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Retrospectiva del poder

Los primeros años de los alcaldes de la ciudad han estado signados por peleas con contrarios, paros, la eterna inseguridad, los huecos en las calles que no se van y hasta amenazas de revocatoria de mandato.

El Espectador
08 de noviembre de 2008 - 10:00 p. m.

Los primeros pasos suelen ser los más difíciles. Los cambios son un asunto complicado que requiere de cierto tiempo para asentarse, para comenzar a funcionar de una manera adecuada. La angustia llega cuando detrás de este proceso, innato a la naturaleza misma de un comienzo, cualquiera que sea, se encuentran las vidas de casi siete millones de habitantes. A lo anterior hay que sumarle el factor político, el juego de secretos e intrigas que se da detrás de la silla de mando de los que mandan, y han mandado, en Bogotá.

Nada de esto excusa el actuar del mandatario de turno, pero, de cierta forma, da una perspectiva un poco más amplia de cómo se comporta ese niño caprichoso llamado poder. Acá se presentan los aciertos y errores de los últimos alcaldes de la ciudad, para quienes el primer año ha marcado una cierta diferencia, convirtiéndose en una suerte de bautismo de fuego del cual emergen fortalecidos o debilitados para el resto del mandato.

(1998-2000) En el primer año de mandato de Enrique Peñalosa, cuando aún estaban frescos los recuerdos de su triunfo electoral, se presentó un amago de revocatoria de mandato, una suerte de golpe de estado para el primer funcionario de la ciudad y el segundo cargo más importante del país. La campaña vino luego de una lluvia de protestas por el Plan de Ordenamiento Territorial, problemas varios de espacio público (un tema ya de por sí problemático) y el asomo tímido de la propuesta de peajes urbanos. Ya casi al final de su mandato la prensa se sació con el tema de siempre: la seguridad. Esa vez, como otras tantas, la preocupación era por la creciente inseguridad alrededor de los claustros universitarios. En su momento, Peñalosa también tuvo que afrontar problemas por inasistencia a invitaciones de la Cámara de Representantes: el ex alcalde dejó de ir a cinco de aquellos debates y un representante habló de uso de la Fuerza Pública para obligar al mandatario a presentarse en el recinto. Asimismo, la Contraloría puso en duda varios procesos de contratación de la administración distrital de ese entonces.

(2001-2003) De Antanas Mockus hay recuerdos varios. Están, por un lado, una serie de campañas pedagógicas que en su momento fueron criticadas y ridiculizadas, que le enseñaron al bogotano promedio lo que el ex mandatario denominó cultura ciudadana. Por el otro, los habitantes de la capital guardan aún en su memoria la imagen de una mancha amarilla que paralizó durante varios días la ciudad. El paro de taxistas inmovilizó a una ciudad ya intransitable. La prensa tituló “Caos total en Bogotá” en el primer año de mandato de Mockus. En el último año de su gobierno, Mockus enfrentó de nuevo duras críticas relacionadas con la movilidad. Para ese entonces media ciudad sufría una especie de cirugía a corazón abierto, puesto que varias vías de la ciudad, entre ellas la crítica NQS, estaban siendo sometidas a reparaciones o, como en el caso de la mencionada avenida, adecuaciones para la operación de Transmilenio. Los titulares esa vez fueron “La ciudad a cero kilómetros por hora”.

(2004-2007) Cuando se menciona el nombre de Luis Eduardo Garzón, muchos evocan un enfoque social de la ciudad. El ex alcalde del Polo Democrático dio prioridad a varios programas diseñados para atacar la extrema pobreza de algunos habitantes de la capital, Bogotá sin Hambre, por ejemplo. Sin embargo, durante su primer año el ex alcalde afrontó duras críticas por el tema de seguridad, particularmente por los diferentes problemas del antiguo sector del Cartucho, en el centro de la ciudad. Asimismo, como un eterno déjà vu, se hablaba de líos con la seguridad en la zona centro de la ciudad, donde se agrupan localidades como Mártires y Santa Fe. Garzón, en quien recayó primero la proyección de la tercera fase de Transmilenio, había hablado de tres troncales: calle 26 y carreras décima y séptima. En el último momento el ex alcalde dejó en veremos la séptima, tema que sigue así hasta el día de hoy. La bola siguió rodando y ya para el final de su mandato se hablaba de la movilidad como un gran reto para quien fuera el próximo alcalde de la capital.

En su primer año, Samuel Moreno, ha tenido que defender a capa y espada su proyecto del metro, la gran ilusión que lo dejó en la estación del Palacio de Liévano a finales del año pasado cuando derrotó, con amplio margen, al ex alcalde Peñalosa. En un primer momento hubo roces con el presidente Uribe por una reunión que por poco no se da. Después, uno tras otro, han venido los ataques contra él y su gabinete. Los blancos preferidos, o al menos los usuales, han sido la secretaria de Gobierno, Clara López, y quien hasta el viernes en la noche fue el jefe de la movilidad, Luis Bernardo Villegas. Asimismo, en este año los bogotanos ya perdieron la cuenta de las explosiones que se han registrados. Las últimas, apenas el mes pasado, ocurrieron simultáneamente en varios sectores de la ciudad, así como el atentado contra la estación de policía de Suba. A estos hechos se ha sumado la quema de 10 buses de servicio público.

Por El Espectador

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