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“Uribe está en el tema de su segunda reelección”

El ex presidente Samper se saca varios clavos políticos, después de las elecciones: analiza el efecto del triunfo de su candidato, Samuel Moreno. Critica lo que a su juicio fue la derrota de Gaviria y del Partido Liberal en todo el país. Y remata con ataques a Peñalosa y al presidente Uribe, de quien se distancia con frases muy duras.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
20 de noviembre de 2007 - 11:15 a. m.

El ex presidente Ernesto Samper acaba de llegar de unas exóticas vacaciones. Primero estuvo en Chile. Y desde ese país viajó a Vietnam, Camboya, Laos y Tailandia, justo cuando Colombia entraba en la etapa de cierre de la campaña para elegir mandatarios locales. Pero antes de ausentarse, se aseguró de que se supiera que apoyaba a Samuel Moreno para la Alcaldía de Bogotá, contra las expresas instrucciones del director de su partido. Se ocupó también de organizar varias reuniones sociales para que el candidato del Polo tuviera la oportunidad de conquistar a personajes del liberalismo y a grupos de significativa relevancia en la vida económica de la capital.

Muy pocos entre quienes hacen parte de los círculos de opinión de la ciudad creen que el ex presidente tenga aún poder real en su propio partido o en el escenario en el que solía ser el rey: el Congreso de la República. Sin embargo, hay dos hechos comprobables. Uno, que por su oficina privada pasan todos los días decenas de visitantes de renombre. Dos, que dígase lo que se diga, cuando Samper interviene, el curso del acontecimiento que él ha puesto en su mira cambia, para bien o para mal.

De hecho, lo logró recientemente, si nos atenemos al triunfo de Moreno y a la imprevisible ventaja que éste obtuvo sobre el alcalde estrella de la ciudad, Enrique Peñalosa, uno de los opositores más caracterizados del ex mandatario. De todas maneras, el costo que asume Samper por mantenerse vigente en el mundo político es alto. Muy alto, a mi juicio, porque los ataques contra él son tan duros, que un ser humano corriente no los resistiría.

Para protegerse, se ha recubierto con una gruesa capa. Así conserva su habitual buen sentido del humor y su temperamento cálido y desparpajado, aunque el karma del 8.000 lo persigue y se niega a abandonarlo. Como afirma cuando se lo pregunto, no quiere “graduar” a nadie de enemigo, salvo a dos personas cuya identidad adivino, pero que él se niega a revelar.

Supuse que cuando aterrizara procedente del sudeste asiático, tendría ganas de sacarse varios clavos, y no me equivoqué. No iba a desaprovechar el éxito de su candidato, ni a dejar de cobrar las aparentes derrotas de quienes lo han tratado en forma displicente, entre ellos el propio Peñalosa; el director de su partido, César Gaviria, y el presidente Uribe. Los coleccionistas encontrarán en esta entrevista varias frases sugestivas para seleccionar.

Cecilia Orozco Tascón.- Según los analistas, usted fue uno de los ganadores de las elecciones porque apoyó a Samuel Moreno. ¿Sus declaraciones influyeron en los liberales que se rebelaron contra la decisión de votar por Peñalosa?

Ernesto Samper Pizano.- Estoy muy agradecido con la campaña peñalosista, porque gracias a la cuña que me sacó invitando a votar por Samuel, pude contribuir con su elección. La verdad es que aunque no hice proselitismo, al anunciar mi respaldo por él, los liberales que querían acompañarlo se sintieron libres de hacerlo. No sé hasta qué punto pude haber influido en los votantes y no me interesa hacer esos cálculos. Pero se demostraron dos cosas: que Bogotá no ha dejado de ser liberal y que mientras las directivas del Partido apostaban por la derecha, sus bases se movían hacia la izquierda.

C.O.T.-¿Es cierto que usted es muy amigo de Samuel Moreno y de sus padres?

E.S.P.- El presidente López Michelsen me enseñó a ser amigo de esta familia y he contado con su apoyo desde cuando comencé mi carrera política en el Concejo de Bogotá. La Anapo jugó un papel muy importante en la alianza que formamos cuando llegué a la Presidencia. En mi gobierno me acompañó Iván Moreno (hermano de Samuel), quien fue un excelente ministro de Trabajo. Hay una relación de amistad de muchos años, es cierto, pero apoyada en una fuerte identidad política.

C.O.T.- En consecuencia, estará muy cerca del próximo alcalde...

E.S.P.- Me pondré a disposición de Samuel para darle un consejo, si él considera que puede resultarle útil, pero no voy a involucrarme en el día a día de la Alcaldía. Me gustaría ayudar, por ejemplo, a que se concrete la idea del metro, un propósito en el que he venido trabajando desde hace veinte años. Por eso, cuando llegué a la Presidencia dejé apropiados los recursos para concretar su construcción. Otra cosa es que Peñalosa y Pastrana le hubieran puesto “conejo” a la ciudad y hubieran desviado esos recursos para Transmilenio.

C.O.T.- En los mentideros políticos se dice que no todos los dirigentes del Polo están contentos con el triunfo de Samuel, porque tienen dudas sobre su preparación y sobre las personas que lo acompañarán. ¿Qué opina al respecto?

E.S.P.- En el mundo actual se están acabando los hombres providenciales, los falsos mesías. En los nuevos esquemas globales de administración existen, en cambio, hombres-equipo. Confío en que Samuel, con su liderazgo y su preparación en las mejores universidades del mundo, va a ser capaz de conformar un gran grupo de trabajo.

¿El liberalismo ganó o perdió?

C.O.T.- ¿Cómo cree que le fue al Partido Liberal en el resto del país?

E.S.P.- No le fue bien. El partido va para atrás como los cangrejos: en las elecciones presidenciales pasadas, quedamos en tercer lugar. De ser mayoritarios en el Congreso, hemos pasado a tener 16 ó 18 senadores; también redujimos nuestra participación en la Cámara. Obtuvimos una votación alta en las elecciones municipales y regionales de ahora, pero no se consiguió una sola alcaldía importante y perdimos quinientas curules entre concejales y diputados. Mientras tanto, al liberalismo, ideológicamente, se lo están comiendo el uribismo por la derecha y el Polo por la izquierda.

C.O.T.- ¿Pretende impulsar un juicio de responsabilidades?

E.S.P.- No. Aquí de lo que se trata no es tanto de cambiar el chofer, sino de cambiar la carrocería y esa carrocería tiene que ver con su estrategia política y su ideología. La estrategia no puede seguir amarrada al parlamentarismo ignorando los sectores sociales del partido y sus expresiones regionales. En lo ideológico, se debe convocar de manera inmediata un congreso para saber dónde estamos en el espectro político y luego un referendo con los cuadros locales y con las organizaciones sociales para que ellos definan la orientación futura del liberalismo.

C.O.T.- ¿Un referendo para qué?

E.S.P.- Para estructurar una propuesta social sobre la cual se construya una gran coalición de la izquierda democrática, que se oponga a la gran coalición de la derecha que se ha conformado alrededor de los programas del gobierno del presidente Uribe.

C.O.T.- Veo que todavía se siente parte activa del liberalismo, pero César Gaviria sostiene que usted se salió del Partido hace rato...

E.S.P.- No me he salido del Partido. Lo que pasa es que no he entrado al gavirismo, que es distinto.

C.O.T.-¿O sea que para usted hoy no existe liberalismo sino gavirismo?

E.S.P.- Hay un manejo del partido por parte del presidente Gaviria, y la aplicación de una política que él impulsa en solitario y que me llevó a marginarme para no atravesarme en su camino. Propuse a Gaviria para dirigir el liberalismo porque consideré que él y yo, juntos, podríamos darle un nuevo respiro. Está claro que esa estrategia no funcionó. A pesar de que mantenemos una excelente relación personal, me da pena decir que hace tres años no hablo una sola palabra de política con él.

C.O.T.- Con todo respeto: ¿Está reclamando cupo en la Dirección Liberal?

E.S.P.- Si lo estuviera reclamando no habría propuesto a Gaviria para la dirección del Partido.


C.O.T.- Lo cierto es que ustedes siempre parecen estar en contravía. ¿Por qué?

E.S.P.- Tal vez porque representamos vertientes distintas dentro del liberalismo, lo cual no es una novedad.

C.O.T.- Entonces, ¿por qué propuso a Gaviria?

E.S.P.- Porque veía que las posibilidades de Horacio Serpa se estaban asfixiando, reducidas como estaban en ese momento al apoyo de nuestra gente. Pensé que una propuesta de unificación que incorporara al gavirismo al Partido, como en efecto se incorporó, podría representarle a Serpa un apoyo adicional. Y además, porque creo, aunque me tachen de anacrónico, que el fortalecimiento de los partidos es indispensable para la reconstrucción de la política. A uno le proponen que tome café sin cafeína, leche sin lactosa y cerveza sin alcohol. Y ahora también quieren que haya política sin políticos. Eso es un error. Si los políticos no funcionan, se deben cambiar, no acabar con la política.

Distanciamiento de Uribe

C.O.T.- Si hay alguien que les haya quitado piso a los partidos, ése es el Presidente. Usted fue su partidario durante el primer gobierno y ahora está del otro lado. ¿No se contradice?

E.S.P.- Uribe se llevó buena parte del liberalismo antipastranista por sus propuestas en materia de seguridad, que encontraron un momento oportuno cuando se rompieron los acuerdos del Caguán. La política de seguridad democrática, que yo apoyé desde sus inicios, ha venido mostrando resultados que le han producido al Presidente niveles de aceptación muy importantes. Lamentablemente él no está utilizando esa aceptación para unir el país, sino para enfrentarlo y dividirlo más de lo que ya está dividido. Con la mano en el corazón le puedo decir que he tratado de ser objetivo al fijar mi posición frente al gobierno de Uribe. Pero así como no he querido caer en la descalificación personal ni en la crítica ciega, cada día encuentro menos coincidencias entre lo que veo y lo que, con él mismo, trabajamos juntos.

C.O.T.- ¿Puedo pensar que el incidente de la embajada de Francia fue uno de los motivos para su distanciamiento del Presidente, y otro, las diferencias sobre el acuerdo humanitario?

E.S.P.- El factor de distanciamiento más importante es, sin duda, la forma como él ha manejado el tema del acuerdo humanitario, que no he compartido en absoluto y que lleva ya veintitrés víctimas. Existen otros temas que no por puntuales dejan de ser para mí sintomáticos. Por ejemplo, la intromisión del Presidente en la campaña de Bogotá me impactó mucho, porque un Jefe de Estado, especialmente en Colombia, es un árbitro y no puede ponerse la camiseta de un equipo para tratar de meterle goles al contrario.

C.O.T.- ¿Qué piensa sobre una posible segunda reelección de Uribe?

E.S.P.- La reelección congela la democracia, obstaculiza su renovación y es fuente de conflictos y corruptelas. Tengo la convicción de que Uribe está en el tema de la segunda reelección y estoy en total desacuerdo con ella porque creo, como se ha demostrado en América Latina, que la primera víctima de una re-reelección sería el propio Uribe.

C.O.T.- Si el Presidente se lanzara, ¿qué haría usted, se incorporaría a la oposición?

E.S.P.- Insistiría en que la forma de contrarrestar al Presidente es la de construir un proyecto alternativo como el que le he mencionado. Si ese proyecto se diera, si el liberalismo formara parte activa del mismo y fuera útil mi presencia, me volvería a poner la camiseta.

C.O.T.- Uribe es sorprendente cuando se habla de acuerdo humanitario. Primero, rechazó cualquier posibilidad de intercambio. Después, le dio juego a Chávez y a Piedad. Y ahora manda otro mensaje negativo. ¿No le parece desconcertante?

E.S.P.- No he entendido cuál es la posición de Uribe sobre el intercambio. Con cierta frustración digo que él ha utilizado a los facilitadores del acuerdo —y entre ellos me incluyo, junto con el presidente López y Álvaro Leyva— para dilatar su solución y quitarse así la presión nacional e internacional. Me parece que, un poco ingenuamente, el Presidente pensó que con Piedad Córdoba y Hugo Chávez iba a pasar lo mismo. No previó que Chávez, que tiene más posibilidades de negociar con las Farc, actuó. ¡Y de qué manera! Las Farc encontraron la gallina de los huevos de oro con la gestión de Chávez.

La puerta abiertadel 8.000

C.O.T.- Hace poco la Corte Suprema compulsó copias a la Comisión de Acusación por las declaraciones de un narco en Estados Unidos. ¿Por qué cree que la puerta del 8.000 nunca se ha cerrado?

E.S.P.- No se ha cerrado porque algunos voceros de la opinión que pretendieron tumbarme no se resignan a que fueron derrotados. Pero la cosa va más allá. Registro con preocupación que se ha generalizado de manera peligrosa la costumbre de que los acusadores de ahora sean los delincuentes que perseguimos, encarcelamos y hasta extraditamos en el pasado. Sobre los hechos de mi campaña, a medida que éstos se han venido confirmando, he aceptado mi responsabilidad. Hoy no tengo ninguna dificultad en admitir, por ejemplo, que mi campaña fue infiltrada por dineros del narcotráfico, fundamentalmente porque Fernando Botero cambió estos recursos por los pesos limpios que se llevó para su casa. También acepto mi responsabilidad en que quizás he debido ser más acucioso en el nombramiento de las personas o en la verificación de los controles. Pero así como hago ese reconocimiento con humildad, también espero que el país reconozca que no ha aparecido una sola prueba en estos años —subrayo: una sola prueba— que comprometa mi conducta o que me vincule en forma directa a tales hechos, y no ha aparecido, simple y sencillamente porque no existe.

C.O.T.- ¿Qué sentimiento le despiertan “esos voceros que pretendieron tumbarlo”? ¿Tal vez odio?

E.S.P.- Ni siquiera odio. Lo que me producen es un profundo desprecio como seres humanos. Y algo de lástima cuando me doy cuenta de que ellos sí viven del odio y para odiar. Como en el pensamiento clásico, mi mayor ambición es no parecerme jamás a ellos.

C.O.T.-  Para concluir: es obvio que usted no se resigna a estar por fuera del escenario político. Si además de Uribe se lanzaran otros a la reelección, como Gaviria o Pastrana, ¿se quedaría quieto?

E.S.P.- Una confrontación de Uribe, Pastrana y Gaviria sería tan apasionante como el concierto de Serrat y Sabina. No sé qué pensarían de quedarse de espectadores por otros cuatro años personas como Garzón, Vargas Lleras, Gómez Méndez, Piedad Córdoba, Pardo, Sabas Pretelt o Carlos Gaviria, para mencionar los que más suenan. En cuanto a mí, lo que le puedo decir es que nadie me va a sacar de la política a sombrerazos. Donde quieran sacarme, allá voy y allá me les quedo.

Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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