Millonarios no tuvo rival para ganar su segunda estrella

El conjunto albiazul, con 60 puntos, cabalgó el campeonato de 1951. Tuvo en los argentinos Pedernera, Di Stéfano y Báez sus grandes figuras.

Redacción deportes
18 de agosto de 2018 - 03:00 p. m.
Página de El Espectador sobre el segundo título de Millonarios.
Página de El Espectador sobre el segundo título de Millonarios.

Una estupenda labor cumplió al Club Deportivo de Los Millonarios en la temporada profesional que con notable éxito finalizó el domingo pasado en Colombia.

En cuatro años, los azules de la capital han logrado situarse siempre entre los primeros, dando clara demostración de por qué son hoy en día los mejores entre los cuadros que actúan en el país.

Su campaña mediocre del primer torneo vino a componerse en las finales, cuando solamente por escaso margen perdió el subcampeonato. En 1949, el conjunto se llevó el título, después de una lucha titánica con el Deportivo Cali. Al año siguiente, enfrentado a una serie de problemas internos, los Millonarios lograron sin embargo clasificar por encima de muchos conjuntos de garra y solamente fueron superados por el Deportes Caldas. que cumplió una campaña cronométrica.

Pero el fiel reflejo de la potencialidad del equipo lo tuvimos este año, cuando contando con la colaboración de un grupo de sobresalientes jugadores, lograron arrastrar con el ansiado título.

Pocos equipos pueden mostrar una hoja de servicios tan estupenda como la de los actuales campeones. Se impusieron en la cancha gracias a la destreza de sus hombres y terminaron con cuenta corriente jugosa en los bancos, por la meritoria labor de su junta directiva.

Mientras otros conjuntos pasaban amarguras en la cancha y se liquidaban económicamente, los populares embajadores supieron llevar las cosas por el lado derecho, hasta el punto de que no sólo hicieron excelentes recaudaciones en su casa, sino que fueron el atractivo y la salvación de varias sociedades anónimas con sus presentaciones en plazas que nunca habían registrado taquillas mayores de 10.000 pesos como récord. Los Millonarios apuraron hasta el máximo el tren de juego para sobrarse en muchos partidos en los cuales dieron acabada demostración de cómo se juega al fútbol moderno. Una verdadera academia se paseó domingo a domingo por las canchas del país, haciendo impresionante alarde de sus maravillosas calidades.

Por eso en Pereira, Cúcuta. Medellín, Barranquilla, Bucaramanga, Santa Marta y Armenia, los aficionados se apretaban con semanas de anticipación a entender el anuncio de una exhibición de los Millonarios.

Fue siempre el equipo de arrastre, el que movilizaba a todos los fanáticos, el que llevaba la emoción a las tribunas. El mayor éxito de un conjunto era ganarle a Millonarios. Después de eso, cualquier cosa podía pasar. Por eso los dos únicos equipos que realizaron tal hazaña, sufrieron las consecuencias, porque se dieron a la tarea de celebrar con mucho alborozo la conquista. Fallando en momentos cruciales, cuando más necesitaban de los triunfos. Para el recuerdo de los aficionados y también para la historia deportiva, debemos consignar en esta breve crónica los nombres de esos dos triunfadores. Atlético Júnior en Bogotá, de visitante por 1-0 y Cúcuta Deportivo de local por 2-1.

Cuatro equipos lograron empatar a los Millonarios: Sporting de Barranquilla de local; Santa Fe, en Bogotá; Deportes Caldas de visitante y Deportivo Cali, de local. Fueron estos seis equipos los que le quitaron a Millonarios ocho puntos. Pero el cuadro llegó al límite máximo de los 60, produciendo en cada presentación y en cada plaza una locura colectiva.

Fuera de sus actuaciones en el torneo profesional los Millonarios inauguraron a mediados del año el Estadio Ciro López de la ciudad de Popayán, siendo el ‘Maestrito’ Báez el hombre que realizara la primera anotación en esa cancha. También atendieron una invitación de Pasto, donde, en un estadio improvisado lograron recaudar cerca de 13.000 pesos.

La extrema defensa: Julio Cozzi, Raúl Pini y Francisco Zuluaga, brilló. A ellos se les debió en mucha parte que su valla apenas contabilizara 0.80 goles por partido. Esta cifra ridícula, es el mejor testimonio de lo que pueden los tres grandes jugadores, donde no se sabe qué apreciar más, si el estilo impecable de Cozzi, o la seguridad de Pini y el trabajo correcto del criollo Zuluaga. Los tres mosqueteros de la defensa estuvieron siempre atentos a brindar a la afición y especialmente a su hinchada, espectáculos que fueran dando consistencia a ese grupo de puntos, que al final se fue subiendo tanto que, ya faltando seis fechas, tenían asegurado el campeonato del año.

La medular: La columna vertebral del conjunto, fue y seguirá siendo por mucho tiempo su línea media. Sólo este año pudieron ensamblar bien, pero cuando llegó lo que podríamos llamar el punto de caramelo, se «acabó el carbón» como dicen en Cubita la bella.

El paraguayo Ramírez, el largo y flaco Néstor Raúl Rossi y el endemoniado tres pulmones Soria, fueron en el 95% de los encuentros base de los triunfos consagratorios del gran conjunto.

Fuerte el paraguayo, técnico el argentino, rendidor como ninguno el peruano. Esa tripleta internacional, fue la encargada de contener las acometidas de los rivales y a la vez de aliviar el trabajo que podía tener la parte posterior del cuadro.

La delantera: A principios de año, llegaron las tres nuevas importaciones de los Millonarios que hacían falta. Mourin, Reyes y Báez. Gustó mucho el último y los otros dos apenas si dejaron un sabor de espera en sus futuros compromisos. Había necesidad de esperar para contar entonces con una perfecta línea de avanzada. Pedernera impuso su estilo y se dio a la tarea de sacar la mayor ventaja posible de su centro delantero, a quien la velocidad ayudaba grandemente para terminar con la resistencia que podían oponer los rivales.

Una vez que la escuadra comprendió la labor que debía cumplir en la cancha, entonces empezó a funcionar la maquinita de hacer goles. Sin precipitaciones, con calma, como llevando el asunto arreglado antes del encuentro, los ágiles de Millonarios fueron dando espectáculo y brindando satisfacciones sin cuento a sus parciales. Fue la segunda en anotaciones en el torneo. Lo que significa que hubo seguridad, empuje y por, sobre todo, verdadero sentido de la misión que debe tener un quinteto ofensivo. Su promedio de casi dos goles 90 por partido, da clara idea de la efectividad y potencialidad del conjunto.

Los reemplazos: También los reemplazos cumplieron su parte en esta conquista. Latuada dio el empate a Millonarios con Santa Fe, cuando se consideraba que el triunfo correspondería a los cardenales. Mosquera maravilló con su juego endiablado en más de una oportunidad. Castillo definió encuentros que estaban perdidos, Ochoíta cuidó los palos por Cozzi en algunas ocasiones, respondiendo siempre a la confianza que en él había depositado. Hasta el propio Pedrito Cabillón, prestado posteriormente a Universidad, se dio el lujo de vestir la casaquilla azul en algunas fechas.

Tomasito Aves y Danilo Maurman actuaron en pocas ocasiones, pero cuando lo hicieron lo hicieron bien.

Ventaja grande: Los Millonarios al catalogarse campeones nacionales lograron sacar una ventaja a su más inmediato contendor, de 11 puntos, es decir cinco partidos y medio, ventaja no alcanzada antes por ningún cuadro en torneos de la clase del que se juega en el país.

Mucho apuraron Deportivo Cali, Cúcuta Deportivo, Santa Fe y Boca Juniors por acercarse a los azules, pero éstos cuando se iban presentando situaciones embarazosas para la clasificación final, apretaban el acelerador y se iban distanciando con prudencia, como para no liquidar de una vez por todas a la afición.

Millonarios probó que era un equipo superior al resto. Se les podía hacer buenos encuentros, se podía buscar el empate, pero de allí a dar la seguridad de que la victoria sería del contrario, había un abismo grandísimo.

Siempre entraban a la cancha dando la impresión de que ganarían. Hubo partidos en que vimos al conjunto angustiado, pero la, académica dirección y excelente sentido de cómo jugar a la pelota, daban a la larga los resultados necesarios, para suponer que no había peligro de ninguna naturaleza.

Hoy los hinchas de Millonarios cantan la victoria, la gran victoria de su club. Y se merecen esa fiebre de entusiasmo, porque siempre estuvieron presentes en la cancha alentando a los azules y éstos, respondiendo a las demostraciones de cariño y satisfacción de sus adictos. Hubo una vez -justamente cuando perdieron con el Júnior- que los hinchas criticaron duramente a los jugadores. Hasta se presentó una fricción que obligó a llamar la atención de Rossi y Ramírez. Pero el público siempre es injusto. No soporta que un conjunto pierda, siempre quieren que vaya adelante, que el contendor se entregue.

Los Millonarios arribaron a su segundo campeonato, sin mayores apremios, dando la sensación de que podían haber hecho mucho más.

Pasarán muchos años antes de que aparezca un conjunto que pueda repetir la hazaña cumplida por este cuadro de Bogotá. Porque es difícil ciertamente cumplir la agotadora jornada de 34 fechas, con sólo dos reveses y cuatro empates.

La tarea que cumplieron las estrellas de la popular escuadra, bogotana, quedará para mucho tiempo en el recuerdo.

Hoy son campeones. A su bandera puede agregarse la segunda estrella. Y más que campeones, son la demostración exacta de que sí podemos tener un futbol muy grande en el país si éste se sabe dirigir. Porque si los Millonarios han acertado en las importaciones, si han logrado formar un conjunto de su categoría, igual pueden hacer otros equipos. Se necesita cerebro en la cancha y cerebro en la mesa de la junta directiva. Cuando estas dos cosas se complementan y a ello se le agrega un poquito de corazón, un mucho de voluntad y algo de suerte, se obtiene ese coctel que da triunfos tan grandiosos como el de los Millonarios en 1951.

Tenemos pues, en el país, otro campeón. Hurra para quienes a través de un duro torneo supieron conquistar en gallarda y buena lid los honores más altos del fútbol profesional colombiano.

A jugadores, directivos e hinchada en general, nuestras felicitaciones muy sinceras y que los triunfos sigan como hasta el presente, para gloria de la escuadra y satisfacción de quienes siempre hemos luchado por un fútbol grande, tan grande como el mejor del mundo.

Por Redacción deportes

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