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Hicieron el mismo recorrido. De la mitad de la cancha al eterno encuentro del punto blanco del área. Miles de gargantas los alentaron en ese solitario andar. Apoyo que a su vez puede ser presión extra. Uno es zurdo y el otro diestro. El primero eligió el centro, el segundo el palo izquierdo. La dicha vestida de alivio al ver sacudir la red sólo bendijo al que eligió el camino recto, mientras el del remate cruzado tuvo que cargar una eliminación a cuestas. Así fue el camino de Denis Cheryshev y Carlos Bacca en los octavos de final de la Copa del Mundo. (Vea aquí nuestro especial del Mundial de Rusia 2018)
Compañeros y amigos en el Villarreal de España, no alcanzaron a verse en Rusia, como se lo prometieron y anhelaban. El colombiano ya está de vacaciones en Barranquilla, mientras el ruso busca este sábado seguir escribiendo historia con su selección, que por primera vez se metió entre las mejores ocho y sueña, como todo país anfitrión, con ser semifinalista. Y después de lo hecho hasta el momento, tiene derecho a hacerlo.
Frente a Croacia en Sochi, Cheryshev sabe que hay otra cita con la gloria. Si los balcánicos son sensación tras ganar su llave y golear a Argentina, los de casa no pasan desapercibidos. Superaron la fase de grupos contra todo pronóstico y luego se dieron el lujo de eliminar a una campeona del mundo y favorita como España. Se sobrepusieron a un 0-1 tempranero y con el empate les apostaron a los penales. La ruleta rusa hizo el resto. (Lea: Emil Forsberg, el relevo de Zlatan en Suiza)
“Avanzamos por el buen trabajo defensivo en el último partido. Hemos sufrido mucho con el balón, pero es que al frente estaba un equipo que tiene algunos de los mejores jugadores del mundo, pero hicimos lo planificado y la lotería de los penaltis cayó de nuestro lado”, reconoce Chery, como lo llaman los aficionados locales, quien luego de 15 presencias con su selección vino a estrenarse como goleador en plena Copa del Mundo.
Y es que la fortuna parece tenerle el camino señalado al volante de 27 años. Arrancó el Mundial como suplente. Disfrutaba igual desde el banco la fiesta inaugural del Luzhniki cuando la lesión de Dzagoev lo metió al campo a los 24 minutos de juego, y, 19 minutos después, ponía el 2-0. Luego cerró la goleada a Arabia con otro zurdazo memorable. (Lea: Jorge Luis Pinto y su análisis de Rusia 2018)
Cheryshev prácticamente se ha convertido en el Yerry Mina de Rusia. Pasó de alternativa a salvador. Tres gritos —le marcó también a Egipto en el segundo triunfo en el torneo, 3-1—. Es una de las figuras de su escuadra. Y ya empieza a tomar forma de ídolo. “Acá no hay figuras, sólo un equipo serio, solidario, que sufre sin el balón, pero que lo da todo siempre”, admite.
Habla un perfecto español. No obedece propiamente a su presente en el submarino amarillo. Las raíces ibéricas tienen décadas. A los seis años llegó a España por su padre, cuando fichó por el Sporting de Gijón. Luego en ese club y el Burgos fue sumando experiencia, e incluso estuvo en la academia del Real Madrid. (Puede leer: Bélgica le dio cátedra a Brasil y avanzó a semifinales del Mundial)
Por eso, dejar en el camino a la Roja le produjo sentimientos encontrados. “A España le resultó difícil cuando tuvo un equipo muy defensivo al frente, pero Rusia hizo un gran partido con sus posibilidades y, lo más importante, se recompuso con paciencia, que es vital en estas instancias”, dice con orgullo y satisfacción, dos factores que en esta Rusia parecían ir por separado.
Cheryshev y su selección han logrado unir a su país. Es una marea que ya se llevó a unos cuantos por delante. “Llegaremos hasta donde la hinchada nos lleve”, afirma convencido, para luego lanzar una frase aún más esperanzadora: “Esperemos que sea lo más lejos posible”. Impulso les sobra. Ganas de romper los pronósticos en contra, ni hablar. (También lea: Uruguay, sin su garra charrúa quedó eliminada del Mundial de Rusia 2018)