Los héroes accidentales de los Mundiales

Antes de los campeonatos del mundo, los ojos de los espectadores están sobre los “cracks” del fútbol internacional. Sin embargo, durante este torneo siempre aparece un jugador que nadie tenía en cuenta y que termina convirtiéndose en la figura de su país.

Jesús Mesa
14 de junio de 2018 - 03:00 a. m.
 El colombiano James Rodríguez fue la gran revelación de la Copa Mundo de Brasil 2014.  / AFP
El colombiano James Rodríguez fue la gran revelación de la Copa Mundo de Brasil 2014. / AFP
Foto: EFE - SHAWN THEW

Dicen quienes los han vivido que los Mundiales son diferentes a cualquier otro torneo de fútbol. Es un mes en el que puede pasar de todo y en el que en la mayoría de ocasiones las sorpresas se hacen más comunes que la lógica.

Como siempre, antes de un Mundial los ojos del mundo están encima de los cracks del momento. Se especula quién será el goleador y si podrán igualar el nivel que mantienen en sus clubes. Sin embargo, los Mundiales también son la vitrina perfecta para aquellos futbolistas que llegan sin un gran bombo, pero con ganas de robarse el show.

El caso más reciente fue el del volante James Rodríguez, admirado por sus compatriotas, pero desconocido para gran parte del mundo. El colombiano llegó a Brasil con la responsabilidad de asumir el protagonismo que le pertenecía entonces a Radamel Falcao, estrella y símbolo de la selección de Colombia.

El delantero del Mónaco no pudo asistir a Brasil por una lesión de rodilla, pero fue poco lo que se le extrañó. James terminó siendo el goleador del torneo, con seis anotaciones, entre ellas el mejor gol del torneo. Su rendimiento fue tan sobresaliente que poco después el Real Madrid lo compraría y lo convertiría en el cuarto jugador más costoso del planeta.

Italia 1990 fue otro campeonato en el que hubo héroes accidentales. Salvatore Toto Schillaci, delantero de la selección italiana, es quizás el más recordado de ellos. Su consagración fue tan sorprendente como fugaz. Antes del Campeonato del Mundo, Toto no era más que un delantero del Messina, de la segunda división italiana. Después recaló en la Juventus, sin hacer ruido. Y unas semanas antes del Mundial, cuando el seleccionador transalpino, Azeglio Vicini, lo incluyó entre los 22 integrantes de la squadra azzurra, la decisión pasó casi desapercibida.

En el partido inaugural, Italia decepcionó y tuvo que contentarse con una victoria por la mínima sobre Austria. El gol lo anotó Toto Schillaci, quien era suplente e ingresó al campo en el minuto 76. A pesar del gol, Toto siguió siendo suplente hasta el tercer partido, pero luego su técnico se dio cuenta de que no podía tenerlo en el banco.

Con seis goles en siete partidos, Schillaci se convirtió en un ídolo de la noche a la mañana. No en vano, durante ese Mundial se apuntó el 60 % de las dianas italianas, convirtiéndose así en el salvador de la patria.

Italia 90 fue también la vitrina para el arquero argentino Sergio Goycochea, que llegó al Mundial siendo un muy buen golero, pero sin hinchada propia. Goyco se metió a la convocatoria mientras atajaba en Millonarios y era el arquero suplente de Nery Pumpido, campeón del mundo cuatro años atrás con Argentina y titular indiscutido.

Pero en el segundo partido del Mundial Pumpido se lesionó un dedo y fue el turno de Goycochea. Nunca más soltó el arco.

Goyco fue fundamental en la campaña argentina a la final de Italia 1990. En una selección albiceleste que no jugaba bien y que definió su pase a la final en dos rondas de penaltis, con Yugoslavia e Italia, el arquero de Millonarios se convirtió en la figura de su equipo y atajó cuatro penales, aunque en la final no pudo tapar el cobro del alemán Andreas Brehme. Goycochea todavía mantiene el récord de penales atajados en una Copa del Mundo.

En 2002, el turno fue para el senegalés El Hadji Diouf, que con su velocidad y agilidad lideró a la sorprendente selección de Senegal y ayudó a ubicarla en los cuartos de final del torneo. Después del Mundial, Diouf fue fichado por el Liverpool, pero nunca pudo igualar el rendimiento de esos 30 días.

En 2006 fue el turno de Franck Ribéry, entonces un desconocido joven francés que jugaba en el Marsella. En la previa del Mundial, el seleccionador Raymond Domenech fue cuestionado por la decisión de convocar a Ribéry por encima del volante Ludovic Giuly, campeón de la UEFA Champions League ese año con el Barcelona. Pero esas críticas luego se convirtieron en elogios, pues el joven de 23 años fue pieza angular del equipo que llegó a la final y quedó subcampeona.

Y así como los ojos del mundo estarán sobre Neymar, Cristiano Ronaldo y Messi, habrá otros jugadores esperando su oportunidad. ¿Cuál será el de este año? En un mes lo sabremos.

Por Jesús Mesa

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