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¿Se llenó la copa?

¿Qué está sucediendo?, se pregunta el USGS. ¿Va en aumento la actividad sísmica o están brotando señales de alerta de una gran catástrofe, algo así como si se estuviera llenando la copa?

Hugo Sabogal
19 de febrero de 2023 - 02:00 a. m.
Las grandes catástrofes que se están presentando en la actualidad, también representan un gran peligro para la producción vinícola.
Las grandes catástrofes que se están presentando en la actualidad, también representan un gran peligro para la producción vinícola.
Foto: Cortesía

El pasado jueves se registraron tres fuertes movimientos sísmicos en Haití, Guatemala y el departamento de Antioquia. Un día antes se contabilizaron 42 temblores en distintas partes del mundo, según el portal científico USGS, adscrito a la Secretaría del Interior de Estados Unidos. Eso sí, ninguno comparable con el cataclismo ocurrido en Turquía y Siria el pasado 6 de febrero.

¿Qué está sucediendo?, se pregunta el USGS. ¿Va en aumento la actividad sísmica o están brotando señales de alerta de una gran catástrofe, algo así como si se estuviera llenando la copa?

Y sí, porque amenazas similares se ciernen también sobre el sector vitivinícola como consecuencia de heladas, granizadas, aumento de las nevadas, inundaciones, aluviones, sequías, bruscas caídas o aumentos de las temperaturas, incendios accidentales o provocados por manos criminales, calentamiento global y contaminación atmosférica. Según el Global Risk Index for Wine Regions, los detrimentos anuales en el sector superan los US$10.000 millones, expresados en viñas y bodegas destruidas, pérdidas de inventarios, bruscos desplomes en la producción y caída libre de ingresos y ganancias, con sus consabidas consecuencias para el empleo y el turismo.

Contando hacia atrás, la actual cadena de incendios en el sur de Chile contabiliza un balance desolador: 25 muertes trágicas, igual número de desaparecidos, 700.000 hectáreas de bosques, viñedos y cultivos carbonizadas, 3.176 damnificados y casi 1.200 viviendas arrasadas.

Además de las carbonizaciones, los racimos afectados por el humo no podrán recogerse porque los vinos resultantes arrojarían brebajes intomables.

En la vecina Argentina, un frente de heladas afectó, en septiembre de 2022, la mayor parte de zonas productoras localizadas en el piedemonte andino, comprometiendo unas 10.000 hectáreas de vides. Se registraron mermas de entre el 60 al 90 % del total de la producción.

Y en 2020 los incendios en California quemaron más de 30 bodegas y causaron pérdidas por US$3.700 millones. En años recientes, igualmente, las tempestades de granizo han golpeado de manera inclemente famosas regiones de Francia e Italia, como Borgoña y Piamonte.

Los terremotos, asimismo, han dejado una estela destructora en Chile, Nueva Zelanda y California. Según el Global Risk Index -creado por un equipo multidisciplinario de universidades de Australia y Europa, y cuyo radio de acción abarca 7.500 regiones vitivinícolas de 131 países-, “no existe región en el mundo que no esté expuesta a climas extremos o desastres naturales”. A todas luces, es un panorama preocupante para el planeta y para la especie. ¿Cómo evitar que la copa se llene?

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