“Quiero pedirle al país que crea en nosotros”: Juan Fernando Quintero

El volante de la selección de Colombia se refirió a la derrota contra Japón, pero fue más allá y aseguró que, contra Polonia, la gente verá a un equipo muy diferente.

Camilo Amaya - Enviado especial Rusia
21 de junio de 2018 - 02:00 a. m.
El gol de Quintero ante Japón le dio un segundo aire al equipo, que jugaba desde los tres minutos con un hombre menos. En el complemento los nipones marcaron la diferencia.   / AFP
El gol de Quintero ante Japón le dio un segundo aire al equipo, que jugaba desde los tres minutos con un hombre menos. En el complemento los nipones marcaron la diferencia. / AFP
Foto: AFP - FILIPPO MONTEFORTE

Juan Fernando Quintero sonríe de manera habitual, incluso a lo largo de una vida que siempre se ha visto relegada por las dificultades. Aun así, es común verlo de buen humor en los entrenamientos de la selección de Colombia, en el hotel de concentración, molestando con James Rodríguez, también con Matheus Uribe. Son pocas las cosas que cambian la expresión de su rostro, en apariencia inofensivo, y que lo hacen fruncir el ceño y hacer un gesto de incomodidad. Una es hablar de la desaparición de su padre, Juan Enrique, que prestaba servicio militar en la VII Brigada de Carepa, en Antioquia, y que por un acto de rebeldía, pero de justicia, no volvió a aparecer. La versión oficial fue que lo devolvieron a Medellín luego de un hecho de indisciplina con un superior. La otra, que lo encerraron en un cuarto por su altanería y que en la noche, mientras todos dormían, lo sacaron en un carro particular. (Puede leer: James, Quinterito y Matheus: El sueño de los parceros se hizo realidad)

Luego de la derrota de Colombia frente a Japón, Juan Fernando, el niño que se volvió hombre por el afán generado por la adversidad, habló sobre lo sucedido, con pesadumbre. Con la mirada al piso, por pudor tras lo sucedido, se acercó y empezó a responder los cuestionamientos. El Niño, como era conocido en Envigado, por la cara de inocente que siempre ponía después de una pilatuna, afrontó las preguntas férreas y no les prestó atención a los elogios por su segundo gol en una Copa del Mundo. Eso sí, de lo sucedido habló poco, pues prefirió apuntarle al futuro, referirse a lo que vendrá, a algo prometedor para él, así como cuando le respondió de manera tajante a su madre, Lina Paniagua, cuando apenas tenía 10 años. “Tranquila, mamá, que vamos para adelante”. Con esa frase también comenzó su diálogo con El Espectador.

“Vamos para adelante. El grupo está muy unido y todavía tenemos dos partidos para volver a creer. En un Mundial, uno tiene siete finales, ya cedimos ventaja en la primera y vamos por las que quedan”. A medida que se expresa, la sensación de que la conversación languidece aumenta, pero recordarle lo que ha hecho vuelve y lo encadena para seguir refiriéndose al próximo rival: Polonia. “Lo he visto poco y no conozco mucho a sus futbolistas. Y más allá de eso hay que estar concentrados en nosotros, en lo que podemos hacer. Y sé que tenemos buenas opciones por la calidad de nuestros jugadores”. Quintero no mira los ojos de quien lo está entrevistando. De hecho, siempre está pendiente de un punto fijo, lejano. Eso le ayuda a concentrarse, a que haya más fluidez en un momento doloroso y en un corredor en el que la mayoría habló con el mismo desasosiego. (Le puede interesar: El renacer de Juan Fernando Quintero)

“Quiero pedirle al país que crea en nosotros, que sepa que esto es apenas una contrariedad en el camino y que vamos a celebrar más adelante”. Su talento con la pierna izquierda, que heredó de su padre, otro volante con proyección, le permitió igualar, parcialmente el partido con Japón. Su capacidad de adaptarse en la cancha (contra los asiáticos jugó de creación, de contención y hasta de extremo) lo tiene como una de las primeras opciones de José Néstor Pékerman, un entrenador que se deslumbró cuando lo vio jugar y que lo ha ido llevando, a pesar de los bajones que ha tenido en su carrera y de los rumores de una vida indisciplinada en Europa. Quintero y su modelo en el que prima la intuición (por eso cobró el tiro libre rastrero, asumiendo que los japoneses iban a saltar) es muy valioso para el estratega argentino y por eso siempre recurre a él, pues ve que tiene una manera muy similar a la de James Rodríguez para entender el juego, para hacer cosas diferentes.

Y aunque se le vio mermado en lo físico en el primer partido en Rusia (jugó 59 minutos), él mismo asegura que está en condiciones de estar todo un encuentro. “A veces la gente no entiende que tengo que cumplir otras funciones en la cancha, de posición, y por eso no puedo estar corriendo a toda hora. Pero sí, estoy intacto para lo que el cuerpo técnico necesite”. Juan Fernando, que se llama así por un primo de su mamá que se destacó por ser noble, juicioso y altruista, termina la conversación con la misma petición, dicha con igual entonación: “Quiero que crean en nosotros”. (Vea nuestro especial sobre el Mundial de Rusia 2018)

Por Camilo Amaya - Enviado especial Rusia

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