceso potencien el desarrollo de los niños y que sean unas experiencias significativas en su vida. También se adapta el pénsum para ajustarlo a las necesidades de los niños según su edad, e incluso se hace una fiesta de recibimiento antes de que termine el año escolar, para que el niño se familiarice con sus nuevos entornos, maestros y compañeros. 
 

Por El Espectador

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