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“No quiero juzgar, que lo haga el Señor”: Joaquín Aldana

El coronel (r), acusado de asesinar y descuartizar a su esposa, por primera vez entrega su versión de los hechos.

Olga Lucía Garzón Roa / Ibagué
09 de julio de 2010 - 10:06 p. m.

El esperado juicio en contra del ex comandante operativo de la Policía coronel (r) Joaquín Enrique Aldana, acusado de haber asesinado y descuartizado a su esposa, Érika Cecilia Yenerys Gutiérrez, el pasado 9 de septiembre, comenzó este viernes en Ibagué. Las partes del cuerpo de la joven de 33 años fueron esparcidas en un radio de 18 kilómetros en la vía Ibagué-Alvarado. El oficial fue  detenido hace seis meses y ahora, en diálogo con El Espectador, por primera vez da su versión sobre el crimen que conmocionó el país.

¿Qué pasó el día en que asesinaron a su esposa?

Estaba en mi casa, había sido operado ocho días antes de la vesícula y por eso estaba excusado del servicio. Ella hacía un trabajo con una de nuestras hijas. Luego me dijo que la habían llamado y tenía que irse a Medellín o Bogotá a concretar un posible trabajo en Costa Rica. No fue nuevo para mí porque ya lo habíamos hablado.

¿Qué le dijo usted?

Me llené de tristeza, pero entendí que las personas quieren hacer realidad sus sueños. Érika quería salir adelante.

¿Tenía alguna razón para pensar que lo iba a abandonar?

Uno cuando vive con una persona lo hace por libre voluntad. Ella decía que quería tener libertad, conocer otro mundo.

¿Cómo fue la despedida?

No quería que se fuera, pero quedamos en estar pendientes el uno del otro, incluso le di dinero para el transporte y los primeros días, porque siempre le brindé apoyo, y pensamos en la posibilidad de unirnos a ella con mis hijas si le iba bien.

Enid Gutiérrez, mamá de Érika, dice que ella lo iba a abandonar. ¿Qué dice?

Los comentarios de ella son producto de todo lo que se ha hablado mal de mí. La entiendo porque le han mostrado que soy el culpable, que tienen todas las pruebas en contra mía. Yo me pongo en el dolor de ella, y pienso que si estuviera en su lugar, hablaría mal, diría cosas dañinas.

¿Tenían problemas?

Decir que todo matrimonio está bien es mentira.

¿Hablaron de separación?

Nunca.

Érika salió el 8 de septiembre, pasaron los días y no aparecía, ¿no se preocupó?

Era normal que viajara. La familia se comunicó conmigo a los dos días y les manifesté lo que pasó. Era normal que se fuera y no llamara. Yo le marcaba y sonaba correo de voz, pensaba que estaba ocupada o no quería conversar. A los pocos días me dicen que lo van a reportar a las autoridades y yo les digo que lo hagan.

Esa explicación, viniendo de un policía, ¿no es muy ingenua?

Me preocupaba por ella, pero pensaba que quería ser libre.

¿Por qué no les informó a las autoridades?

No tenía ninguna prevención para alertarlas. Me embargó la tristeza, mas no la duda. Pensaba que se había ido y me había dejado con mis niñas estando recién operado. No podía alardear algo de mi vida privada, sólo pensaba que ese era su sueño.

Dice usted que recibió un reporte policial de una mujer, encontrada en la vía Ibagué-Alvarado, que había sido descuartizada. ¿No pensó que se trataba de su esposa?

Como policía me preocupé, sin embargo era otro homicidio que sucedía en Ibagué. Si hubiera tenido implicación en eso hubiera hecho un escándalo, pero ni siquiera se pasó por mi mente que fuera ella. Estaba ajeno a que esa persona fuera la madre de mis hijas, y seguí mi vida normal.


¿Y cuando le dicen que la mujer descuartizada era su esposa?

Me llevaron a la Fiscalía y me hablaron dos psicólogos. Me desgajé en lágrimas, sentí dolor interior, me llené de zozobra. Les pedí que me ayudaran a informarles a mis hijas porque no tenía la fortaleza para hacerlo.

¿En qué momento se ve involucrado en el crimen?

Desde el principio, todos dijeron que era el culpable. Me llamaron de la Dirección General a reclamarme, la prensa hablaba...

¿Por qué se quedó callado y no informó a sus superiores?

Estaba confundido. Manejé el silencio porque no es quien más hable el que tiene la razón. No sabía por qué los organismos de seguridad estaban en mi contra. No sabía de qué me acusaban.

La Fiscalía habla de un crimen pasional cometido por usted cuando descubrió que ella le era infiel. ¿Qué tiene que decir?

Todos tenemos errores y yo no soy nadie para juzgar a la madre de mis hijas, porque ella donde esté merece respeto como madre o mujer. Mi corazón perdonó.

¿Ella sí le era infiel?

No voy a bajar a Érika del pedestal en que la tienen sus hijas.

¿Por qué no fue al sepelio?

Ya se hablaba de que yo era el culpable. ¿A qué iba, a que me golpearan o maltrataran?

¿Cómo han sido estos seis meses?

Me he sentido tan agobiado que lo único que hallé fue el apoyo del Señor. Ha sido muy difícil porque me han echado la culpa, han trapeado con mi vida, y sacado cualquier cantidad de cuentos; pero me he fortalecido interiormente.

Si no fue usted quien asesinó a su esposa, ¿quién fue?

Reflexionar así es lanzar juicios y no quiero hacer lo que hicieron conmigo. No quiero juzgar a nadie, que lo haga el Señor.

¿Y si lo condenan?

Creo en la justicia. Tengo optimismo. Ustedes verán en el juicio cuál es la verdad.

¿Cómo ha manejado la situación con sus hijas?

Me duele el dolor de ellas, me he puesto una coraza en el corazón para que no sufran. Me tocó pasar saliva, fortalecer mi alma y entregarme a la oración para que me vieran fuerte, llenarlas de amor para que no sintieran ese vacío, acompañarlas y abrazarlas para que se den cuenta de que su papá las quiere.

¿Qué le preguntan?

Por la mamá. Yo les dije que está en el cielo y que después vamos a compartir con ella, y que el hecho de que haya partido no quiere decir que nos haya dejado solos.

Por Olga Lucía Garzón Roa / Ibagué

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