Impacto mujer
Dejando huella

“Igualdad de género, motor para todos los objetivos de desarrollo”: Sara Ferrer

La representante residente de PNUD en Colombia asegura que, aunque la pandemia retrasó el camino hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es optimista respecto a que la sociedad y la política pública sean conscientes de que hay que “hacer las cosas de forma distinta”.

María Alejandra Medina
25 de marzo de 2023 - 05:00 p. m.
Sara Ferrer Olivella, representante residente de PNUD en Colombia. / Óscar Pérez - El Espectador
Sara Ferrer Olivella, representante residente de PNUD en Colombia. / Óscar Pérez - El Espectador
Foto: El Espectador - Óscar Pérez

La española Sara Ferrer Olivella es la representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Colombia.

En esta entrevista habla sobre las lecciones aprendidas para la sociedad y la política pública tras la pandemia en cuanto a igualdad de género, así como los desafíos actuales para no dejar a nadie atrás en las estrategias de desarrollo.

Mucho se ha hablado de cómo a las mujeres la pandemia las afectó de forma particular en ámbitos como el mercado laboral. ¿Cómo estamos hoy?

Todavía falta mucho por hacer, y los temas estructurales del rol de la mujer en el sistema productivo del país siguen siendo relegados. La pandemia agravó, y no creo que ese rol se haya recuperado, porque muchas mujeres que salieron del mercado laboral por las cargas de cuidado no se han podido revincular por varias razones. Hay un tema estructural de esta economía, que es la informalidad, que afecta mucho más a las mujeres, y eso las deja desprotegidas ante una pandemia. Además, estamos hablando de mujeres en general, pero la realidad de ellas en Colombia es muy distinta dependiendo de dónde están.

Las mujeres tuvieron que proveer el cuidado de los niños que estaban fuera de la escuela, de los ancianos, de los enfermos… Y eran cabezas de familia o dependientes de un hombre, que no siempre tenía el mejor comportamiento, no solo aquí, sino en muchos países. Justo antes de venir a Colombia estaba en Jordania y fue duro para muchas mujeres el no poder salirse de ese hogar durante la pandemia.

El mercado laboral se está recuperando, hay reactivación económica, pero ha habido varias crisis que nos están afectando. Al mismo tiempo teníamos la crisis de los migrantes venezolanos, afectados también por la informalidad, y en eso hay muchas mujeres expuestas a mucha vulnerabilidad. La crisis climática: fuimos a ver los efectos del huracán Iota en San Andrés. Y las olas invernales les toca particularmente a las mujeres, dependientes o relegadas al trabajo del hogar, que no es que no sea importante, pero no logran salir del círculo de dependencia. Para mí, un tema central es la independencia económica, que les permite a las mujeres tomar decisiones que de otra manera no pueden.

¿Qué lecciones dejó la pandemia para la sociedad y la política pública?

Visibilizó la importancia de tener trabajos formales, y la lección aprendida es que debemos transitar de esa informalidad a la formalidad para proteger a esas mujeres. Lo otro es la formación de capital: la pandemia demostró que mujeres no tenían habilidades digitales, por ejemplo, para seguir trabajando remotamente. La lección aprendida es que, en cuanto a formación de capital, la brecha digital impactó de manera mucho más particular a las mujeres porque no han tenido la posibilidad de vincularse a espacios de formación o bien de trabajo que les permitieran desarrollarse de esa manera. El otro tema es acceso al sistema financiero de manera virtual. La pandemia nos enseñó que varias capas de la sociedad y, por supuesto, las mujeres no tenían recursos para hacer sus transacciones o las compras, pero tampoco la posibilidad de tener un crédito, aunque sea un mínimo. En general, nos enseñó que hay varios elementos que se deberían abordar desde un enfoque de género que permita hacer esa transición.

Por otro lado, el tema de la salud mental fue invisible. Las que sufrían de violencia sexual no tenían ni una línea de acción; estaban las comisarías, pero en ese momento no estaban funcionando de la mejor manera. Así que creo que hay varios elementos que fueron generales, pero con un impacto más profundo en la mujer. Vemos esas lecciones, pero no cómo las estamos incorporando en la forma de construir políticas sociales. Si mañana se cierra todo esto, ¿qué pasa? Pienso que no estamos preparados para la próxima pandemia.

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Hoy tenemos otros factores que nos afectan distintos a los sanitarios, por ejemplo la inflación. ¿Cómo abordar esta presión de forma adecuada?

La inflación es el impuesto más regresivo que existe, pues afecta sobre todo a los más vulnerables, y hay muchas mujeres en condición de vulnerabilidad. Para enfrentar las crisis que se vienen pensaría que se tiene que abordar, por ejemplo, la dimensión de salud de manera distinta. En la pandemia hubo temas de salud de la mujer que no se pudieron trabajar: la gestación, la maternidad, la violencia sexual... Y a partir de eso: cómo fueron afectadas en temas de salud mental. Por supuesto los hombres también lo fueron, pero las mujeres de manera particular porque ejercían múltiples roles. Entonces la pregunta es qué tipo de elementos en el sistema de salud puede uno poner en funcionamiento que se activen cuando haya una emergencia de carácter diferencial y eso no existe, no está establecido. En la educación, se veía el impacto de la conectividad. La educación media es clave y en muchas partes del país no existen los medios para llegar de manera virtual. Entonces viene un rezago de logros académicos muy pronunciado en muchas partes del país. No creo que se hayan tomado medidas para que si pasa algo mañana se pueda superar. En términos económicos, hay una apuesta muy importante para lograr un salario mínimo, empleos más decentes, pero la realidad de hoy es que el mercado laboral colombiano está muy fragmentado, con alta informalidad que no permite protección en caso de eventualidades. Entonces, ¿qué vamos a hacer con esas pequeñas empresas que son muchas veces de una persona, muchas veces mujeres?, ¿cómo las vamos a proteger si hay algo el día de mañana? ¿Más subsidios o inversión en capacidades y logros para que se vinculen a un sector formal?

¿Cómo evalúa la estrategia de género de este Gobierno, cuya apuesta es por ejemplo el Ministerio de la Igualdad?

La apuesta de este Gobierno por la igualdad frente a muchas desigualdades la valoro muy positivamente. El Ministerio de la Igualdad se crea porque hay una desigualdad muy profunda frente a muchos grupos poblacionales, y la respuesta que hay es darle un ministerio para poder empezar a trabajar de manera sistemática, coherente, estas desigualdades, pero no es la única solución. El abordaje de la igualdad, en toda la política pública, va mucho más allá del Ministerio de la Igualdad.

¿Qué enfoques deberían tener reformas como la laboral para crear mecanismos que, por ejemplo, incentiven la formalización?

Hay varias medidas que pueden ayudar, por ejemplo la flexibilización en las medidas de vincularse al trabajo. En PNUD tenemos la política de ir a la oficina dos veces a la semana y luego puede ser un trabajo remoto. Esto es importante, porque uno puede atender varias necesidades y al mismo tiempo ser muy productiva. Las respuestas de cómo vincularse al mundo laboral hoy son distintas a las que había antes de la pandemia y requieren otro tipo de formación, tanto de habilidades blandas como digitales o financieras. Hace una semana estuve en el evento de Colombia Fintech, que es una herramienta para democratizar el acceso a las finanzas y sacar adelante proyectos de vida. Es un habilitador. Allí, las emprendedoras reconocían las grandes dificultades para arrancar, porque el sistema financiero no las financia como a los hombres. Entonces, se necesita incentivar al sector financiero para que a su vez incentive a las startups financieras. Incluso se habló de que cuando hay mujeres en el frente de estas empresas tienen mejores resultados, pero no logran llegar a ese punto. Se trata de cambiar esta cultura.

También quisiera compartir una iniciativa para transformar modelos de negocios y modelos en el sector público que se llama Equipares. Se trata de transformar las organizaciones o los negocios desde el interior, reduciendo sesgos a nivel directivo o en la toma de decisiones que afectan al modelo de negocio como un todo, por ejemplo en temas de flexibilidad laboral para la paternidad y la maternidad, ascensos y oportunidad de desarrollo personas. Al transformarse en el interior las empresas pueden transformar el modelo de negocios hacia el exterior, generando potencialmente más negocios, porque reducen el sesgo y ven las oportunidades en servir y dar servicios con enfoque de género. En el sector público empezamos con el sector transporte, donde hay discriminación, pero han sido los primeros que quieren avanzar en esto. El Ministerio de Transporte recibirá el sello (Equipares) y será la primera entidad pública que lo alcanza. Eso permite tomar conciencia y trabajar hacia el exterior en unas políticas públicas con enfoque de género.

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Ya estamos a la vuelta de la esquina de 2030. ¿Qué tanto nos retrasó la pandemia hacia los ODS y qué se puede hacer ahora?

La pandemia tuvo un impacto enorme en todos los países. Inversiones que se habían hecho tanto en temas de inversión social, educación, salud y demás en muchos países se perdieron. Si vemos el Índice de Desarrollo Humano, que es el que nosotros cuidamos, vemos que el 90 % de los países perdieron cuatro años de desarrollo humano, que venía evolucionando en los últimos 30. Si para Colombia se ajusta ese índice por la desigualdad de género, el impacto fue mucho mayor. ¿Qué hacer? Las mujeres constituyen la mitad de la población y no se puede seguir obstaculizando la vinculación al sistema productivo y no reconociendo el rol que tienen en el sistema reproductivo. ¿Queremos que las mujeres se vinculen, aporten y construyan una mejor sociedad? Pues el cuidado es un factor que se tiene que reconocer y valorar, y sin duda hay que habilitar que las mujeres puedan también vincularse al sistema productivo. Es una cuestión de roles también para los hombres: qué significa ser hombre en pospandemia, cómo pueden aportar y apoyar a las mujeres a vincularse, a construir familias distintas… La igualdad de género es un motor clave para avanzar en todos los objetivos de desarrollo humano: el de pobreza, el de salud, el de educación, el de participación en el mercado laboral y el de innovación y creatividad, porque no se puede avanzar si no tienes en cuenta a la mitad de la población. Sí hay otras maneras de cuidar a nuestras familias, a nuestras sociedades, a nuestras economías y, por supuesto, a nuestro planeta. El impacto de las mujeres es clave en todas esas esferas, pero no está pasando a la velocidad que a uno le gustaría ver.

¿Es optimista frente a ese cambio sabiendo que cuando los países tienen problemas más “urgentes” no se destinan tanto tiempo o recursos para estrategias de largo plazo?

Nací optimista. Si no, no estaría en este negocio, que es el de servir a la gente y promover esperanza y que todo el mundo tenga la posibilidad de vivir una vida que valga la pena. Soy optimista, porque si algo nos demostró la pandemia es que somos muy vulnerables frente a las crisis y por este motivo tenemos que hacer las cosas de manera distinta. Creo en este país, que a pesar de todas las crisis que lo afligen, el conflicto, la guerra que persiste en muchas partes del país, la inseguridad alimentaria, se están haciendo unas apuestas de política pública para permitir un cambio, para el cierre de brechas.

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