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Los monjes del antiestrés

Luego de abandonar sus profesiones y bautizarse con nombres en sánscrito: Gauri, Krishna, Bhakti, Ana Hata y Turya, se convirtieron en los únicos maestros autorizados para dar a conocer este saber en el país.

Mariana Suárez Rueda
15 de noviembre de 2008 - 10:00 p. m.

¿Cuando cierra los ojos para dormir en vez de conciliar el sueño comienzan a invadirlo cientos de pensamientos sobre las deudas, los problemas de salud de su familia, los compromisos que no ha cumplido, lo mucho que tendrá que trabajar al día siguiente o el dinero que le falta para comprar la casa que siempre ha deseado? ¿Es incapaz de concentrarse durante largos períodos de tiempo sin recordar sucesos del pasado que quisiera repetir o cambiar? ¿Pasa varias horas del día imaginando su futuro?

Recientes estudios realizados por científicos de la Universidad de Stanford han demostrado que una persona tiene cerca de 60.000 pensamientos diarios, sin embargo, también se ha comprobado que resulta poco saludable que nuestra mente no sea capaz de guardar silencio, aunque sea por algunos minutos, y concentrarse más en disfrutar los hechos del presente. Una tarea que solamente parecen cumplir con éxito quienes han decidido dedicarse a la meditación y a cultivar el espíritu, para lo cual el común de las personas dice no tener tiempo ni disposición, y por eso se ven abocados a sufrir de estrés, ser acosados por pensamientos negativos y sentir intranquilidad constantemente.

A finales de los noventa, y después de permanecer ocultas durante 21 siglos en una comunidad de monjes que viven en el Himalaya, llegaron a Occidente las técnicas ishayas. Una alternativa para combatir la tensión, acallar la mente, atraer pensamientos positivos, disfrutar más del presente y sentirse relajado y descansado. Todo esto gracias a unos sencillos ejercicios que se pueden realizar con los ojos abiertos o cerrados y en cualquier lugar y hora del día. No importa si es mientras está sentado en la oficina al frente del computador, en la sala de espera de un consultorio médico o en un cómodo sofá de su casa.

Lo importante es concentrarse y lograr que la mente se ponga en blanco, como una gigantesca pantalla de cine en la que poco a poco deberán aparecer pensamientos y sensaciones de acuerdo con la etapa y con los sentidos que se trabajen. Durante este proceso la respiración también desempeña un papel importante y se aconseja que esta sea profunda y pausada.

Parece increíble, pero decenas de personas que han practicado estas técnicas de manera constante aseguran que los beneficios se perciben casi de inmediato y que la vida da un giro de 180 grados. Así lo sintieron Turya, Gauri, Bhakti, Ana Hata y Krishna, cinco colombianos mayores de 35 años que abandonaron sus profesiones para capacitarse en este arte y luego enseñarlo en diferentes regiones del país. Para ello tuvieron que cambiarse de nombre por uno en sánscrito y vestirse completamente de negro, rojo o blanco, de acuerdo con la energía que sientan y las metas espirituales que estén trabajando.


Turya, que significa diosa de la dicha y la paz, dejó su consultorio de odontóloga para convertirse en maestra ishaya. Se viste de blanco para atraer la pureza y la tranquilidad. Gauri, que quiere decir madre que empuja a los demás a su crecimiento y sanación, se olvidó de la medicina y junto con su pareja Krishna dicta talleres por todo el país. Ambos utilizan solamente prendas negras, mediante las cuales buscan destruir la ignorancia y alimentar la energía interior. Ana Hata, que significa energía del corazón y Bhakti, diosa de la unidad, abandonaron su vida cotidiana para abrir una casa de meditación en Villeta (Cundinamarca).

Varias veces por semana se reúnen estos cinco maestros ishayas para practicar en grupo las técnicas y organizar talleres en diferentes lugares del país. Sus verdaderos nombres nunca los han vuelto a pronunciar, de hecho no los revelan a nadie ni utilizan a menos de que se trate de un trámite bancario o tengan que presentar sus documentos en el aeropuerto para viajar al exterior.

Mente y cuerpo

La Organización Mundial de la Salud ha advertido en repetidas ocasiones sobre los peligros del estrés, un mal que considera silencioso y responsable del 98% de las enfermedades que afectan a la población. No existe un medicamento que lo cure por completo y que evite que lo suframos en diferentes circunstancias de nuestra vida. Sin embargo, la ciencia ha logrado establecer que las técnicas de meditación permiten combatirlo y mejorar nuestra calidad de vida.

En el año 2000 Alberto Pérez de Albéniz y Jeremy Holmes, psicoterapeutas del North Devon General Hospital en el Reino Unido, publicaron un estudio en el que recopilaron la evidencia científica sobre los efectos de la meditación en el cuerpo. Éstos van desde la relajación muscular, el aumento de la circulación sanguínea en el cerebro y cambios en los patrones del metabolismo, hasta una menor secreción de cortisol (la hormona del estrés). 

Los cinco colombianos que enseñan y practican las técnicas milenarias de los ishayas, provenientes del Himalaya, no sólo aseguran disfrutar de estos beneficios, sino que han aprendido a dejar atrás los remordimientos que sienten por hechos del pasado, a no concentrarse solamente en imaginar el futuro, a gozar el presente y, sobre todo, a experimentar instantes en los que su mente está en un completo silencio.

msuarez@elespectador.com

El origen de las técnicas ishayas

Hace 21 siglos en el Himalaya, un grupo de monjes creó una serie de sencillos ejercicios, mediante los cuales lograban alejar el estrés y la ansiedad que solía apoderarse de sus vidas. Pero tan sólo hace cerca de una década éstos fueron dados a conocer en Occidente por personas que decidieron convertirse en maestros ishayas.

Ishaya es una palabra proveniente del sánscrito que significa el desarrollo humano pleno, el nivel más alto de conciencia. Y las técnicas ishayas son, según los monjes himalayos, herramientas que generan una especie de unión y coherencia entre los dos hemisferios del cerebro y hacen que la mente funcione de una manera ordenada, además de contribuir a eliminar el estrés acumulado en el sistema nervioso.

Los maestros que enseñan esta técnica y quienes la practican aseguran que su edad biológica disminuye un promedio de siete años, que se enferman menos y que desaparecen las adicciones, el insomnio, la angustia y la depresión.


Pasos para practicar las técnicas ishayas

En cada una de estas etapas se trabaja con las características de los dos hemisferios cerebrales, el izquierdo que es el analítico, el lógico y el conceptual; y el derecho, que es el artístico y el emocional. El objetivo es integrarlos y a partir de un concepto y de una emoción, que se refuerza en cada uno de los pasos, se busca sanar el estrés.

1. Apreciación: durante esta primera etapa se intenta eliminar la idea de que hay algo que no funciona en nuestra vida, una percepción que generalmente es equivocada y que nos lleva a cambiar constantemente de carro, de casa o de pareja.

2. Gratitud: el objetivo es sanar la idea que tenemos de que hay algo malo con nuestro cuerpo y con el mundo en el que habitamos. Si se logra concluir con éxito esta etapa, la persona se sentirá mejor consigo misma y dejará de juzgar a los demás.

3. Amor: trabajar esta emoción permite acercar a la persona a la fuente de todo lo que existe, no importa cómo lo llamen (Dios, Alá, energía...).

4. Compasión: a través del fortalecimientos de esta emoción la persona se concientiza de que forma parte del universo, que su existencia está ligada a la de los demás objetos, energías y seres vivientes que nos rodean.

Test del estrés

Si contesta afirmativamente dos o más respuestas del siguiente cuestionario, elaborado por maestros ishayas, quiere decir que está llevando un ritmo de vida acelerado, que no le deja tiempo para cuidar su cuerpo y espíritu y que necesita controlar si quiere tener días tranquilos y aprender a sobrellevar los problemas.

1. ¿Es usted de las personas que se acuestan a dormir y se levantan igual de cansadas o peor que la noche anterior?

2. ¿En el último mes ha gritado a algún miembro de su familia cuando llega cansado del trabajo?

3. ¿Ha sentido una sensación constante de miedo o ha sufrido episodios de pánico?

4. ¿Tiene alguna adicción al cigarrillo, al alcohol, al sexo, alas drogas o a la televisión?

5. ¿Siente que está repitiendo en su trabajo o en sus relaciones situaciones que le gustaría cambiar?

6. ¿Ha tenido en los últimos meses un persistente dolor de cabeza, gripe, problemas de piel o gastritis?

7. ¿Su médico no ha encontrado causas físicas de estos síntomas?

Por Mariana Suárez Rueda

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