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Relleno Doña Juana afecta salud de habitantes cercanos

Un estudio de la Universidad del Valle así lo sostiene.

María Camila Peña
06 de marzo de 2009 - 11:00 p. m.

Las suposiciones de los vecinos del relleno Doña Juana fueron confirmadas por los investigadores de la Universidad del Valle. Fabián Méndez, médico epidemiológico, profesor de la Escuela de Salud Pública y director del estudio que evaluó la influencia del relleno en la población cercana, les informó en la tarde del jueves a los habitantes de los barrios Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo que el aire que respiran desde hace más de 20 años contiene partículas de PM10, Benceno y Xileno.

 Los vecinos quedaron en silencio. En el auditorio de la escuela Mochuelo Alto los habitantes se miraban confundidos. No entendían qué quería decir el doctor con las estadísticas y los números que se proyectaban en la pared.

 Entre los asistentes comenzaron los rumores. Luz Marina Urrego, reconocida entre la comunidad por ser una de las madres comunitarias del barrio, decía que el relleno tenía tantos efectos negativos, que desde que se fue a vivir a la zona comenzaron sus problemas de asma. Un antiguo funcionario del relleno le atribuía la infección que invadía medio lado de su rostro a las 630 toneladas que se depositan diariamente en Doña Juana y un grupo de mujeres hablaban de los constantes problemas respiratorios de sus pequeños hijos.

El doctor Méndez le explicó a la comunidad que entre mayo de 2005 y enero de 2006 la Universidad del Valle, contratada por el Distrito y Proactiva, el consorcio que maneja el relleno, realizó una serie de muestras en las que se tomó como referente la población más cercana al relleno y un grupo de habitantes con condiciones similares a las de una “zona de control”, con el objetivo de comparar los resultados . El estudio estuvo enfocado principalmente a niños entre cero y tres años, uno y cinco años y adultos mayores de 50.

En cuanto a la calidad del aire se concluyó que tanto las cantidades de PM10, partículas invisibles que en grandes cantidades pueden llegar a inflamar los bronquios, como de Benceno, un gas incoloro que causa convulsiones, alteraciones del ritmo cardíaco y hasta leucemia, superaron la norma local en un 75% de las muestras. “Pudimos identificar que las personas mayores de 50 años, que viven más cerca de Doña Juana, presentaron una disminución en su capacidad respiratoria durante los seis meses del estudio”, dijo Méndez.

La investigación estableció que los niños que viven en esta zona presentan un peso y talla por debajo de lo normal y que son más vulnerables a ser afectados por enfermedades respiratorias como ataques de pecho, ojos rojos y llorosos y disfonía. Mientras los funcionarios de la Secretaría de Salud intentaban explicarle a la comunidad que esto era además consecuencia


de los bajos niveles de alimentación y de la contaminación producida por las 46 ladrilleras que funcionan en la zona, Néstor Morales, profesor de tercero de primaria de la escuela distrital del barrio, aseguraba que diariamente faltan a clases cerca de cuatro o cinco niños de su salón por síntomas como vómito, mareos y problemas respiratorios.

En la medida en que avanzaba la tarde, los asistentes estaban cada vez más inconformes con los resultados del informe. No entendían por qué si el estudio había finalizado en 2006 y se habían identificado los efectos negativos del relleno en su salud, solamente  tres años después los ponían al tanto de los resultados. Las moscas no dejaban de revolotear en el salón y los mayores, con sus voces roncas, alegaban que todo era culpa de “La Juana”. “Es que además de las infecciones, el relleno afecta nuestros cultivos, la tierra se ha vuelto infértil, las moscas se comen las hojas de las matas de papa y el ganado se enferma”, protestaba Sofía Muñoz.

Patricia Álvarez, miembro del equipo de la Universidad de Antioquia que revisó el estudio, tomó la palabra. Recalcó la eficacia del diseño epidemiológico realizado por los investigadores del Valle y aseguró que debe quedar abierta la discusión sobre cuáles son las causas reales de los efectos en la salud de los habitantes.

Por su parte, los funcionarios de la Secretaría de Salud argumentaban que la investigación no había sido divulgada antes, porque primero se debían confirmar los resultados. “Lo curioso de esta reunión es que no se hace énfasis en los efectos cancerígenos del relleno. El Distrito debería prestarles más atención a las enfermedades crónicas que está padeciendo la comunidad”, decía Benjamín Morales, uno de los líderes de Mochuelo Bajo.

Con sorpresa, Raúl Castillejo, gerente de Proactiva, recibía los resultados del estudio. “Nosotros operamos 18 rellenos en toda América Latina y es en el primero donde se presentan estos problemas”, aclaró.

 Al final de la tarde los habitantes le pidieron a la administración un nuevo encuentro para profundizar en los resultados de la investigación. Se programaron tres talleres que comenzarán desde abril, y según Viviana Virviescas, directora de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos, las diferentes entidades del Distrito trabajarán unidas para que se vigile y se tomen acciones frente a los resultados de la investigación.

Por María Camila Peña

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