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Orgullo wayuu en Berlín

Priscila Padilla tiene su premier mundial durante la Berlinale, con el largometraje ‘La eterna noche de las 12 lunas’.

Marta Enesco, Carlos Vargas Pacheco / Berlín
16 de febrero de 2013 - 04:00 a. m.
El documental colombiano presenta a Pili como su protagonista y cuenta el rito de la seclusión.  / Carlos Adolfo Vargas
El documental colombiano presenta a Pili como su protagonista y cuenta el rito de la seclusión. / Carlos Adolfo Vargas

Priscila Padilla no se conforma sólo con ser parte de la selección oficial del próximo Festival de Cine de Cartagena, sino que la tarde del jueves realizó el estreno mundial de su largometraje en el Festival Internacional de Cine de Berlín, que por estos días recibe a miles de realizadores y amantes del séptimo arte en la capital alemana. Se trata de la única producción completamente colombiana en el certamen de este año, el cual incorpora muchas películas con trasfondo social, la crisis financiera y a mujeres como protagonistas.

La cineasta colombiana nos habla de cómo se originó la película. “Me encontraba en Córdoba realizando un documental sobre la siembra del algodón, y fue allí donde casualmente una trabajadora de origen wayuu me contó acerca del ritual de la seclusión. Cuando llega el momento de pubertad, la muchacha wayuu se somete a un encierro de un intervalo de tres meses a un año, en el cual se prepara para ser mujer, perfeccionando sus conocimientos de tejido y permaneciendo quieta en el chinchorro. Sin ningún contacto con hombres, la joven tiene la compañía de las mujeres más cercanas. Desde que escuché hablar de esta tradición quise grabar la historia”.

Graduada en el Conservatorio Libre de Cine de París, Padilla es la primera en llevar a la pantalla este ritual wayuu, grabado paso a paso en una ranchería en las inmediaciones de Maicao, en La Guajira colombiana, e íntegramente en wayuunaiki, lengua de los wayuu, una de las condiciones impuestas por los habitantes del lugar.

La búsqueda del personaje principal fue muy cuidadosa. Conseguir el permiso para llevar a cabo el trabajo no fue fácil. Padilla estuvo viajando largo tiempo por diferentes establecimientos wayuus y gracias a la señora Tere, una maestra, logró encontrar a Pili, una joven Uriana perteneciente a una comunidad habitada solamente por mujeres. El equipo de realización convivió con ellas durante meses, participando en las tareas diarias, como la recogida de agua. Finalmente obtuvo el consentimiento de la mujer encargada del desarrollo de la seclusión, la abuela de la muchacha.

El trabajo que llevó a cabo Padilla fue de gran responsabilidad. “En los primeros meses de la seclusión no me atrevía a entrar al lugar. Le enseñé en cambio a una de las otras mujeres a manejar una cámara, para que ella hiciera las imágenes del interior. No quería entrometerme en ese ritual sagrado para la comunidad”.

La investigación, realización y finalización del proyecto fue un proceso de casi cinco años. El equipo humano de la producción estuvo constituido casi en su totalidad por mujeres: “No importa de dónde somos, si alemanas, españolas, bolivianas, wayuus o bogotanas, las mujeres somos las mismas en todo el mundo”.

La producción fue apoyada por el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, en el cual la talentosa documentalista ganó tres convocatorias consecutivas, entre ellas las de desarrollo y posproducción.

Pili, que se defendió de manera perspicaz de todas las preguntas que le hizo el público alemán, dice que fue una experiencia linda y que aún no sabe cuál será su futura profesión, pero lo que tiene seguro es que quiere estudiar y ser profesional.

Por Marta Enesco, Carlos Vargas Pacheco / Berlín

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