Con apenas 17 años Marco Polo dejó Venecia para unirse con su padre Nicolás y su tío Mateo en un viaje a Oriente. Entonces sus parientes retornaban donde el emperador mongol Kublai Khan con los encargos que éste les había hecho en su primera travesía.
El emperador, ávido de conocer la cultura occidental, había pedido a los dos italianos regresar con cien católicos que dieran cuenta de sus creencias y un poco de aceite del Santo Sepulcro encargado al papa de la época. Y aunque no lograron llegar con el cometido sino con algunos mensajes del líder católico, fue Marco Polo quien se ganó la confianza del emperador y terminó trabajando bajo su protección.
El viajero incansable recorrió culturas, parajes y topografías. En sus travesías, en busca de rutas comerciales, en las que cuenta que vio batallas entre elefantes, tigres amaestrados, lujosos palacios, adivinos colmados de poderes y las más variopintas manifestaciones, también se deleitó con nuevas formas de alimentación, platillos ajenos a su memoria, prácticas contrarias a las occidentales y un sinnúmero de ingredientes que ampliaron su tradicional menú.
Desde Venecia hasta China, en desplazamientos que tardaban años con todo tipo de dificultades, cruzando mares, desiertos y montañas, Marco Polo se encontró con los sabores de grandes casas gastronómicas como la islámica, la mongol y la china. Reconoció los primeros restaurantes y todo tipo de prácticas en torno a la mesa. Todas con preparaciones particulares, muchas de las cuales se mantienen varios siglos después. Especias, aromas y todo tipo de productos exóticos añoradas en las cocinas de Europa, fueron sólo algunos de los ingredientes de la gran despensa que el italiano descubrió en Oriente.
Y aunque algunos aseguran que Marco Polo nunca llegó a China y sus fantásticas historias tomaron prestadas las experiencias de otros viajeros, muchos historiadores están convencidos de las proezas que relató de cada uno de sus viajes.
Para los amantes de la buena mesa, nada mejor que retomar los pasos de este viajero apasionado, con las huellas de tres de los platos característicos de algunos de sus lugares visitados. Las siguientes preparaciones hacen parte de un recorrido actual por esos parajes en los que Marco Polo reconoció nuevas culturas y exploró nuevas manifestaciones que luego contaría desde la cárcel, de regreso en Venecia.
Los 3 platos de Marco Polo
1. Bistec tártaro
Ingredientes
Lomito 200 g
Alcaparras 5 g
Pimienta verde 5 g
Salsa de tabasco 5 ml
Jugo de limón 125 ml
Aceite de oliva 60 ml
Perejil 5 g
Cebollina 5 g
Pepinillo en vinagre 10 g
Mostaza 5 ml
Salsa de tomate 10 ml
Sal al gusto
Pimentón dulce al gusto
Pimienta al gusto
Cebolla blanca 10 g
Yema de huevo 40 g
Pan blanco 50 g
Opción decorativa huevos de codorniz
Preparación
Limpie la carne, córtela finamente hasta que quede molida. Adicione los ingredientes, sin incluir el huevo y el pan. Recorte entonces el pan, dórelo un poco y recúbralo con la carne. Decore con la yema.
2. Espalda de cordero
De la cocina mahometana
La carne es el ingrediente principal. Trozo de cordero sofrito en aceite de cacahuete, sazonado con cebolla y canela y acompañado con ciruelas y albaricoques.
3. Uvas de pescado
Cocina de Anhui
Hace parte de las ocho grandes cocinas tradicionales de China. Carne blanca de pescado, servida en forma de racimo de uvas, sofrita en aceite de sésamo y sazonado con jengibre, puerro, salsa de soya y jugo de uva.