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Encuentran restos humanos en la 10ª

Medicina Legal investiga origen de cadáver enterrado, al parecer, hace 40 años.

Laura Juliana Muñoz
20 de abril de 2009 - 11:00 p. m.

Tomará un buen tiempo antes de que se resuelva el misterio. Los huesos están incompletos y fueron, 40 años atrás, una de las evidencias para resolver un  crimen, pues según Yuri Romero, arqueólogo del proyecto a cargo de una empresa contratista del IDU, “todo parece indicar que es un cadáver que fue exhumado en otro lugar y posteriormente enterrado aquí”.

Las suposiciones comenzaron a aparecer luego de que el lunes, a las siete de la mañana, Alberto Cardona, auxiliar en las obras que adelanta el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) desde enero sobre la carrera 10ª, empezara su rutina en la construcción de la Fase III de Transmilenio. Las redes de Codensa, intervenidas por última vez hace aproximadamente cuatro décadas, serían reemplazadas por tubos de PVC. Mientras picaba el pavimento, hacia las diez de la mañana, Cardona notó algo extraño. Entre la tierra compacta sobresalía un cráneo humano algo roto, desgastado por el tiempo y manchado por el color cobrizo que toman las rocas que se encuentran en lo más profundo de los subsuelos. “No sentí susto. Eso sí, en mis años de trabajo nunca había visto algo similar. Además, no es común encontrarse cualquier cosa excavando en vías públicas”, contó Cardona, de 37 años.

Cráneo, fémur, pelvis y omoplato. Allí estaban los huesos en desorden, justo en la carrera décima en frente del banco BBVA, dispuestos 50 centímetros bajo tierra, y a menos de un metro de un árbol, como si éste fuera una marca para quien los enterró, una seña de su tumba secreta.

Cardona se detuvo y llamó a sus superiores. Luego llegaría la Policía para acordonar la zona y comprobar la existencia del misterioso hallazgo. A las dos de la tarde hicieron presencia el Centro Técnico de Investigación y la Fiscalía para recoger las evidencias y hacer los estudios que determinarían en menos de un día la identidad, estatura y el tiempo que llevaban bajo tierra los restos óseos. Sin embargo, esto no será una tarea fácil: “Será complicado determinar su identidad, ya que aún no se ha encontrado la mandíbula. Tampoco podrá ser posible calcular la estatura, ya que el fémur está partido e incompleto. A primera vista, diría que se trataba de una mujer por el tamaño del cráneo”, le dijo a El Espectador Romero.

Romero pensó dos veces antes de tocar el cráneo. Tomó aire y procedió a ubicar cada fragmento de los restos, por pequeño que fuera, en una caja improvisada. Lo hizo como en los documentales, con una brocha y una pala pequeñas, con la paciencia y delicadeza propias de un científico, pero sin guantes. Después del alboroto que atrajo a decenas de curiosos, las obras deben continuar. Y el misterio tendrá que ser resuelto por el personal de criminalística de Medicina Legal.

Por Laura Juliana Muñoz

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