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La generación del cambio climático

Conscientes de que en sus manos está el poder evitar un futuro desolador para sus hijos y nietos, decidieron dedicar su tiempo y energía en recorrer el mundo y trabajar por preservar el planeta.

Mariana Suárez Rueda
29 de agosto de 2009 - 10:00 p. m.

Prefieren movilizarse en bicicleta, envasan sus bebidas en un mismo termo que reutilizan hasta el cansancio para no contaminar el planeta comprando botellas plásticas o latas de gaseosa, sus cuadernos y libretas de apuntes son hechos con papel reciclado, procuran comprar alimentos orgánicos y se han obsesionado por apagar todas las luces que se quedan prendidas innecesariamente en sus casas o trabajos, así como por desconectar los computadores, proyectores, televisores y cargadores de celulares.

Todas las semanas se reúnen en alguna biblioteca de Bogotá para discutir sobre su tema favorito, el asunto que más les preocupa y que se ha convertido en el centro de atención de sus vidas: el cambio climático. Se trata de un grupo de 50 jóvenes universitarios y profesionales entre los 18 y 30 años, que decidieron cambiar su estilo de vida y concentrar sus esfuerzos en luchar por concientizar a niños, adultos y contemporáneos de su generación de la necesidad de emprender acciones para combatir uno de los fenómenos más peligrosos y devastadores a los que se está enfrentando la Tierra y la especie humana.

Su labor va más allá de una simple actividad con tintes académicos. Algunos de ellos, como Carolina Figueroa, han tenido la oportunidad de viajar a eventos internacionales sobre el calentamiento global y participarán en la Conferencia Mundial del Clima, convocada por la Organización Mundial de Meteorología la próxima semana en Ginebra, Suiza. Otros, como Daniel Jiménez, han creado empresas de productos ecológicos, o como Pablo Aguilar y Catalina Flórez lograron generar espacios de discusión en universidades como la Distrital a través de la implementación de una semana ambiental en la que se realizan foros y exposiciones sobre el cambio climático.

Y están aquellos que han abandonado su país natal para perseguir el sueño de crear una delegación de jóvenes que sea activa políticamente y pueda representar a Colombia en uno de los eventos más importantes del mundo: la Conferencia sobre Cambio Climático, que organiza Naciones Unidas y que se llevará a cabo a fines de este año en Copenhague (Dinamarca).

Esa es la historia de Adrien Brunetti, un francés que desde su adolescencia estuvo vinculado con grupos ambientales y contribuyó a la creación de varias delegaciones en Estados Unidos y Europa que lograron ser escuchadas por la opinión pública y los políticos, y así implementar planes de acción para hacer reflexionar a sus conciudadanos sobre la importancia de adoptar prácticas de vida más amigables con el medio ambiente.

Aunque llegó a Colombia persiguiendo un viejo amor, Adrien descubrió que aquí, al igual que sucede en países como Ecuador, Venezuela y El Salvador, entre otros de la región, aún no se ha consolidado una delegación seria que represente a la juventud en temas relacionados con el cambio climático, la desertificación, el consumo responsable y el calentamiento global. Una noticia que lo sorprendió bastante, pues en la mayoría de naciones europeas los jóvenes son quienes se han apoderado de estos asuntos y han asumido el reto de informar y guiar a la sociedad en la manera de proceder para evitar o mitigar las nefastas consecuencias de estos fenómenos, pues saben que en sus manos está el futuro de las nuevas generaciones.

El foro sobre cambio climático, que se realizó a comienzos de este año en la Universidad del Rosario, con invitados internacionales y estudiantes de diferentes instituciones, fue el escenario perfecto para el nacimiento de Acción Climática Colombia. Al comienzo solamente un par de alumnos inquietos se mostraron interesados en la idea, pero a medida que transcurrían las reuniones todos los viernes en diferentes escenarios de la ciudad, se iban integrando cada vez más miembros hasta conformar una delegación de 50 personas de universidades como los Andes, la Javeriana y el Externado. Todas convencidas del rezago que existe en nuestro país para abordar asuntos relacionados con el medio ambiente y empeñadas en cumplir el propósito de viajar este año a la cumbre de Copenhague.

Sólo faltan 99 días para el gran evento y estos 50 jóvenes están corriendo contra el reloj para lograr acreditarse. En Colombia solamente el Colegio de Abogados Ambientales ha obtenido este privilegio y ellos esperan ser los segundos en alcanzarlo. Para ello han recurrido a diferentes organizaciones ambientales en busca de asesoría y apoyo económico. Aunque todavía no han reunido el dinero suficiente, ya hicieron cuentas y están seguros de que alcanzarán a recogerlo a tiempo.

Stephnie Lavaux, directora de investigación de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad del Rosario y experta en temas del medio ambiente, cree que este tipo de iniciativas son muy valiosas para la sociedad y realmente tienen una fuerte incidencia sobre ella. En primer lugar, porque estos jóvenes actúan como agentes de cambio y porque tienen la habilidad de manejar las nuevas tecnologías, y de esta forma llevar su mensaje a más gente y de forma más efectiva. Y agrega que organizaciones como Al Verde Vivo están dispuestas a apoyar y alentar este tipo de proyectos.

Lavaux también cree que en Colombia no se habían creado antes delegaciones como estas debido a que en nuestra cultura política no es usual que la juventud participe y menos que sus planteamientos sean escuchados y tenidos en cuenta en la toma de decisiones. Sin embargo, está convencida de que poco a poco esta situación ha ido cambiando a través de movimientos como Acción Climática Colombia.


“Estamos llenos de energía”, exclama Adrien en medio de una de las reuniones del grupo. “Cada semana, recuerda, nos ponemos en la tarea de dictar charlas en las universidades, organizamos eventos masivos en los parques, contagiamos de nuestro entusiasmo a familiares y amigos, y visitamos organizaciones y empresarios preocupados por el futuro del planeta para conformar una red de agentes que realmente logren producir un cambio”.

Saben que el camino es largo y lleno de dificultades, pero luego de intercambiar experiencias con otras delegaciones de jóvenes del mundo se han convencido de que su labor vale la pena y que ellos no son el futuro, sino el presente, y en sus manos está el evitar que sus hijos, nietos y bisnietos tengan que enfrentarse a un escenario desolador, en el que ya no existan las condiciones para que el hombre siga habitando la Tierra.

Colombia está en peligro

Durante una jornada de diálogos sobre los efectos del cambio climático para nuestro país, organizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Bogotá, Ricardo Lozano, director del Ideam, reveló que Colombia es la nación de América Latina más afectada por este fenómeno. El funcionario invitó a reflexionar sobre los mecanismos que se están utilizando para concientizar a la población de la necesidad de adoptar prácticas más amigables con el medio ambiente, recordando que en 2008 los desastres naturales cobraron la vida de 256 personas, dejaron 506 heridos y 46 desaparecidos, y este año se han registrado más de 300 mil afectados.

Prácticas verdes de vida

La única manera de frenar los devastadores efectos del cambio climático es concientizándonos de la importancia de adoptar hábitos que sean amigables con el medio ambiente. El Espectador recomienda a sus lectores algunas de las prácticas más útiles y sencillas para cuidar nuestro planeta:

1. Utilizar la bicicleta como medio de transporte.

2. Desconectar los aparatos electrónicos como cargadores de celular, televisores, secadores de pelo y computadores cuando no estén siendo usados.

3. Cambiar las bolsas plásticas para hacer mercado por un canasto.

4. Separar los residuos del hogar y la oficina en tres grupos: plásticos, papel-cartón y orgánicos.

5. Usar bombillos ahorradores de energía en la casa y la oficina.

6. Cerrar la llave del grifo al cepillarse los dientes o enjabonarse en la ducha.

7. Procurar no abrir muchas veces la nevera y al hacerlo demorarse el menor tiempo posible.

8. No usar aparatos que consuman energía si no es necesario. Como, por ejemplo, abrelatas o exprimidores de naranja eléctricos.

9. Pagar las cuentas de los servicios por internet para no gastar papel en la expedición de las facturas.

10. Mantener las llantas del carro con el aire suficiente para evitar mayor gasto de combustible.

Por Mariana Suárez Rueda

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