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¿Le gusta la comida saludable? Respóndase con toda honestidad. No se preocupe si su respuesta es un no rotundo, seguro muchos comensales como usted piensan que no siempre resulta muy atractiva. Sin embargo, debo reconocer que en ocasiones quiero ofrecerle a mi paladar una opción diferente sin sacrificar los sabores que más me gustan. A mi parecer la clave está en encontrar equilibrio a la hora de elegir, porque aunque no lo crea, cuidar la alimentación o “apreciar” la comida saludable sin obligarse, también es posible.
Es cuestión de pedagogía en la mesa y sin miedo a equivocarme le puedo decir que eso de “comer bien” va más allá de una ensalada llena de vegetales o de una oferta muy costosa para su bolsillo. Esa fue la premisa con la que se desarrolló Bacu, una opción gastronómica en el país que nació en el año 2022 para cuestionar la idea de alimentarse de forma correcta desde un modelo diferente: la cocina digital, donde comer bien no debería implicar renunciar al sabor ni al disfrute cotidiano.
“Una cocina digital es un modelo que aprovecha la tecnología para hacer la gastronomía más accesible, consistente y eficiente”, explica Stephanie Gómez Cardoso, en entrevistada para El Espectador. En Bacu, la tecnología se traduce en datos, estandarización y procesos que permiten garantizar la misma experiencia en cada ciudad donde operan.
Desde su origen, la marca se construyó más como un laboratorio que como un restaurante tradicional. “Probamos sabores, iteramos con clientes, estandarizamos procesos y construimos un sistema que hoy permite que la experiencia sea igual en Bogotá y Medellín”, señala Gómez Cardoso. Ese enfoque de prueba, mejora y escucha al comensal ha sido clave para su crecimiento.
Comer bien sin culpa ni formalismos
La propuesta gastronómica de esa propuesta colombiana está pensada para la vida cotidiana. Sus fundadores han querido desde siempre que la gente pueda cuidarse sin formalismos, sin culpa y sin sentir que está renunciando al placer de comer, y para lograrlo, han trabajado estos años con ingredientes frescos, técnicas cuidadas y un enfoque riguroso en el sabor.
“Nuestra convicción es clara, el bienestar sostenible ocurre cuando las personas disfrutan lo que eligen. Hacer que comer bien sea fácil, rico y emocionalmente gratificante es nuestro propósito”, enfatiza Gómez.
Entre los platos destacados del menú están el lomo pimienta, el pollo masala, lomo teriyaki y el Macondo, recetas que, según su ceo fundadora resuelven varias cosas al mismo tiempo, porque son completas, tienen carácter, buena porción de proteína y sabores que conectan emocionalmente con la gente.
“Nuestra diferencia radica en la filosofía con la que fueron concebidos nuestros platos, los pensamos como productos repetibles, no como ideas culinarias sofisticadas. Cada ingrediente está ahí por una razón, ya sea por balance, textura o confort”, explica.
Técnica, sabor y nutrición en equilibrio
Detrás de cada receta hay un trabajo técnico cuidadoso. Las proteínas se cocinan para preservar su jugosidad, las bases se mantienen frescas y las salsas son desarrolladas internamente, en este negocio los sabores no se tercerizan.
Para Bacu, una comida saludable es aquella que provoca volver, y también la que le da la posibilidad de elegir al cliente, sus sabores preferidos. Si bien es cierto que el diseño del menú que ofrecen arranca con nutrición, también es verdad que termina con sensorialidad. El crocante, la sal adecuada, acidez, cremosidad, temperatura y satisfacción en boca, están presentes todo el tiempo, “la marca no pide renunciar al gusto, sino ponerlo al servicio del bienestar”.
Si hay un plato que representa la identidad del lugar es el Bowl Bacu, una opción para el paladar que según la emprendedora detrás de este negocio “tiene lo que somos, una proteína bien ejecutada, una base fresca, un toque crocante y una salsa con personalidad”. No es una preparación pretenciosa, pero sí memorable, es una opción con sabor a cotidianidad, según su relato.
Este negocio, que nació en Bogotá como cocina oculta, se transformó en una opción 100 % digital en 2022 y migró en 2023 a la apertura de puntos físicos. Actualmente, cuentan con 17 restaurantes en Bogotá convirtiéndose en una de las cadenas de comida rápida y saludable de mayor crecimiento en el sector gastronómico nacional.
“El paso a puntos físicos transformó la manera de presentar la comida. Nos hizo más transparentes, la gente ve el producto, la cocina y el proceso. Esto elevó la ejecución y reforzó la dimensión visual de la experiencia. Lejos de abandonar lo digital, la marca lo integró. Hoy somos una marca omnicanal”, sostiene.
Medellín como motor de innovación
La ciudad paisa ya se perfila como el centro de innovación de la marca. “Tiene un consumidor muy informado y curioso, que exige sabor, concepto y coherencia”, explica Stephanie Gómez. Allí, Bacu mantiene la misma calidad, frescura y practicidad, no obstante, están en un constante desafío que eleva la marca a nivel nacional.
Para ella, la innovación no se entiende como experimentos aislados, sino como aprendizaje permanente con impacto en todo el país. Por eso, la sostenibilidad es quizá su recurso imprescindible en la evolución del sector, el consumidor y la marca, donde esta se concibe como el uso responsable de recursos, consistencia y reducción del desperdicio.
La tecnología les permite controlar inventarios, estandarizar preparaciones y asegurar que todos los puntos operen bajo los mismos parámetros. “Lo importante es que eso se refleje para el cliente en algo sencillo, platos confiables, frescos y con buena relación valor-precio”, asegura.
Con más de 15 puntos en Colombia, la calidad se sostiene a través de la cultura organizacional, procesos claros y formación constante. Cuentan con estándares que se replican, equipos entrenados y mediciones diarias de calidad y percepción del cliente, una terna que les ha permitido cocinar la receta de su éxito actual. La clave, según cuenta Gómez Cardoso, es que la experiencia no dependa de un talento individual, sino de una organización que entiende por qué y cómo hacerlo bien, siempre.
Navidad: una época de equilibrio sin renuncia
Para quienes buscan celebrar Navidad comiendo rico pero ligero, Bacu es una buen opción. Dentro de su carta hay opciones con bowls calientes como el Thai Crunch o el Mexa, que son reconfortantes, abundantes y se caracterizan por combinar proteína, vegetales y sabor.
Durante la temporada, la empresa colombiana ofrece opciones como la torta brownie pistacho, un postre de açaí con helado, frutas y ganache de pistacho, además de galletas con este último ingrediente con chocolate blanco. “Queremos mostrar que la Navidad también puede celebrarse desde el bienestar y la conexión”.
Para compartir, quienes están detrás de los fogones recomiendan platos como el hummus de faláfel, el guacamole con totopos y el queso asado con coulis de frutos rojos, opciones versátiles pensadas para grupos diversos y con todo el sabor que buscan los comensales sin sacrificar ningún bocado.
Con más de 60.000 órdenes mensuales, Bacu ha entendido que el colombiano busca equilibrio, quiere comer algo rico y sentirse bien sin complicarse, por eso el menú ha ido evolucionado gracias a la retroalimentación constante de sus clientes. “La intuición es importante, pero lo que realmente guía es la relación con quienes nos eligen cada día”.
¿Qué significa para usted comer saludable y qué tan fácil es mantenerlo en su rutina diaria? Los leemos en los comentarios.
Si te gusta la cocina y eres de los que crea recetas en busca de nuevos sabores, escríbenos al correo de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com) o al de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) para conocer tu propuesta gastronómica. 😊🥦🥩🥧
