Psicoanálisis de Alfredo Di Stéfano

El argentino jugó su último partido con Millonarios en el primer juego de la campaña contra Rapid de Viena en un torneo internacional que se realizó en Bogotá. (Nota publicada el 19 de abril de 1953).

Mike Forero Nogues - Archivo El Espectador
13 de junio de 2019 - 04:10 a. m.
Alfredo Di Stéfano en 1953 pasó al Real Madrid de España.
Alfredo Di Stéfano en 1953 pasó al Real Madrid de España.

Alfredo Di Stéfano es el "jugador de moda" del profesionalismo colombiano por causa del escándalo que su fuga ha producido no sólo en Colombia sino en varios otros países del mundo que se encontraban interesados en utilizar sus servicios. El centro delantero no es precisamente lo que puede llamarse un hombre simpático porque muchas veces se mostraba reservado, retraído, pero en cambio en la cancha constituía una verdadera atracción por su rapidez, por su penetración y por su eficacia. Se trata del delantero más cotizado del profesionalismo colombiano y según se dice ahora, de la misma Argentina en donde no se ha producido un hombre de sus condiciones. Los cronistas charlaron muchas veces con él, alrededor de una mesa, en la sede del Club de los Millonarios, y algunas de sus opiniones son en la actualidad muy oportunas para que el público las conozca. No hace mucho se produjo el siguiente diálogo:

¿Qué es lo que más le gusta del fútbol?

¿Del futbol? Pues el público...

¿Cómo así?

Sí... me gustan los estadios llenos, cuando se ven repletos, porque eso es un estímulo.

¿Estímulo para qué?

Para jugar mejor, para meterle ganas

¿Y es eso lo que no le gusto del futbol colombiano?

A decir verdad, tengo que confesar que en realidad me ha preocupado mucho ver que en los últimos tiempos los estadios colombianos no se llenan fácilmente.

¿Y eso le disgusta mucho?

Tanto como disgustarme no, pero... el público es para los jugadores lo que para los oficinistas el tinto...

¿En qué forma?

Muy sencillo... es un estimulante como ya lo he dicho.

¿Pero fuera del público no hay otros estimulantes?, ¿Qué por ejemplo?

La camiseta... el club... los compañeros... y el calor del mismo juego. Claro que la camiseta... pero eso no es lo más importante.

De modo que cuando una camiseta paga buenos dólares, ¿no lo es todo?

Si he de ser franco, tendría que decir que no...

¿Que no qué? Me gustaría una respuesta más clara...

Bien clara se la doy... que los dólares no lo hacen todo.

¿No son un buen estimulante?

El público cree que un dólar...

¿O diez mil... o cien mil?

O lo que sea... un millón si usted quiere... pero en el fútbol eso no lo hace todo. Que le pagan a uno bien, magnífico. Pero uno juega al fútbol porque sí y no solamente por el dinero.

¿Quiere ello decir que jugaría usted gratuitamente?

Si el futbol es para mí una profesión, es lógico que tengo que cobrar.

¿Pero le daría lo mismo diez mil dólares que un millón?

No.

Entonces no le entiendo...

Analícelo así: Soy un hombre, soy casado y tengo hijos… ¿me entiende ahora?

Quiere entonces decir que un hombre responsable se debe a su familia...

Exacto... yo gano dinero porque juego bien. Gano y quiero ganar más porque tengo una familia por la cual tengo que luchar. Los dólares son la defensa de mi familia y es lo que pensaría usted, o aquel señor que está allá en la otra mesa... es lo humano. Buscar el respaldo económico.

La charla que estamos relatando tuvo muchos períodos. No fue en una sola ocasión y por lo tanto esto es lo que podríamos decir un resumen de todas las charlas y conversaciones que tuvieron los cronistas con Alfredo Di Stéfano en diversas ocasiones. Y como su viaje a España (que seguramente no se producirá nunca) empezaba a figurar en las planas deportivas de los diarios, alguna vez se conversó con él sobre el asunto:

¿Tiene para usted algún atractivo especial España?

Tiene uno muy concreto...  ¿Cuál es?

Uno que se refiere a lo conversado anteriormente... Veamos, ¿cómo ve usted el asunto?

Así: En España los estadios se ven repletos cada domingo y de esta manera juega uno mucho mejor... porque tiene en las tribunas el más grande de los estimulantes.

Otra vez el público...

Así es, el público es lo primero para un jugador profesional.

¿El público está entonces por encima de la camiseta?

Tengo que ser franco... y por lo tanto debo decir que sí.

¿No le parece que ese es el defecto del profesionalismo?

El profesionalismo tiene muchos defectos, pero son inevitables.

¿Entre la camiseta de Millonarios y la camiseta de River Plate cuál prefiere?

La pregunta es tonta...

Es una pregunta que hace el público y seguramente no dirá usted que ese público que tanto le entusiasma es tonto...

También hay públicos tontos.

Sí, pero no se salga de la tangente... ¿Cuál camiseta prefiere?

Creí que lo había entendido. Yo me hice en River Plate, crecí bajo su sombra y fui futbolista con la inspiración de sus tradiciones.

¿De modo que Millonarios es para usted un equipo segundón?

Yo no le diría así...

Pero usted, señor Di Stéfano, no debe olvidar que nadie le ha pagado tanto...

Esa es la verdad, y yo no puedo estar menos que agradecido.

Y con la obligación de jugar por Millonarios, haya o no haya público...

Y así lo he hecho siempre. Creo que nadie puede levantar un dedo para decir que mi juego no ha sido altamente satisfactorio...

Esa es por lo menos la opinión más generalizada...

Tiene que ser porque ante todo he tratado de ser honrado. Yo podré preferir la camiseta de River Plate de Buenos Aires, pero no desconozco la de Millos y la defiendo con todas mis capacidades...

¿Alguna vez tuvo disgustos con los dirigentes de los Millonarios?

Disgustos propiamente dichos no...

Entonces...

Desacuerdos sí, pero esto sucede en todas partes y en cualquier club.

La verdad es que sobre la transferencia de Alfredo Di Stéfano se hablaba mucho y esto preocupa a todos. Pero últimamente, poco antes de que viajara a Caracas y a Buenos Aires, todos estábamos seguros de que el jugador volvería a Colombia porque ya había firmado un contrato y tenía un compromiso. De allí que su conducta haya parecido extraña, diferente a lo esperado para con un club que le demostró una gran confianza y le dejó ver su respaldo para diversas circunstancias. Inclusive le sirvió como fiador en el pago de los impuestos nacionales.

Pero volviendo atrás, con las charlas sostenidas con el citado jugador, vemos otros aspectos de él que contribuyen a conocerlo mejor:

¿Ha tenido usted alguna grande emoción en su vida deportiva?

Bueno, yo considero que el cúmulo de emociones que da el fútbol es muy grande.

Pero unas más intensas que otras...

Yo diría que mi ingreso a la primera división de River Plate fue una grande emoción.

Naturalmente...

En la Argentina los jugadores jóvenes viven una época muy intensa...

¿Por?

Porque hay una edad en que se puede entrar definitivamente al fútbol o se puede perder la carrera para siempre...

Es un dilema, ¿no?

Exacto, pero cuando le dan a uno la alternativa de jugar como titular, entonces todos los jugadores sienten una grande emoción.

¿Y a usted cómo le fue?

Ya se sabe, jugué. Y desde entonces me quedé allí hasta que Pedernera me invitó a colaborar con Millonarios.

¿Fue esa otra emoción?

No tanto, yo sólo sentí la necesidad de venir a Colombia porque se ofrecía una suma de dinero que constituía una reivindicación del futbolista profesional y pensando en mi familia y en el futuro de ella acepté.

De modo, pues, que siempre la familia

Es lo indicado para quien piensa cristianamente...

¿Y dentro de ese cúmulo de emociones de que usted habla, no hay otra digna de mencionar?

Como no. El triunfo de Millonarios sobre el Real Madrid, en Madrid, cuando nuestro equipo ganó la Copa de las Bodas de Oro.

¿Y la mayor decepción?

La derrota frente al equipo de Las Palmas.

¿Aquel conjunto segundón?

Exactamente, porque un equipo segundón no debía habernos vencido, pero como el fútbol es imprevisible todo sucedió así.

Ahora sólo queda el juicio del público, del mismo público que aplaudió incondicionalmente a Di Stéfano y por el cual tanta admiración sentía el jugador. Casi era una necesidad para él jugar ante un numeroso público y para el público. Y su manifestación es, aparentemente, egoísta como si quisiera siempre buscar el lucimiento personal. Por eso decimos que el juicio en torno a su sorpresiva conducta queda a juicio del público que le reconoció sus méritos en la cancha, público de todas las corrientes y de todos los equipos. Ya se verá cómo concluye este nuevo episodio del futbol profesional colombiano tan fértil en incidentes y en noticias gordas. Aquí hemos tratado de poner de presente algunas opiniones, maneras de pensar, de sentir y de responder de Alfredo Di Stéfano, con quien charlamos muchas veces, pero nunca con una gran simpatía mutua porque, como dijimos al comienzo, se trata de un hombre retraído por lo menos frente a los periodistas. Quién sabe si al haber tenido un contacto más a fondo habríamos conseguido mejores impresiones, pero esto hay que decirlo nunca nos ha gustado ser demasiado "íntimos" con los jugadores de futbol. -MIKE.

Por Mike Forero Nogues - Archivo El Espectador

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