El rey de la Zona Rosa

Durante las últimas semanas se ha vuelto familiar en el Concejo de Bogotá el rostro de Mauricio Moreno, a quien sus amigos apodaron Cacho cuando estaba en el colegio en honor a un estudiante muy popular que tenía este mismo sobrenombre y que físicamente era idéntico a él.

El Espectador
31 de enero de 2009 - 10:00 p. m.

La razón de sus visitas a esta Corporación, que muchos califican de ‘lobby’, no es otra que la de defender la llamada industria de la noche, la cual se ha visto afectada por la medida que expidió el Alcalde de restringir el funcionamiento de los clubes, bares y discotecas hasta las tres de la mañana.

Desde los 18 años Cacho ha estado inmerso en el mundo de la rumba, la música y la diversión. El éxito y reconocimiento de sus bares, ubicados en la Zona Rosa, además de los exigentes filtros que deben pasar quienes quieren ingresar a estos lugares, lo han convertido en una leyenda.

A comienzos de los 80 creó Jazz en las Rocas, en el centro de la ciudad. Durante los fines de semana hacía las veces de DJ, barman y cajero. Pero fue en 1986 cuando decidió apostarle a la calle 82 y crear un sólido negocio, que despertó la envidia de otros empresarios, con la inauguración de Music Factory: la primera discoteca en Bogotá en la que se escuchaba electrónica. Al poco tiempo nacieron Anónimos y Ocho, en donde todos los fines de semana se aglutinaban en la entrada cientos de personas. 

La alegría no duró mucho. Según Cacho, la Ley Zanahoria, implementada por el alcalde Antanas Mockus, quebró la mayoría de establecimientos. Sin embargo, en poco tiempo encontró la solución: Gótica. Se trata de un reconocido club al que, desde 1996, van los jóvenes a rematar la rumba hasta las seis de la mañana. Su inauguración marcó un hito entre la clase alta. Fue una fiesta inolvidable a la que asistieron personalidades de la farándula y los más ‘plays’ de Bogotá. Sólo pudieron entrar quienes presentaran la invitación y estuvieran vestidos de negro.


El éxito de las fiestas que todos los fines de semana se organizaban en este club, al que sólo podían ingresar quienes tuvieran carné, permitió que Cacho siguiera expandiendo su negocio. Muchos de sus conocidos lo han acusado de ser aventajado en los negocios, recriminaciones a las que prefiere no prestarles importancia.

Hoy, con 43 años de edad y padre de dos hijos pequeños, Cacho es el dueño de cinco de los más reconocidos locales de la Zona Rosa: Alma, Gótica, Anónimos, Cúbico y Music Factory. Además de una revista y una empresa de eventos.

La nueva medida expedida por el alcalde Samuel Moreno lo tomó por sorpresa. “Gótica, al igual que otros clubes de la ciudad como Café y Libro, se están muriendo”, cuenta al tiempo que cuestiona la efectividad de la norma.

Convencido de que la medida lo único que logrará es revivir los after parties y las descomunales fiestas en las casas, Cacho seguirá insistiendo para que se reglamente la rumba en la ciudad y se creen mecanismos que permitan responsabilizar directamente a los empresarios por la venta de licor a menores:  “Lo que pasó en la calle 85 fue fruto de la falta de apoyo de Carulla, que sólo se preocupó de vender”.

Por El Espectador

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