Izquierdo convenció a Pékerman

El futbolista del Brighton de Inglaterra ya entrena en Bogotá con la selección colombiana. Su temporada en la Premier llamó la atención del técnico nacional y por eso estaría entre los 23 que jugarán Rusia 2018. Perfil del pereirano de 25 años.

Luís Guillermo Montenegro
23 de mayo de 2018 - 02:00 a. m.
Izquierdo convenció a Pékerman

Sólo una semana duró José Heriberto Izquierdo entrenando tenis por las tardes, en el colegio Calasanz de Pereira. Estaba en segundo de primaria cuando su mamá le compró pelotas, raqueta y unos tenis. Quedaron nuevos, el profesor se cansó de que todo el tiempo estuviera haciendo veintiunas con las bolas o respondiendo con el pie y no con la raqueta, y por eso habló con Wilson Sepúlveda, el profesor de fútbol del colegio, para recomendarle que se lo llevara a entrenar con él.

El primer día se sentó al borde de la cancha a mirar cómo jugaban otros niños. Esa tarde les pidió a sus papás que le compraran unos guantes de arquero y al otro día decidió que su posición sería debajo de los tres palos. No les tuvo miedo a las heridas, ni a quedar embarrado y con las rodillas hinchadas de tanto tirarse al piso. Claro que esa idea cambió luego de lesionarse dos dedos mientras jugaba metegol tapa con sus primos, en un parque de Pereira. Al regresar a los entrenamientos, le suplicó a su profesor que lo dejara jugar de volante o delantero.

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Su primera posición fue de 10, pero se le facilitaba hacer goles, por lo que cada vez se fue cogiendo más confianza para ser centrodelantero. Se convirtió en un referente. Estudiantes, profesores y padres de familia hablaban de él, de sus movimientos en la cancha y su habilidad para jugar. William Londoño, el padre de uno de sus compañeros, se convirtió en su patrocinador. Le regalaba guayos, uniformes, le corregía cuando creía que no hacía algo bien y le exigía buenos resultados. Fue él quien le consiguió un entrenamiento con un equipo juvenil, una prueba que vio Eduardo Lara, que en ese momento era el técnico de la selección de la categoría. El entrenador dio el visto bueno y ayudó para que a José Heriberto lo tuvieran en cuenta en el Deportivo Pereira.

En 2010, con 17 años, debutó en el equipo profesional. Poco a poco se fue cogiendo confianza y comenzó a marcar goles, sin embargo, la muerte de su hermano Diego Julián lo afectó y su rendimiento bajó. Las puertas parecían cerrarse. Se estaba acostumbrando a no ser tenido en cuenta, hasta que tuvo la oportunidad de jugar en el Once Caldas. En 2013 llegó al equipo de Manizales, con el que brilló y en dos temporadas demostró que era un futbolista de un nivel superior. Y con 22 años dio el salto a Europa para jugar con el Brujas de Bélgica.

El esfuerzo valió la pena. Lo que hicieron sus padres, especialmente su papá, un analfabeta que hizo las veces de relojero, carnicero y administrador de supermercados, para sacar a su familia adelante y por ende a sí mismo. En una época, cuando José era pequeño, le tocaba despertarse temprano para ir a llevar desayunos al centro y regresar. “Cuando uno oye lo que mis papás hicieron se llena de orgullo. Son mi felicidad, mi ejemplo. Por ellos quiero llegar aún más lejos”, dice un emocionado José Heriberto.

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Y eso que en Europa ha conseguido mucho. Tras triunfar con el Brujas de Bélgica llegó esta temporada al Brighton de Inglaterra, un equipo recién ascendido y con el que logró figurar, marcando cinco goles en la temporada. En total jugó 32 partidos, de los cuales en 23 fue titular. Ese rendimiento llamó la atención de José Pékerman, quien lo llamó para los partidos amistosos de mitad de año de 2017. En dos juegos sumó 31 minutos. En los compromisos de preparación para el Mundial de Rusia 2018, ante Francia y Australia, volvió a ser llamado por el técnico argentino. Jugó 28 minutos, tiempo suficiente para convencerlo. Por su temporada, el pereirano de 25 años se ganó un cupo para el Mundial. Su juego por las bandas le aporta algo diferente al ataque tricolor. Cumplirá su sueño, el de su entrenador William Londoño, el de sus padres y su hermano que murió, quien siempre ha sido y seguirá siendo su gran motivación.

Por Luís Guillermo Montenegro

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