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Dicho estilo se contrapone con la nueva visión de vinos más ligeros y refrescantes, atados íntimamente a entornos concretos. Son vientos que sentí cruzar desde sitios como Sotillo de la Ribera, donde se avanza hacia el rescate de una identidad perdida.
A esta escuela pertenecen los hermanos José Félix, Noelia, Cristina y Beatriz Callejo, quienes llevan las riendas del emprendimiento familiar Bodegas Félix Callejo, fundada hace 25 años por el padre. José Félix y Noelia, quienes se encargan de las áreas de viticultura y enología, solo se vincularon al proyecto después de prepararse en las mejores academias de España y de haber enriquecido sus conocimientos con trabajos en bodegas francesas, españolas, californianas, chilenas y argentinas, como Petrus, Miguel Torres, Araujo y Cobos.
Nuestro trabajo, me dice José Félix, es “expresar el origen, la tipicidad de nuestra zona, nuestros entornos de altura, nuestros suelos, nuestras variedades regionales”. Y recalca: “Es volver a lo que se hacía antes, mucho antes de que los críticos internacionales comenzaran a exigirle a Ribera del Duero ese estilo denso y pesado, que terminó ocultando lo nuestro”.
Ahora, cuenta Noelia, “miramos de manera diferente un paisaje que ha existido siempre, y nuestra tarea es trasladarlo a los vinos. Así, nos hemos alejado del concepto de estructura y volumen, y nos hemos acercado al de textura y fluidez”.
Para ello, los hermanos Callejo se han subido a los cerros y analizado los suelos encontrados en su descenso: desde sustratos calcáreos en la parte alta, a casi 900 metros de altitud, hasta arcilla y canto rodado en la parte baja, siempre dentro de Sotillo de la Ribera, todo lo cual enriquece sus vinos con expresiones distintas de las variedades autóctonas utilizadas, empezando por la Tempranillo y la Albillo.
Cada una de las etiquetas de Bodegas Félix Callejo refleja esas mismas condiciones, desde el blanco y el rosado hasta su selección de tintos.
Y de esa manera, añade José Félix, “nos reencontramos con el pasado y retomamos el momento cuando los vinos venían de municipios específicos”.
Y todo ello bajo la luz de una agricultura ecológica que les permite obtener vinos más naturales, con menos intervención en bodega y fermentados casi por sí solos, lo que para ellos significa productos “más naturales, higiénicos y puros”.
Lectores, esta es la nueva Ribera del Duero, sobre la cual están puestos ahora los ojos de la crítica; crítica que hoy descubre que el viejo modelo escondía secretos.
*Clos Vinos representa en Colombia a Bodegas Félix Callejo.
