Colombia es productor de camarón y langostino tanto en el Pacífico como en el Caribe, donde se cultivan diferentes variedades, como el langostino blanco, el rosado, el chocolate, el muchilla o de río –que se utiliza en el verdadero encocado–.
Generalmente, tanto camarones como langostinos se comercializan sin cabeza, y en el caso de los camarones incluso se les retira el cascarón y la colita, a diferencia de lo que ocurre en España, donde se aprecia la cabeza como parte fundamental de la experiencia de comer gambas. Pocas veces en nuestro país encontramos y disfrutamos las gambas con cabeza, y ciertamente es una verdadera delicadeza culinaria.
Hoy, gracias a proveedores muy juiciosos y dedicados, tenemos en mi restaurante un buen surtido de gambas, que llegan fresquísimas, empacadas en cajones de hielo. Para disfrutarlas hay quienes pelan la cola y están también los que las asan con cáscara para pelarlas en la mesa y disfrutar de esos sabores intensos y marinos.
Yo estoy en el último grupo, por lo que en esta receta sugiero tirarlas sobre una plancha muy caliente y luego aderezarlas con aceite de oliva y ajo. Nada más. Este es el placer de un plato sencillo, de pocos ingredientes y que le permite a su protagonista brillar con todo su esplendor.
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INGREDIENTES (Para 4 personas)
32 gambas o langostinos medianos con cabeza
1/2 taza de aceite de oliva
4 dientes de ajo finamente picados
1 ramita de tomillo
Sal gruesa
Limón
PREPARACIÓN
Lave muy bien las gambas, escúrralas y mézclelas con el aceite de oliva. Ponga un puñado de sal gruesa sobre una plancha muy caliente y tire allí las gambas. Voltéelas cuando empiecen a cambiar de color y termine de asar a fuego alto hasta que se achicharren un poquito. Retire las gambas y ponga el ajo, más aceite de oliva y la ramita de tomillo. Luego devuelva las gambas, revuelvas y deje cocinar durante un minuto más para que los sabores se envuelvan. Sirva acompañando con cascos de limón.