De colores y sabores
“Cuando un cliente viene sin mucha idea, lo primero que le pregunto es qué plato quiere acompañar”, dice Steeve Orgéas, cavista de La Part des Anges, en el 14ème arrondissement de París. “Los gustos han evolucionado mucho, porque hasta hace unos años la recomendación era blanco para los pescados y tinto, de sabor fuerte, para las carnes y proponer algo diferente era una energía Ahora un pescado puede acompañarse perfectamente de un vino tinto, aunque siempre es preferible que sea de sabor ligero”, dice. “La idea es que el vino no opaque el plato ni viceversa. Una carne condimentada va bien con un syrah que es un vino fuerte” agrega Orgéas, quien señala que de todas maneras que la cuestión del maridaje tiene mucho de costumbre y de personal.La clasificación más simple del vino es la división entre “ tintos” (que en Europa suelen llamarse “rojos”) y blancos. La denominación, al contrario de lo que suele creerse, no siempre depende del color de las uvas utilizadas en la producción. Algunos vinos blancos, se producen a partir de uvas negras, la champaña es sin duda el más famoso de ellos.
Una tercera clasificación es el “vino rosado”, que a pesar de ser menos conocido fue hasta la edad media el más consumido en el mundo. El rosé puede producirse por la clarificación progresiva de un vino tinto o por la mezcla de vinos blancos y rojos, aunque esta última práctica estuvo prohibida hasta hace unos años por las reglamentaciones europeas y suele acompañar los mariscos. Como es el único en el que el sabor se realza a bajas temepraturas, no es un pecado servirlo recién sacado de la nevera. Esto explica que en los países con estaciones es el preferido durante el verano.