Turismo

Barichara, una conexión con la vida y la tierra

En este municipio de Santander, que hace parte de la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia, la elaboración de las casas de manera tradicional lo ha convertido en un espacio de bienestar, paz y tranquilidad. Atrévase a saber por qué.

Andrés Montes Alba* - @amontes023
04 de marzo de 2020 - 02:28 p. m.
Barichara fue declarado Monumento Nacional y Patrimonio Histórico y Cultural de Colombia, en 1978. / Getty Images
Barichara fue declarado Monumento Nacional y Patrimonio Histórico y Cultural de Colombia, en 1978. / Getty Images

Hay lugares que buscan hallarle sentido a su existencia y encuentran en la historia una forma de refundarse. Pero hay pueblos, como Barichara, que no necesitan encontrar nada, porque aquí la tierra, al igual que su gente, nunca dejó de estar viva.

En esta vida de selfis, en la que se conoce el mundo gracias a las fotos de Instagram, Barichara ha ganado una fama envidiable para cualquier otro pueblo de Colombia.

En estas calles empedradas, arenosas y que habitan entre colores blancos, amarillos y ocres; aquí, sea cual sea la esquina en la que se pare, en cualquiera, se logra una foto increíble.

El secreto para que Barichara conserve la belleza de sus casas, calles, andenes, paredes, y hasta el cementerio, es que aquí nunca llegó eso que algunos llaman desarrollo.

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Desde la plaza central de Barichara hay 36 kilómetros hasta San Gil, la población más grande y con la que se conecta al mundo. Por años, y por muchos, esta carretera era tierra y piedras. Esa dificultad del transporte hizo que aquí se cuidaran, sin intención, las tradiciones.

Entre ellas están el tejido en mimbre, la confección de ropa en lino y algodón, la forma en que se hornea el pan y, en especial, la manera y los materiales con que se construyen las casas.

Si hubo algo beneficioso de la llegada de los españoles fue la tapia pisada. Una técnica en la que con un armado de madera, de dos tablones (de dos metros de alto por cinco de ancho) separados por no más de 50 centímetros se puede llegar a edificar un pueblo entero.

Entre estos tablones, la tierra, mezclada solamente con agua y en un estado semihúmedo, logra una composición fisicoquímica que permite construir muros solventes y duraderos. Tanto que con los años, las casas más antiguas e icónicas de Barichara están intactas.

Pero ¿qué tienen de especial estas casas? Y ¿qué diferencia existe entre las hechas en Barichara y las conocidas casas de barro y bahareque? Hay varias cosas que responden a eso.

“Es el sentido de arraigo, de decir ‘yo hice mi casa’ y porque es muy económico hacerlo”, cuenta Santiago Rivero, ingeniero civil nacido en San Gil y quien, junto a Lina Pieruccini, se ha dedicado casi una década a dirigir De la Tierra, una escuela taller que les ha enseñado a más de 5.000 niños sobre la tapia pisada y la pintura con tierra.

El otro diferencial es el material. La tierra en estas casas conserva la humedad. Durante el día guarda una temperatura cálida frente al calor del exterior y en las noches conserva esa frescura ante la humedad del ambiente.

Estar dentro de una, dormir, hospedarse en un hotel elaborado de esta forma, que por fortuna son muchos, vale la pena. Es una fascinante conexión con la tierra.

En el sentido más romántico, la composición química del material es igual a la del ser humano. En cambio, los ladrillos, el cemento y el acero, con los que está hecho casi todo, son materiales que se quemaron. Por eso, la conservación natural de las casas hechas con tapia pisada hace que exista un estado de bienestar único dentro de estas paredes. Un argumento común por estas calles, pero que cualquiera puede confirmar si se arriesga.

Para redondear la conexión con la naturaleza, la pintura hecha con una cal sin tratamientos industriales y agua genera un color blanco, el mismo que adorna las calles de este pueblo declarado Monumento Nacional y Patrimonio Histórico y Cultural de Colombia, en 1978.

Todo esto va como explicación a por qué aquí sí se logra encontrar paz y descanso de un mundo que a veces resulta frenético. Quizá porque en Barichara, la tierra, como sus tradiciones, nunca dejaron de estar vivas.

* Invitado por Fontur.

Por Andrés Montes Alba* - @amontes023

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